viernes, 20 de septiembre de 2024

En el principio era el verbo

  En el principio era el verbo el verbo era con Dios el verbo era Dios.

 

Esto no se puede comprender más que desde el principio de la docta ignorancia

En la que el ser y el no ser son lo mismo y al mismo tiempo no lo son.

Y entonces ¿El verbo es ser o no ser?

 

Es ambos podemos mirarlo como la entidad de las entidades lo uno y como tal el ser en sí mismo   

 

                                                 1

 

Y entonces el Padre pasa a ser    

                                                       0

 

Es decir pasa más bien a no ser y como tal es nada absoluta

 

Y decimos en el principio era el verbo 

 

                                    1 

 

Y el verbo era con Dios

                                  01

 

Y el verbo es Dios

                        ←  →

Aquí el ser y el no ser son lo mismo hay una superposición del ser y del no ser que no se puede escribir ni realmente representar.

 

 Más si el verbo, el logos, la palabra, el lenguaje, es Dios  todo es divino.

 

Más el verbo es y no es Dios

Así el vacío no es igual al verbo y el verbo tiene existencia propia más su existir está  ligado al vacío del cual sale.

 

0→1

Y debe de volver a ese vacío

 

0→1→0 

 

He aquí el misterio dharmico

 

Al volver el ser y el no ser son uno

10←1←0

Afirmación en el principio era el verbo

¿Quién lo dice? 

Un testigo del  vacío

                                            1←0

Y el verbo era  con Dios

  Superación de la  Contrariedad

                                  10←1←0

 

Y el verbo era Dios

Afirmación de la afirmación

                                10←1→01

 

Estamos ante la experiencia del eterno retorno del verbo el cual retorno más allá  de todo principio a lo eterno.

¿Nosotros podemos realizar esta experiencia? 

Por supuesto esta es la experiencia del profundo silencio donde el verbo se revela como vacío.

 

Y pronto del vacío  luz

 

Este era en el principio con Dios

10

 

Todas las cosas por el fueron hechas y sin el nada de lo que ha si hecho, fue hecho 

 

10→1/2(alma)→1/3(forma)→1/4(materia)→1/5(movimiento)→1/6(criaturas)→1/7(conciencia)→1/8(Razón)→ (1/9) Espíritu→10 

 

En él estaba la vida  y la vida era la luz de los hombres.

 

              Vida 10→ Hombres 1/9→01 luz

 

La luz en las tinieblas resplandece

 

Pero ¿Que son las tinieblas?  

Es la dualidad resistiéndose a la luz

 

10→←1/2

Pero ¿Puede el alma que es potencialidad pura resistirse a la luz? 

No

 

Es la forma resistiéndose a la  luz

 

10→←1/3

 

¿Pero puede la forma resistirse a la luz? Acaso no todo encuentra su equilibrio

No puede.

 

Es la materia ¿Que se resiste a la luz? 

 

10→←1/4

No, la materia no es otra cosa que la luz haciéndose visible.

¿El movimiento?

10→←1/5

¿Acaso no es el movimiento la transferencia de la luz?

¿Las criaturas?

10→←1/6 

¿Qué  criatura no quisiera la luz?

 

La conciencia solo puede ser conciencia auto reflejando la luz

10→←1/7

Asique la conciencia no puede rechazarla

 

  ¿La razón?

10→←1/8

Ella solo puede religar las cosas, vincularlas en la luz misma

 

Y entonces es el espíritu

10→←1/9 

Así es, el espíritu puede rechazar la luz

¿Pero qué  es el espíritu? 

No puede ser otra cosa que el ser y el no ser integrados

  

01

 

Pero para esto la razón tendría que haber superado la dualidad, la forma, la materia, el movimiento, la criatura, la conciencia  y al parecer quedo atrapada en la dualidad, que en la razón es moral entre lo bueno y lo malo.

Bondad 1→←1 Bueno según mi razón

 

Así que nuestro espíritu queda desintegrado

 

0         0  

Muerto

 

Y nuestra razón atrapada en un código binario

 

1         0

Pero la luz en las tinieblas resplandece y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

 

1→0→1 

 

Este es el misterio pascual la luz religando y devolviéndonos a la unidad del ser y del no ser.

 

1→0→10 

 

En el sistema Hegueliano en particular en la fenomenología del espíritu que ya vimos

 

https://exaltacionalmiedo.blogspot.com/2024/09/el-problema-cero-de-la-ciencia-del-logos.html

 

 Tenemos 14 etapas que podemos sintetizar en 7 conciencia, autoconciencia, razón, espíritu. Religión, saber absoluto

 

En nuestro sistema no sistema comenzamos por la certeza sensible la que nos lleva en los fenómenos saturados al misterio tremendo fascinante base de la experiencia religioso por decimos sensibilidad religiosa aquí el hombre se integra en el misterio pascual, salvando su alma superando toda dualidad, y es que el símbolo de la cruz con cristo en ella integra al ser y al no ser a Dios y al hombre 10.

 

1(luz vida)→ 0(no ser hombre)  →10 (integración hombre Dios 

 

El alma es por fin acto puro no solo potencia.

 

Así el símbolo permite la conversión  del no ser al ser

 0→1→0 

Y la inversión del ser al no ser

Así como la inversión del ser al no ser

1→0

Y la conversión del no ser al ser

0→1  

 

Y entonces el símbolo permite superarlo todo pero no permite la conciencia de todo, la razón ha logrado ser espíritu ahora el espíritu tiene que expresarse y encontrar su forma, nada más grande que Shakespeare, o Cervantes o el Fausto o la divina comedia, donde todos  los estilos son superados más nuestra experiencia, es biodramaturgica  nuestros símbolo está en el evangelio de la matria  y neustro arte del biotejido está en el arca de la libertad.

0←1←0 Entrenamiento pre expresivo

1→0→1 Entrenamiento meta expresivo

 1→0→1→0→1→0

 

Expresión el vacío se llena de luz.

 

Esa es la clave de toda transferencia me vacío para que el verbo me traspase, superamos la forma, superando todo estilo en el apocalipsis recordemos solo hay tres estilos lo arcaico informal que termina formal lo barro recargado que termina en mínimal y lo clásico entre los dos    más si se logra la sintransferencia.

0←1←0←→1→0→1 

 

Se logra el estado más allá  de toda estética y los religamos

10←1←0←→1→0→10

 

 

Toca superar la materia y para esto es necesario un entendimiento metafísico y para esto está  la filosofía del sabor espíritu, en la cual el entendimiento se niega a si mismo vaciándose de toda categoría para concebir el absoluto y su experiencia pura.

1→0→1→0→1→0→1→0→1→10 negación de la negación   

  10←1←0←1←0←1←0←1←0 afirmación de la afirmación

 

Aquí es donde se alcanza la conciencia plena

Este se llena de luz

10←1←0←1←0←1←0←1←0  ←→ 1→0→1→0→1→0→1→0→1→10 

 

Pero luego viene la autoconciencia y es aquí donde se ubica la ciencia del logos

 

Un sujeto A se topa con un sujeto B 

 

Ya antes eso ha pasado en la religión del cristianismo prodigo, en el arte del biotejido, en la  filosofía del sabor espiritual pero en la ciencia es un sujeto A con conciencia plena llena de luz y un sujeto B con una voluntad que desea la luz pero lejos de abrirse a ella se cierra.

 

Es desde esta autoconciencia que estudiamos el Santo Evangelio según San Juan y desarrollamos la ciencia del logos ¿Realmente estamos llenos de luz?

Si así  fuera establecemos primero un sistema de cibernética de primer orden porque si la religión trataba del símbolo, el arte de la imagen poética paradojal, la filosofía del concepto la ciencia trata  sobre la formula y la formula recrea sistemas.

 

Luego vamos a sistemas de segundo orden   donde n sujetos recrean sus propios códigos

 

Para luego superar todo código más allá  de todo sistema superando el movimiento en una cibernética de tercer orden.

 

 

Pero no es así y el que él lo religioso no se ha logrado, ni lo artístico, ni lo filosófico los sistemas son un caos, estamos y somos las tinieblas y suplicamos al verbo que nos llene de su luz.  

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 



martes, 17 de septiembre de 2024

miércoles, 11 de septiembre de 2024

Filosofía del sabor espiritual segundo volumen

 

Filosofía del sabor espiritual segundo volumen

Pensar es el habitar cerca, / es el agradecimiento callado. /

 

Pensar es el noble tratar con cuidado, / es el osado giro. / Gi-

rar entre la nada y el ser / por un camino de oscuros signos. /

 

Pensar es no evadirse jamás / del mal ni de la pena. / Pensar

es captar sin aprehender, / es un franco preguntar. / Pensares

dejarse decir, / es el frío elixir. / Por el camino se iluminan

tenues / luces sin número, / rosas sin porqué, que poetizan

dictando, / saludando al río y al valle. / Pensar sigue siendo

 

este dejarlo todo libre, / llamada sin forma / a que los mor-

tales sean siendo en la diferencia: / ganancia para lo salvo.

 

 

 

 

 

 

El ser en la unidad  eterna y en la existencia temporal 1→0→10

Payasita voluntad-¿Existe el mal?

Payasito logos-Noooooo

Payasita voluntad-¿No?

Payasito logos-Nooooo, más bien el mal es la existencia misma

Payasita voluntad -¿Y cómo superamos el mal? 

Payasito logos- Volviendo a nuestra interioridad a la unidad divina

1←0←1

Payasita Voluntad-Pero siempre voy a volver a salir

1→0→1

Payasito logos-Siempre vamos a hacer el mal y siempre vamos a tener que arrepentirnos

Payasita Voluntad-Estamos condenados

Payasito logos-Es el precio de la conciencia  

01←0→10

 

Heidegger reiteró en numerosas ocasiones que el verdade-

ro pensador es quien ha sido señalado por el destino para

 

pensar un único pensamiento, y que tal pensamiento versa-

rá sobre el ente en su totalidad, es decir, sobre la existencia

 

en general. Añadía que los escritores y los investigadores, en

 

cambio, «tienen muchos, muchísimos pensamientos, ocurren-

cias, que pueden aplicar a la tan apreciada realidad», pero

 

dichos pensamientos y ocurrencias solo serán valorados por

 

su capacidad de aplicación y por nada más.

Igualmente sostuvo durante toda su vida que los verdaderos pensadores no

 

buscarán «ser prácticos», sino la comprensión del todo en

su conjunto, al revés que los científicos, quienes se prestan

 

a comprender parcelas de la realidad. Los verdaderos pen-

sadores, aseguraba, son monotemáticos y «unilaterales», y

 

adoptaron esa característica desde los albores de la historia

del pensar, tal como la expresaba una máxima de Periandro

de Corinto — uno de los «Siete Sabios» de Grecia— que

 

reza: «Toma a tu cuidado el ente en su totalidad». Este mis-

mo fue también el lema de Heidegger. Su única preocupación la constituía el ser y, con ello, ese «tomar a su cuidado

la totalidad del ente», de lo que es.   

 

Esa pues ha sido también nuestra preocupación pero a diferencia de Heidegger

Que se queda solo con la existencia diciéndonos que la existencia es la esencia misma

Nosotros encontramos una unidad eterna asi al dasein de Heidegger le oponemos un resein para lograr la síntesis del sin sein en donde el día eterno se une con el día temporal pero para comprender esto, comprendamos primero a Heidegger.   

 

Ente es todo aquello sobre lo que hablamos, de lo que opinamos, aquello con respecto de lo cual nos comportamos

 

de una manera u otra; ente es también qué y cómo somos

nosotros mismos. El ser, en cambio, está en el «qué es» y el

«es así», en la «realidad», en el «tener delante», en «lo que

consta», que «persiste», en la «validez», en el «estar aquí»,

en el «hay».

 

El Da (aquí/ahí) del término Dasein se refiere a un aquí o

 

ahí y un ahora temporales y concretos, reales y «mundana-

les» y no ideales. En cuanto a Seitt (ser), remite al ser (huma-

no) que existe y se encuentra en el «aquí» o el «ahí»; Dasein

 

significa, pues, «el aquí o el ahí del ser», también «aquí o ahí

[Da] está o hay ser [Sem]». En castellano la traducción más

común del término ha sido «ser-ahí», dando a entender que

el ser está ahí, «arrojado» a la existencia, como veremos más

adelante. Pero como son posibles otras traducciones («estar

 

aquí», «estar ahí») ha terminado por imponerse dejar el tér-

mino en alemán, sin traducir.

 

 

«¿Cómo es este Dasein desde el punto de vista de su ser?».

En primer lugar, el filósofo advirtió que el ente humano

destaca por algo que lo diferencia de todos los demás entes:

está constituido por una manera de ser «óntica» (relativa a

su entidad), aunque no es como los demás entes (no es igual

 

que un gato, tampoco como un árbol, ni puede equiparár-

selo a una casa o a una idea). Es diferente de todos ellos

 

porque tiene una relación con el ser de la que carecen los

. demás entes; según Heidegger, el Dasein es el único ente al

que, tal y como ya se ha apuntado previamente, «en su ser le

 

va este ser mismo». El filósofo lo explica con una terminolo-

gía ciertamente chocante, ya que afirma que el Dasein posee

 

la capacidad distintiva (óntica) de comprender su ser, por eso, desde este punto de vista será, además, «ontológico».

Al preguntar por el ser — aunque sea del propio ser— , este

ente al que «en su ser le va el ser» trasciende lo meramente

«ente» y remite a un punto de vista universal, «ontológico».

Al Dasein le va el ser, o lo que es igual, le importa su ser,

 

pero ¿qué es este ser que le va al Dasein, esto que le interesa más que ninguna otra cosa? Heidegger explicó que es

 

la «existencia». Con esto consiguió una de sus definiciones

 

más logradas, que influyó de manera radical en el movimiento intelectual del existencialismo posteriormente puesto de

 

moda por Sartre. Hela aquí: «Ese ser mismo con respecto

del cual el Dasein puede comportarse de una u otra manera,

nosotros lo denominamos existencia».

El Dasein está aquí, en el mundo, en tanto que existe; está

aquí «al modo de la existencia», dirá Heidegger. Solo porque

 

existe está aquí y solo por eso puede ocuparse de ser y de pre-

guntar por el ser. También el propio ser, como se ha apuntado

 

anteriormente, es existencia; no es estático sino existente. Con

esta afirmación Heidegger rompió con la tradición metafísica

que consideraba al ser como una entidad más allá de toda

 

vida. Dasein y ser están inmersos en la existencia y, como ve-

remos más adelante, también lo están en el tiempo.

 

Existenciales

El más evidente de ellos es el «estar-en-el-mundo». El fi-

lósofo lo escribió con guiones a fin de mostrar la estrecha e

 

indisoluble relación estructural y óntica entre ser-ahí y mun-

do. El Dasein está en el mundo y de esta certeza proviene

 

todo lo demás; fuera de este fenómeno no hay nada (o está

la nada, (Que para nosotros no es otra cosa que la unidad eterna). El Dasein es

 

mundano y el mundo «mundea» — en terminología heideggeriana— alrededor de él.

 

El Dasein, en tanto que existente, no puede

contraponerse al mundo, porque lo «habita» y se ocupa de

él en su modo de ser cotidiano al realizar las tareas diarias;

 

interactúa con los objetos y las cosas del mundo y se preocupa por ellas («preocuparse por», «cuidarse de», constituye otro existencial importantísimo, como veremos más ade-

lante). Sin embargo, el Dasein también se despreocupa o se

 

desentiende de lo que lo rodea. 

 

Otro existencial es el «estar-con». El ser-ahí, aunque siempre mío (existencial, también), posee la estructura constitutiva del estar con los otros. A pesar de que a veces se aísle y

 

permanezca a solas, el Dasein lleva en su esencia esta característica: en el mundo hay otros hombres y mujeres, con los

 

que puede o no relacionarse; el habla — otro existencial— le

posibilita estas relaciones. Gracias al habla se comunica y

 

conoce. En su conocimiento del mundo, el Dasein está con-

dicionado siempre por los estados de ánimo — la manera de

 

encontrarse (otro existencial)— ; según esté animado o desanimado, en un estado de ánimo u otro, se enfrentará al mundo de una o de otra manera, conocerá de un modo u otro.

 

 

El uno, propiedad e impropiedad, el estar arrojado

y caído, la angustia

 

Heidegger caracterizó al Dasein como un estar-en y un estar-con y inmerso en el mundo de los útiles, y asimismo lo  entendió como un ente de escasa personalidad, diluida en

el «uno» o el «se». Por lo general, mirado en su cotidianeidad, el ente humano no es un sujeto pensante o un yo

trascendental, al modo en que lo postularon Descartes o

Kant, sino algo más difuso: es lo que se piensa y se siente a

 

escala general. La partícula alemana man que utilizó Hei-

degger para designar este existencial equivale al impersonal

 

«se» castellano en las expresiones «se piensa», «se dice»,

«se comenta»; la partícula alemana también está presente

en expresiones como «uno dice tal cosa», «uno cree en esto

 

o aquello». En palabras de Heidegger: «El sí mismo del Dasein cotidiano es el uno mismo, que distinguimos del ser

 

propio auténtico, esto es, de un sí mismo asumido por propio empeño». Es decir, el Dasein en su estado «natural» es

 

pocas veces auténtico, «propio», ya que lo caracteriza una

manera de ser dispersa y acomodada a la mediocridad de la

mayoría.

 

Ser «propio» o «impropio», auténtico o inauténtico, es

 

otro existencial que caracteriza al Dasein. Este puede asu-

mirse por entero a sí mismo o no asumirse, permanecer di-

luido en el se, o forjarse una personalidad diferenciada de

 

los demás. Lo más normal es que el Dasein permanezca en

la mediocridad; sin embargo, hay posibilidades de que se

 

asuma a sí mismo por entero y tome partido por la autenticidad.

 

Los existenciales del «cuidado» y del «ser para la muer-

te» tienen que ver con este asumirse o no asumirse por en-

tero del Dasein. Antes de tratar de ellos, en el siguiente

 

apartado, veamos ya la definición del Dasein a la que nos

 

referíamos al comienzo y que Heidegger esbozó en el capítulo sexto de la primera sección de Ser y tiempo, con la

 

que pretendió describir al ser-ahí en toda su complejidad:

 

«La cotidianidad media del Dasein lo define como el estar-en-el-mundo  caido y abierto, arrojado y proyectante, al

que en su ser en medio del “mundo” y en el ser/estar con

los otros le va el más propio poder ser mismo». En otras

palabras, el Dasein se halla en el mundo «al modo» (así lo

dice Heidegger), de la caída y del arrojamiento — que está

aquí caído y arrojado— ; está abierto a las posibilidades que

le ofrece un proyecto de futuro y para ello debe tener en

cuenta a su ser y cuidar de él. Estar caído y arrojado son

dos términos — muy famosos después de Heidegger— que

no indican algo peyorativo, sino dos nuevos existenciales

del Dasein. Estar caído y arrojado significa que está en el

 

mundo sin remisión; no hay escape ni salida. El Dasein caí-

do se halla constantemente en el modo de la impropiedad;

 

es el Dasein entregado al «uno más», dominado por la opinión

reinante, la mentira y el engaño, el ansia de lucro, etc. El

estado de caída, ónticamente descrito, remite a un Dasein,

 

en palabras de Heidegger, «fundido en el ser/estar-con-los-

otros» y conducido siempre por las habladurías, la urgencia

 

de novedades y la ambigüedad. La autenticidad del Dasein

 

será la salida de este estado, precisamente porque estructuralmente está caído puede dejar de estarlo y llegar a ser él

 

mismo, «propio». 

 

 

Hay otra característica ontológica del Dasein sumamente

importante: el «estado de abierto» que le es consustancial.

Aunque esté diluido en la generalidad de las opiniones, en

la cháchara y en el discurso vano de la mayoría, el Dasein es

el único existente que se interesa por entender su ser; en sí

 

mismo posee la característica de su estar abierto a la comprensión del mundo y abierto, también, a comprenderse a

 

sí mismo. Gracias a este estado, el Dasein puede «iluminar»

su existencia en el sentido de que puede aclararse sobre ella;

 

en otras palabras, puede ser «lúcido». Y aquí Heidegger recurrió a la metáfora latina que caracteriza al hombre como lumen naturale, «luz natural». El modo de la apertura es, a su

 

vez, el modo de la «iluminación»; el Dasein ilumina su entorno desde sí mismo, ilumina su «aquí». En la filosofía tardía de

 

Heidegger esta iluminación y esta apertura del Dasein desempeñarán un papel muy importante

 

Nuestro estar en el mundo al fundirse en un término clave: el

causa angustia. de «claro», que analizaremos en los

Ser y tiempo capítulos cuarto y quinto. Cuando el

 

Dasein ilumina su aquí con el conocimiento es cuando deja de ser como los otros, diluidos en la mediocre medianía, y comienza a ser él mismo.

 

En este contexto del poder llegar a ser él mismo del Dasein

aparecerá el existencial de la angustia. La angustia es distinta

del miedo; este es siempre miedo de algo, pero la angustia es

 

indeterminada y surge ante el hecho de estar aquí, en el mundo, y no solo por estar aquí, sino por tener que decidir. Heidegger tomó el término de Kierkegaard, filósofo que le dedicó un amplio estudio a la angustia y le dio sentido filosófico

 

al considerar que es provocada cuando el ser humano toma

conciencia de que está solo frente a la infinitud; es causada

por el desvalimiento ante la totalidad y, en último extremo,

frente a la posibilidad de la libertad. Heidegger concluyó,

 

más allá de Kierkegaard, que es la aplastante realidad del es-

tar-en-el-mundo lo que provoca el sentimiento de la angustia.

 

El Dasein abierto se encuentra ante la posibilidad de ser o no

 

ser, de ser auténtico o no serlo; la angustia lo atenaza, en primer lugar, por estar aquí, por no poder evadirse del aquí; en

 

segundo lugar, por tener que decidirse a actuar o no actuar.

El Dasein se angustia ante la libertad, frente al desarraigo que

siente ante el todo que lo atenaza con su magnitud.

El filósofo judío Martin Buber (1878-1965) caracterizó a

este Dasein de Heidegger como «el hombre al borde del

 

abismo», sin apoyos; podríamos decir que es como un trapecista sin red, que en cada salto se juega su ser. Es, también,

el hombre que ha perdido a Dios y que clama a solas en el

mundo. En suma, la angustia nace de esa soledad esencial,

 

de la existencia y el existir como tales. Para Heidegger, existencia y esencia son equivalentes: la única esencia del ser humano es su existencia. Este no es un compuesto de cuerpo y

 

espíritu, como quería la tradición filosófica clásica, sino un

Dasein, un existente enfrentado a su destino, que consiste

en un constante decidir o un no hacerlo; en ambos casos

surge la angustia.

La angustia tiene, sin embargo, un efecto positivo: gracias

 

a ella el Dasein toma conciencia de su mismidad. Este senti-

miento actúa como principio de individuación porque obliga

 

al Dasein a situarse frente a sí mismo y frente al mundo; de

este modo se le revela su soledad y, a la vez, su integridad,

ese solus ipse o ser para sí en tanto que ser único.

 

El cuidado y el ser para la muerte

 

Heidegger dio un valor relevante a otro existencial fundamental, el «cuidado», Sorge, en alemán, término que remite

 

a «cuidarse de» y «velar por», al «cuidado de las cosas» y al

«cuidado de los otros». Lo caracterizó como la estructura

fundamental del ser del Dasein, es más, como el ser de ese

«estar-en-el-mundo». El «cuidado» es lo que posibilita que

 

el Dasein se interese por sí mismo y por el mundo en gene-

ral; sin este, «le traería sin cuidado» su existencia, ya no le

 

«iría» su propio ser. De este modo, la existencia humana ha

de entenderse como preocupación, cuidado por lo que ha de

ser y por lo que se es. ¿De qué se cuida el Dasein, cuál es su

mayor preocupación? De su existencia, de su ser, respondió

Heidegger. 

 

 

Por otra parte, el cuidado tiene que ver con el tiempo.

Todo cuidado es «temporal» en tanto que «cuenta con el

tiempo», afirmó Heidegger; se hacen planes siempre con

 

vistas a un tiempo concreto: d fu-

Frente a la muerte, turo. El Dasein es siempre un pro-

el hombre tiene que yectante, alguien preocupado por

 

decidirse a ser él mismo. su futuro, por el tiempo; su ser es

Ser y tiempo temporal y, a la vez, finito.   

 

Con d tiempo y la finitud tiene

que ver otra de las reflexiones más populares de Heidegger: d

 

análisis de la muerte en cuanto existencial dd Dasein. La ra-

zón de pensar la muerte es simple: con esta se acaba todo; ella

 

cierra la existencia. El ser del Dasein, que Hddegger caracte-

rizó como cuidado y como posibilidad, es también temporal.

 

Nadie vive en un eterno presente, sino en una constante sucesión de instantes, según lo estableciera san Agustín, uno de

 

los primeros pensadores del tiempo. Y los instantes tienen un

final en el tiempo: he aquí la gran prueba para Heiddegger del

carácter temporal del Dasein, que nace y muere en el tiempo.

Y del ser, pues «solo hay ser si hay Dasein», afirmó Heidegger. 

 

Más el instante es eterno en su unidad interior perder esta unidad es la segunda muerte de la que hablaba kierkegaard pero esto no lo comprende Heidegger este uno es el ser como esencia así como la nada es el ser en la existencia y la fin y al cabo son lo mismo como lo comprende Hegel en su ciencia de la lógico y nosotros en la ciencia del logos.

1=0 Ser y no ser son lo mismo

 

Pero sigamos con Heidegger

 

 

 

El vocablo éxtasis — del griego ék-stasis— significa originariamente un salir más allá de sí, un estar en suspenso

 

y previo a algo. La palabra «existencia» posee esa misma

raíz en alemán: ek-sistenz. Heidegger la interpretó en este

sentido como un estar a la espera de algo. Y precisamente

 

es en el presente donde mejor se observa este estado «extá-

tico» del Dasein, puesto que presente es siempre un estar a

 

la espera de lo que ha de advenir. Es en el presente donde se

prepara el porvenir; en este sentido también es una situación

de actividad. El Dasein es temporalidad porque él mismo es

 

tiempo y activo en el tiempo. Su presente es también consecuencia del pasado y espera del porvenir, al que él mismo

llama cuando está a la espera de sus posibilidades.

El ser-ahí, al proyectarse, anticipa el futuro. Al resolverse a

hacer una cosa u otra piensa en un más allá temporal desde

un presente que deja de serlo al instante para convertirse en

pasado. El pasado influye en el Dasein para que se encuentre

en un determinado presente y, desde este, proyecta el futuro.

Pasado, presente y futuro convierten al Dasein en «histórico».

La extensa y prolija investigación de Heidegger sobre la

temporalidad del Dasein, toca asuntos como la historia, el

 

destino..., para terminar insistiendo en una conclusión cla-

ve: la temporalidad es lo que otorga sentido al cuidado y,

 

con ello, al Dasein como totalidad. El tiempo se revela para

Heidegger como el sentido del cuidado, y con ello, también

 

como lo que da sentido al Dasein. Fuera del tiempo del Da-

sein, enunció Heidegger, «no hay nada».

 

O más bien hay la nada así desde esta lado del espejo el otro lado se ve como nada y desde el otro lado del espejo este lado se ve como nada asumiéndose ambos lados como unidad una la unidad eterna y otra la unidad mundo, pues ambas unidades son la misma. Pero acabemos por ahora con Heidegger.

 

El tiempo no «es» en el sentido en que «es» un absoluto; el

 

tiempo «se temporiza». Ni «es» un ente ni «es» una presen-

cia, a semejanza del ser, que tampoco «es» — pues solo vemos

 

entes y no el ser— , pero el tiempo «domina», actúa en su tem-

porizarse, siendo tiempo. Se temporiza en los éxtasis ya descri-

tos: pasado, presente y futuro, que no pueden verse como una

 

mera sucesión de «ahoras», tal como lo pensaba la tradición

desde Aristóteles; una sucesión de «ahoras» en el sentido de

que cuando un ahora es, el anterior ha dejado de ser.

 

El tiempo se refiere y pertenece siempre a un Dasein con-

creto, pues al no ser un absoluto, se convierte en el tiempo

 

de cada cual, en el tiempo vivido por cada ser-ahí. El tiem-

po de cada Dasein es solo suyo; él debe llenarlo y darle sen-

tido a lo largo de su vida. Su tiempo concluye con la llegada

 

de la muerte. Cuando el Dasein fallece termina también su

tiempo y «ya no hay más tiempo». El tiempo originario del

estar-aquí se revela así como algo finito, y será dentro de esta finitiul donde habrá que buscare! ser, unido originariamente al tiempo y la temporalidad. Imposible será pensar

 

el ser fuera del tiempo. El Dasein es un «ser en el tiempo».

 

Por supuesto el Dasein es un ser en el tiempo y el Resein es un ser en el tiempo que vuelve al paraíso perdido, a su eternidad interior en Dios y el Sinsein es el ser que integra el tiempo y la eternidad. 

 

 

EL TIEMPO Y EL SER COMO ACONTECIMIENTOS

En Ser y tiempo Heidegger efectuó un extraordinario análisis

 

del Dasein, pero dejó en suspenso las partes que debían ver-

sar sobre el tiempo y su relación con el ser, las cuales ni fueron

 

publicadas ni se conservaron borradores de ellas. Sin embar-

go, una pista para conocer una versión concluyente de lo que

 

pensaba el filósofo sobre el tiempo y su relación con el ser la

 

aporta la conferencia «Tiempo y ser» de 1962, que fue inclui-

da en el volumen H ada el asunto d el pensar. En ella, Heideg-

ger retomó el problema de la afinidad entre ser y tiempo para

 

concluir que el ser y el tiempo se pertenecen, pero también

que igual que del ser no puede decirse que «es» (puesto que

 

no es un ente), tampoco puede enunciarse lo mismo del tiem-

po: «Ser y tiempo se determinan recíprocamente, pero de una

 

manera tal que ni aquel — el ser— se deja apelar como algo

temporal ni este — el tiempo— se deja apelar como ente».

 

Heidegger establecía, además, una conclusión que igualmen-

te se extraía de lo expuesto en Ser y tiempo: «Del ente deci-

mos: es. Pero en relación al asunto ser y al asunto tiempo,

 

nos conducimos con sumo cuidado. No decimos: el ser es, el

 

tiempo es, sino: se da el ser y se da el tiempo». Con la expre-

sión «se da el ser y se da el tiempo», Heidegger eliminaba el

 

«es» — que remite a que algo está presente como ente— , sus-

tituyéndolo por el «se da». Heidegger concluía la conferencia

 

afirmando que es innegable que se da el ser y que se da el

tiempo; ambos están estrechamente vinculados, pero ambos

 

son impensables desde la tradición filosófica que los convierte en entes absolutos y desde la observación de los entes que

son o desde el tiempo medido con el reloj.

En definitiva, Heidegger concluyó afirmando que al darse

o haber ser, lo mismo que al darse y haber tiempo, ambos

«se donan» al ser humano, y deben ser albergados bajo un

nuevo concepto: el de «acontecimiento». En palabras del

filósofo: «A lo que determina a ambos, ser y tiempo, en su

 

propiedad, esto es, en su recíproca correspondencia, lo de-

nominamos el “acontecimiento”».

 

 

tanto el ser como el tiempo aconte-

cen, y el hombre debe ingeniárselas para reflexionar acerca

 

de tal acaecer con propiedad. 

 

Y eso es justamente lo que hacemos en la filosofía del sabor espiritual reflexionar tal acontecer desde la propiedad, pero Sartre nos dirá que actuamos de mala fe evitando la angustia y es que si hay un primer ateísmo en Feuerbach en el que se concluye que el hombre crea a Dios partiendo de Hegel hay un segundo ateísmo Sartre que parte de Heidegger en el que cualquier cosa que se tome como creencia para evitar la  angustia que proviene de conciencia de la muerte es un acto de mala fe y aquí nosotros volvemos a Kierkegaard para decir que la segunda muerte esta perdida de la unidad es una angustia doble y es que el hombre no muere solo biológicamente sino también existencialmente, siendo la conciencia en su para sí la existencia, así es claro los animales no existen solo existe el dasein pero cuando este Dasein vuelve a su unidad inspira, inhala se integra dentro en tanto supera sus sombras, complejos y traumas y entonces solo ahí  se sufre la muerte, el pecado como separación dela unidad en la luz, así la angustia humana no tiene su fundamento en la finitud sino en haber perdido la infinitud, porque el hombre interior el resein se sabe eterno, una vez redeconstruido todo lo único que queda es este uno en el que los neoplatónicos se religaron y en el que los  místicos cristianos se encuentran.

 

La filosofía del sabor espiritual plantea estos dos encuentros y estas dos muertes la del misterio pascual en la unidad

1→0→10

Y la del misterio dharmico en la nada

            10←1← 0

 

He aquí la ciencia del logos ciencia del ser ye l no ser traspasándose hasta lograr el Sinsein

10←1← 0←→1→0→10

El ser integro la invitaciones a leer el segundo tomo de la filosofía del sabor espiritual que es justamente el tomo en que la ciencia del logos se expone siendo el logos el mediador entre el Ser 1 →y 0(logos)  el  →Espíritu 10.

 

Más hay un segundo Heidegger y hasta un tercero que ira por el camino de la humildad del pastor del ser donde se comprende que la apertura del Dasein es una trascendencia del Dasein mismo y aquí  la metafísica se reconfigura como un trascender del ente para escuchar el llamado del ser el cual no viene del Dasein sino del Seyn o Seyn tachado en la cuaternidad naturaleza, mundo Dioses , Hombre ,a hi esta nuestro resein el ser que se redime yendo en por del llamado.   

 

El hombre es el lugarteniente de la nada; el ser humano está sos-

tenido en la nada y esta se asemeja al ser en tanto que no es ente.

 

Tales son algunas de las paradójicas sentencias de Heidegger. Con

ellas, reivindicó el papel que desempeña la nada en la comprensión

del ser que tiene el Dasein. La nada es el fundamento de la angustia

y abre al hombre al ámbito del ser. Nada y ser son lo no ente y, por

lo tanto, ámbitos trascendentes equiparables. Heidegger se separó

de este modo de la tradición griega — que no creía en la nada— y

 

también de la cristiana, la cual vio la nada como un absoluto opues-

to a la existencia o el lugar vacío del que Dios creó el mundo. Con su

 

novedosa interpretación de la nada, Heidegger demostraba de otra

manera la condición ontológica y existencial del Dasein, arrojado

a la existencia, sostenido en la nada, solo ante la decisión de ser él

mismo o no serlo; además, demostraba la potencia metafísica del

ser humano, «animal metafísico por excelencia». 

 

 

De la nada es todo ente en cuanto que es ente y por lo mismo de la unidad también.

 

En ¿Q ué es metafísica? Heidegger demostró cómo debía

procederse desde un punto de vista metafísico «auténtico»

 

con el ejemplo de su reflexión sobre la nada; a la vez, lan-

zó su propuesta de deconstrucción de toda la historia de la

 

metafísica — ya que consideraba que esta necesitaba de una

revisión y de un nuevo lenguaje— , y zahirió al Dasein para

 

que tuviera el valor necesario de formular las preguntas filo-

sóficas fundamentales con la libertad que le proporciona el

 

saberse sostenido sobre la nada — o sobre el ser mismo— , y

apoyado en la seguridad de tener la capacidad innata que lo

 

caracteriza de trascender lo inmediato y los entes. La meta-

física es algo connatural al Dasein, según Heidegger; gracias

 

a ella demuestra que es un ente trascendente: puede salir de

lo ente y abrirse al ser.

 

 

El descubrir cosas por parte del Dasein es una manera de

su estar-en-el-mundo. El Dasein es descubridor de los entes;

estos son «lo descubierto». Pero los entes son «descubiertos»

 

y son «verdad» en un sentido secundario, pues lo primaria-

mente verdadero es el propio «estado de descubierto» o la

 

«apertura» del Dasein, que, a su vez, posibilita y fundamenta

el hecho de ese poder ser descubiertos de los entes. Así pues,

 

en tanto que tal apertura pertenece existenciariamente al Da-

sein conjuntamente con el hecho de que este sea descubridor,

 

el Dasein mismo se halla en la verdad, «es en la verdad». Tal

afirmación posee únicamente sentido ontológico. Heidegger

no se refirió a que el ente humano sea poseedor de la verdad,

 

de toda la verdad, sino que la apertura y la capacidad de des-

ocultar lo oculto son sus fundamentos constitutivos.

 

Heidegger entendió que lo verdadero es lo desoculto. En

 

lo desoculto, en lo abierto es en donde se manifiesta la ver-

dad. También el ser tendrá que manifestarse como lo hace la

 

verdad, desocultándose en el espacio abierto que le posibi-

lite el Dasein, y este, para estar en la verdad del ser, tendrá

 

que dejarse sorprender por ese desocultamiento, que será

un acontecimiento para el cual tendrá que estar preparado.

Una preparación previa exige que el Dasein se libere de lo

 

ente, puesto que lo ente oculta el ser. Generalmente, el Da-

sein encerrado en los entes no está bien dispuesto para el

 

acontecer del ser; en ese estado se halla sumido en la no

verdad y en lo oculto del ser, sometido a su olvido.

 

Más la muerte de Dios es una oportunidad increíble para salir del olvido del ser,

Oportunidad que según Heidegger Nietzsche desperdicia pero ¿Es así?

Para nosotros hay dos movimientos ontológicos  transferenciales  el de la inversión

1→0

 

El ser pasa al no ser y se da el Dasein

Y el de la conversión

El no ser vuelva al ser para ser

1→0→10

 

El primer movimiento lo da Nietzsche el segundo es de Platón

A ambos Heidegger censurara porque en Platón el ser es idea y por lo tanto se olvida

Y en Nietzsche el no ser la nada es voluntad de poder y por lo tanto también se olvida, pero lo que no se comprende es que en estos entes el ser se oculta realmente para develarse, así Heidegger no   hacer otra cosa que revelar a Platón y a Nietzsche  cometiendo un grave error si se los deja de lado porque uno es realmente el revelador del ser en su unidad de luz ye l otro es el develador del no ser en su profunda oscuridad necesaria para que la luz platónica brille.  

 

 

«El Dios cristiano ha perdido su poder sobre el ente y

 

sobre el destino del hombre». Pero este «Dios» es, además,

 

la representación que remitía a lo «suprasensible» en gene-

ral y sus diferentes subordinaciones, esto es, a los «ideales»

 

y las «normas», los «principios» y las «reglas», los «fines» y

«valores», a los que se situó más allá del ente o sobre lo ente

a fin de otorgarle a este en su totalidad un orden superior y

un «sentido». Al «morir» Dios, su muerte arrastra consigo

todo lo que pertenece a su esfera. La muerte de Dios fue

 

aconteciendo a lo largo de la historia, lenta pero inexora-

blemente, y el nihilismo en sí es un proceso histórico cuyos

 

albores se remontan a la filosofía de Platón, el cual «inventa»

un mundo «suprasensible» que prevalece sobre el mundo

real de la vida. 

 

Según Heidegger, Nietzsche se mostró incapaz de com-

prender la esencia del nihilismo desde este punto de vista y

 

por eso lo hizo desde la perspectiva del valor y desde la moral.

Nietzsche pensó también de manera metafísica, firmemente

aferrado a la lógica del pensar metafísico; olvidado del ser y

 

de la nada, pretendió sustituir unos valores metafísicos cadu-

cos por otros supuestos valores nuevos que, desgraciadamen-

te, también se hallarían situados en el plano de la metafísica.

 

Su «transvaloración de todos los valores» consistía en

la idea de instaurar valores nuevos pero que nada tenían

 

que ver con la verdad del ser y de la nada. En este sentido,

 

si Platón proclamó el culto al mundo suprasensible, Nie-

tzsche quería instaurar la valoración del mundo sensible.

 

Si el cristianismo rendía culto al alma, él pretendía rendir

culto al cuerpo. Nietzsche tampoco superó la metafísica,

simplemente le habría «dado la vuelta»; he aquí el porqué

de que Heidegger lo denominase «el último metafísico de

Occidente». 

 

 

 

¿Pero que es la trasferencia? Pues es la metáfora y la metonimia la metáfora hace la unidad y la metonimia la nada que es ese transferir del cero, así el pensar verdaderamente es poetizar.

 

1→0→10 metáfora

10←1←0  metonimia   

 

 

 

 

la obra de arte es, ante todo, «elabo-

ración o construcción de la tierra». Levantar un mundo y

 

elaborar la tierra, hacerla presente, son, pues, los dos rasgos

 

esenciales de la obra de arte. Ambos, mundo y tierra, apa-

recen merced a la unidad del ser-obra y le pertenecen. El

 

mundo surge así fundado sobre la tierra y la tierra se alza a

través del mundo. Sin embargo, reposando sobre la tierra

el mundo aspira a estar por encima de ella, pues se trata de

 

dos realidades contrapuestas y enfrentadas. El mundo anhe-

la claridad y apertura, mientras que la tierra cobija y oculta

 

e intenta atraer el mundo hacia sí. Pero ambos se necesitan

y sostienen mutuamente, la obra de arte tiende a relajar las

tensiones existentes entre ambos; esta las armoniza.

 

En el alzarse del templo acontece la verdad. Ello no significa

 

que aquí se haya representado y se reproduzca algo de ma-

nera exacta, sino que lo ente en su totalidad es conducido al

 

desocultamiento y mantenido en este. El significado origina-

rio de mantener es guardar, proteger.

 

La obra muestra al ser de lo ente en su desoculta-

miento, el ente «brilla a la luz de la verdad» y tal brillo es la

 

belleza: «Belleza es un modo de presentarse la verdad como

desocultamiento», en palabras de Heidegger.

 

 

El concepto de claro será fundamental en la última filoso-

fía de Heidegger. El claro heideggeriano en el que aparece el

 

ser a la luz recuerda al claro del bosque, el lugar en el que no

hay espesura y está bañado por la luz. El filósofo dijo a este

respecto que entender bien qué es el concepto de claro será

comprender el sentido final de su filosofía. Volveremos a él

en el capítulo siguiente, dedicado al humanismo. 

 

 

Dentro de las artes como iluminadoras de la verdad del ser,

 

Heidegger dio una importancia especial a la poesía. Él mis-

mo en cuanto filósofo se consideró un artista del concepto

 

y la reflexión y un poeta del pensamiento, y no solo por-

que dejase escritos numerosos poemas ciertamente crípticos

 

y filosóficos. Pensaba que el arte, además de ser técne en el

sentido griego y originario del término, un saber, era además

 

potesis, de nuevo creación en el sentido originario. Heideg-

ger lo traduce como el dejar hablar a la verdad desde más

 

allá de lo ente. Más allá de lo ente está la nada. El artista crea

desde la nada, algo que no es ente actúa en él iluminándolo

 

y tomándolo como medio a través del cual se muestra la ver-

dad, o lo que es lo mismo, el ser.

 

Heidegger afirmaba que todo arte es en su esencia poe-

tizar, poema, en tanto que el poetizar es un dejar acontecer

 

la verdad de lo ente como tal. La esencia del arte, en la que

 

residen a la vez la obra de arte y el artista, es ese ponerse ma-

nos a la obra de la verdad, y donde mejor se observa su po-

nerse manos a la obra es precisamente en el poetizar.

 

«Poéticamente habita el hombre

 

sobre la tierra»; 

 

Y por último el tercer Heidegger el que vislumbra el sinseyn el ser integrado

 

01←0←1←→1→0→10

 

¿Podrá ese humanis-

mo traer al mundo los nuevos dioses que necesitan de verdad

 

los hombres para recuperar la trascendencia, para recuperar

lo sagrado y para pensar de nuevo el sentido del ser?

En su Carta sobre el humanismo Heidegger afirma

que el hombre es «el pastor del ser»; desde una

nueva concepción de lo humano tiene que cuidarlo,

 

abrirse a su luz sin caer en los entes y mostrarse dis-

puesto a la serenidad.

 

ser hombre significa estar dispuesto en

el claro del ser, y esta disposición lo diferencia de todos los

demás seres vivos.  

 

El hombre es hombre, añade Heidegger, porque ha sido

arrojado a la ex-sistencia; he ahí por qué es algo más que

mero rationale en cuanto que también es algo menos que el

hombre total, concebido a partir de la subjetividad de la

razón. Además, «el hombre no es el señor de lo ente, de

aquello que es capaz de conquistar con su razón». En ese

su «ser menos animal racional» el hombre «gana» en vez

 

de perder, puesto que «gana la esencial pobreza del pas-

tor», cuya dignidad radica en ese «ser interpelado por el

 

ser mismo que lo reclama». El hombre es, pues, ese ente

que mora en la proximidad del ser. «Él es el vecino del ser y

 

el ser lo reclama»; cuanto más humilde sea — es decir, me-

nos racionalista— , mejor sabrá atender a su llamada. Solo

 

así, será posible que el hombre supere su desarraigo y la

caída en el mundo, la inmersión en lo ente. En suma, como

el hombre pastorea el ser, se hace humilde para recibir su

llamada; solo así podrá el ser interpelarlo.

 

 

En

las etapas finales de su filosofía Heidegger también escribió

la palabra Sein tachada con un aspa con el fin de explicitar que el ser así escrito necesitaba de un nuevo lenguaje para

describirlo y comprenderlo. El aspa simbolizaba, además,

la cuaternidad que une a los hombres, los dioses, la tierra y

el mundo en el acontecimiento del ser, algo indescriptible

con el lenguaje humano y acaso solo percibido mediante la

reflexión y el silencio. 

 

Otra palabra que utilizó mucho Heidegger en los Apor-

tes a la filosofía es el término wesen, una fórmula anticuada

 

del verbo ser alemán. Heidegger anotó varias veces das Seyn

west; con ello ya no quería decir que el ser simplemente «se

da», sino que el ser «prevalece», que el ser se «despliega» en

el mundo. E igual que el ser, también la verdad «prevalece»

y se desarrolla o domina tanto como aquel; mas el hombre

no la capta, la olvida y la aparta para mantenerse la mayor

parte de su tiempo en la no verdad. 

 

En la serenidad se oculta

un obrar más elevado

que en todas las gestas

del mundo y en las

maquinaciones de los

hombres. 

 

 

El último mensaje que lanzó al mundo

 

apareció impreso después de su muerte en la mencionada

entrevista en Der Spiegel. En ella proclamaba hacia la mitad

del diálogo una de sus sentencias más celebradas: «Solo un

dios puede salvarnos». Parecía profetizar que la situación

del mundo tecnologizado en el que imperan el final de la

metafísica y el nihilismo es tan catastrófica que ni siquiera el

propio hombre podrá ser el artífice de su «salvación»; para

ello necesita de la ayuda divina.

 

 

¿Qué les queda a los pobres seres humanos, inmersos en

lo ente, anegados de ente? Al final de su conferencia «La

pregunta por la técnica», pronunciada en 1953, el filósofo

dio una respuesta: «La devoción del pensamiento». Solo si

 

el hombre aprende a pensar de nuevo podrá preparar la ve-

nida para su «salvación».

 

 

La ciencia no piensa dirá  Heidegger pero es que la ciencia no es ciencia para que lo sea el idealismo debe ser absoluto y el empirismo puro logrando la comunión de ambos revelando y develando así al Dios escondido que no puede ser nombrado y que nosotros conocemos como el logos o el verbo no enunciado aquel que religa y desliga todo para volver a religarnos.  

 

Pero ¿Qué  es lo que tiene que ver Heidegger con nosotros?

Todo y nada ya lo decía Gamaliel Churata nuestro problema es ontológico  y entonces lo que nos toca pensar es ese mestizaje esa choledad que inicia con El Inka Garcilazo de la Vega  como un proyecto ontológico

https://www.youtube.com/watch?v=vMhXkYPpV4E El inca Garcilazo y la invención del Perú

Entonces no se trata de una raza chola sino de una permanente transferencia para logar el país de todas las sangres ese es nuestro proyecto de permanente alteración ontológica en una cibernética de tercer orden:

Lo primero o más bien la nada antes de lo primero

 El teatro loco juego transferencial

10 Teatro loco interactivo  

 01 Teatro loco arte interdisciplinario

1→←0 Teatro loco Alteración de sistemas

0 0 1→←1 Teatro loco poética de la calle  

1←→0  Teatro loco Biotejido

Ahí descubriremos la experiencia cero

Ahora si lo primero :

101

Símbolo Evangelio de la Matria primera contra alteración

 Religiosa

1→0→1→0→1→0

Imagen poética El arca de la libertad contra alteración artística  

1→0→1→0→1→0→1→0→10

Concepto la cocina del sabor espiritual contra alteración filosófica  

10←1←0←1←0←1←0←1←0←→1→0→1→0→1→0→1→0→10

Comunión Sintérgica, Sintransferencial, Sincrónica, sincausualidad, sinsein

 

 

10←1←0←1←0←1←0←1←0 Voluntad 7 ensayos bidramaturgicos del no ser peruano alteración biodramaturgica  

1←0←1←0←1←0 Deseo Comunidades en biotejido alteración redeconstructiva  

010 Trabajo El santo evangelio cómico según San Juan alteración Científica 

 

Primero son las alteraciones y estas estaban ahí pero no nos dábamos cuenta el verbo actuaba en nosotros y no lo notábamos, así que empezamos conscientemente con las contra alteraciones en una lucha contra Dios pues bien Dios ha vencido y por eso podemos decir:

 

De tal manera amo Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito para que todo aquel que crea no se pierda más tenga vida eterna. 


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