El pez de oro
Vivir en caverna, en la caverna
y para la caverna, con el infracturable destino de la unidad vital, que no es
más que el gozo de la fertilidad. Y como no se puede estar vivo y muerto, ni
estar en dos naturalezas, ni, objetiva y simultáneamente, estar en dos sitios,
hay que estar en tensión láctea, que el punto de la tensión es el punto de la
caverna.
Maduro tu colmillo, maduras las
espigas, Kkori-Puma; enciendan tus gruñidos su hoguera de Wiphalas. Dirás que
todo esto es trino sólo y como trino con que arde su caverna ni comienza ni
acaba.
EL PEZ DE ORO Mira, el olor de
mi hijo como el olor del campo. La Torah TRENO ¡Ala, hala!... Hombre thantoso,
hombre despojado, varón: hambriento: te mantuviste tibio en medio de la fiebre;
te mantuviste tibio en el algor del hielo; frente a las erizadas bayonetas
tibio temblabas; cuando los rayos flagelaron tu lomo, t.ibio aceptaste su
flagelo. Si los pumas treparon la montaña, tibio miraste al Khori-Puma. Te
mantuviste tibio en el canguro tibio te devoró su bolsa hambrienta... Ahora
estás al rojo vivo pero ya fuego no te oye; ahora tienes la temperatura de la
nieve pero el hielo no creé... ¡Ala, hala!¡ l. Héme aquí, padre Sol,
Lupi-tata... Para vivirte en una alborada me engendraron (y me engendraste),
para vivirte en esta ebriedad de veinte años inobjetables, hambreados y
objetivos. Ni labrador soy, ni tu caminante me hacen, y así como a orar, y a
látigo y lapos me obligaron, a quien debo me callaron. Mas oigo en ése, y creo
en mi; porque el hombre sueña, y como sueña vive, y como vive ama, y como ama
paga. Sórbete mi caligrafía, mastica mis Hermanos míos, digiere. mis
acreencias, que me postro frente a ti, Padre fecundo, que los awichus adoraron,
y que yo, perdido el sabor del fruto, no puedo ni adorar ya. Ellos medraban de
las chiara-imillas que haces germinar en los surcos, de los hisañus y las okhas,
de la hawasa y la shirimuya. Sin embargo de estos mis viejos días de tierra,
pues ellos no me nutren, ya no me alimento de esos frutos. Yo soy tu hawasa, tu
choke; tus okalis y tus uyukus; soy tu fruto, Padre Sol; soy Aquél de quien hay
que comer. Yo me alimento de tu fluida sustancia, de resplandeciente coágulo,
ése que ofusca y taladra en el punto en que tus rayos no matan, aunque hieran.
Comprendo que unos pocos puntos luz más allá de tu seminal california, palabra
solar tendría para invivirte; y este pedazo de la Pacha-mama en. que me paro,
nada más que en témpano flotaría la inmensidad del átomo. Pero estas, y estoy,
en fuego genésico, y puedo conducirme como un fuego fecundo. ¿Adviertes ya la
presencia del yoka que espía desde mis ojos negros? No; no has querido mirar
aún a esta burbuja del polvo. Pero así .me adelanto a caza de tu centella. Y me
arrobo en tu incendio; en El, en quien labras tus estigmas; en mí, en quién
pones su relámpago. No me perderás de vista, Lupi-tata; cuando en el lodo sientas
que. arde tu centella, te dirás: ¡Por ahí va El! En los ventisqueros de mis
noches y en la noche de mis estalagmitas, te siento; padre ardiente del hielo y
del hombre.. . ¡Lupi-tata! ¡Lupi-tata! II. Si. como la hormona la juventud
fuese eterna, agudo espasmo en el hielo, locura en la calígene. Pero es sólo
parpadeo. del rubor en el pétalo; y cuando de ella. pedimos arrebol, ya nos
acometen sus pudores lívidos. Sin embargo, si el hombre no es hormogónico, fue
el privado de juventud; que la juventud es perennidad de gozo, guardianfante de
los rubores de la sangre y repugna otros tules que el sonrojó de la mejilla
virgen. Es hormona en estado eufórico. Ella, el principio que patina los
rubores del caos, porque es su enamoramiento de la vida. El hombre hace más que
rechazar su activo cautiverio; tanto que cuando le suspende el espectáculo de
la tierra en estado volcánico no ve el hormonal hervidero de su sangre, sino el
lívido hervor de sus ojos. Tirarse fuera del universo, en planos, plenos,
pinos, despojarse de las curvas y de la curva radical que germina en su
hormona, es cuanto hace, alevoso cuatrero de sus embriones, que sólo le trinan
en el fuego del volcán y los hígados de la calígene. En una nebulosa comenzó
hacerse hombre la semilla; y en tanto el hombre germine en nebulosa será la
semilla del universo. Lo horrendo para él es que persigue un orden linfático
para su germen, y por darse un ser, niega el sér del Universo. Esperemos que el
hombre se percate que no se vive sino en juventud, y que la vida es tal porque
es la perenne juventud, el espasmo hormonal, la dentadura activa que arranca la
sustancia al caos. ¿Sin hormona el hombre? Pero sin juventud la hormona no es
hormona. Desconoce la vejez; si ha de inhibirse, se va joven; ignora la
vergüenza del cayado. Ya el rubor prende en los carmines de la imilla; es que
ha llegado a la edad de la entraña que besa.
Ese el punto de la fertilidad y
el instante nutritivo. El eterno instante de la vida. ¡Tumbemos las escuelas y
a sus lívidos! Si me prometes venir en El, y con El, hijo mío, acabaré con
cementerios y catedrales. Qué majestuoso el Cínico harapiento echando a rodar
soles de oro por el Cranio, y diciendo al soldado: "¡Quita, pendejo:
primero es el Sol!"... Qué caligénico el Estoico macerando en tizanas
sofisticas la cicuta que le revelará su inmortalidad de animal. ¡Si es un niño
loco! E ignoraban que el niño loco, sin caramelos ni pandorgas, fiándose los
cobres de la noche y los amaneceres, hincaba las pupilas, insomnes, en su caos.
Ignoraban que si a la escuela prefería la Chinkana, era por que en Ella le
nutria El; le nutria con lengua sabia, y pulía esa 'lágrima de ámbar que
secretan sus huesos. No llores. o llora. Sacha-runa: algún día la roña será más
el déspota del caos. Ese torturado que en mi se torturaba, ¿quién fue si no El?
¿Quién fue si no Tú? Si América no mira en El, y no cree en Ti, perderá las
hormonas. —¡Piupiu -¡titit! Siento que si la luz trina, todo me empuja al
lívido. HARARUÑA Desque te echaron de la Escuela, ya no buscas campo ni
chinkana. Pero, es que ahora eres chinkana; eres campo con cielo y con
estrella. Ahora en tus ojos Thumos lagrimea. Ahora es que pesa en oro tu
latido. III. ¡Mi Diario!... Toda la razón a quienes te llamaban, cuando por
jumencia, cuando por piedad: ¡el niño loco! Tu Diario... No; no huevees:
peripecia del fermento. Y así estará bien el fárrago de gangochos de tu
papelería, que ella al menos está en gangochos; en cambio, tú... Y, a pesar de
la antirazón, me sentía obligado a taquear la escopeta, pues tacándola afincaba
las atmósferas de mi pólvora. ¡Debes escribir si vives! O de otro modo: Con
kellkas de piedra en los huesos es que te parió la buena de tu madre.
Escribiendo se vertirá tu caos, y, ya podrás arrullarte y waltearte a ti mismo.
Y poco te haya si interesa o no tu chullpateo, sabido que te interesa a tí, y
que es el tuyo, y no el del mundo; el verdadero interés del mundo; que lo
quiera, o no lo quiera, siempre gobernó tu necesidad. Pueda que tu canción
después se parezca al Diablo. Quiá... "Escribe como si los Diablos fuesen
justos". Mas no olvides que por justos hicieron que Zeus engendrase en la
ternerita hija de Inaco. ¿En quién si no había de engendrar ese macho cabrio,
sino en la ternura? He aquí que la ternura del cabrero hizo dios del cabro
Olímpico. ¡No te pelees contigo, Supaya! IV. Si entre tú y tú, no hay otro:
¿quién miente? Nadie te impuso el garrapateo de tu “Diario". Así: si entre
tú y él, sólo El de engaño puede alegar, mira que tus verdades no le caigan, y
aunque la realidad con sus oros te empobrezca, dale siempre hartazgo de
realidades. Así quedarás, rico tú; nutrido El. ¿Por eso habrás de echar tu
realidad al silo de las ferias como le echas tus responsos? Tu realidad quiere
mendigos y chullpa-tullus, que ésos tienen hambre y quieren ternura; no
verdades. Deja éstas para el aguamanil de Poncio, el que contagió la sarna a
tus mistichos. —¡Así, así: muy bien, "Escribe claro, clarito”. Te
adoctrino en el viperino de Bernardino.. ahijuna, franciscano de"
Franciscos...
HAYLLI Ahayu del chullpar; Oro
del lloro... .XVII. Este, el más viejo de mis estratos. Cuando forcé a la
Virgen María a revelarme por cuáles tazones no me alimentó de su moreno seno;
se redujo a mostrármelo apuñaleado y sangrante. Si; tuve otra madre: la tierra;
la india Margacha. El día inundaba :hasta la galería de los hukuchas. Sol
titikaka. El rebozo, de un challante rojo de coágulo, cayendo sobre la plizada
y austera pollera negra, dos ojos, ni extraños, ni desconocidos, se detuvieron
junto dl cedrón. Domingo. —¡Guagua! ¡Mi guagua! ¡Guagualay! Rechinando dientes
mientras angustiosos trabucaban entre los rapazuelos, en esos ojos una lágrima
temblaba buscando a su guagua. Luego la reconocieron imillas y llokallos.
—¡Mama Margacha! ¡Mama Margacha! La abrazaron; la besaron. Mirábala atónito,
petrificado. No sé si llegué a esta idea; pero siento ahora que la miraba como
quien de pronto se mira a sí mismo. La india volvió a arrullarme en el regazo;
y yo me sentí guagua en el regazo de la tierra. En su proletaria humildad, gran
señor siempre, el carpintero me señaló sitio en la mesa junto a Mama Margacha;
y por toda explicación, musitó: — ¡Eres su hijo!... Este el más viejo de mis
estratos. Si me prendía del ñuñu, no debía estar más allá del primer año de
existencia. En el recuerdo de un sueño soñado veo árbol muerto cuyas raíces,
vivas, se han incrustado en el centro del mundo, cuyas ramas se perfilan
epilépticas sobre el cobalto del Titikaka. Y allí, las mamalas del "Hotel
de los Agachados", que parten de su olla el chupi con los aparapitas; hez
lacerada y hambrienta de este paraíso de los Gamonales. Sobre todo veo, y
siento más que veo, que la mama Margacha extrae el pikchu de la boca, y para
hacerme de tripa fuerte como el anu, lo exprime en la mía. ¡La kukita de mama
Margacha! Era un tronco del Hatun Kolla; y era parienta de la Virgen María, No
he vuelto a verla. Cuando la recuerdo, en la cruz me sofoca el gusto de su
coca, y me cae de la espina extraño sabor a hueso podrido. Pero, al último, el
gusto de su co.ca se ha tomado para mí el gusto de la verdad: por ella es que
he vuelto.
Me escurro. Siento que me
escurro. Siento que no soy, que jamás fuí, que seré ya nunca. Me escurro. Me
escurro. ¡Ah, así te labras! ¡Así te modelas! Así te; harás piedra y serás montaña!
¿Me he perdido? Buscadme en el hampatu. En los ponchos. Buscadme en las
chuspas. En la chinkana de las khawras. Preguntad al Waksallu, al kitki, al
wakaycholo. Y si nada saben; parad. Habrá sido inútil.. El torcedor y la
vergüenza me habrán sepultado. ¡Infeliz carpintero que engendraste bazofias!
!Pobre Virgen, venida a menos.. que pariste hokollos! Mi padre de ha recogido
de la calle, donde yacía ébrio y destartalado. ¡Oh, fragante amanecer de mis
chikchipas! —Mira, hijo mío: ¡no me mates! Acabar así es acabar con tu padre.
Todo se reduce a una cosa bien chiquita: abre tu corazón y deja que Dios
regrese a él; que vuelva a su nido el pajarito amoroso. Ya te cantará, te
cantará. ¡Ah, cuando su trino te enloquezca! Tú no sabes... ¿Trino? ¿Trino has
dicho, varón entre varones, el más noble y sabio de los hombres? ¿Trino? Si,
padre mío y de mi hueso: ¡trino!, ¡trino! Abriré el corazón al pajarito
amoroso, y enloqueceré, desnudo, con su trino... XXX. Oh, fragante amanecer de
mis thikchipas. No tuve necesidad de hacer mi camino fragante. Lo hicieron
ellos por mi amor y el de mis trinos. Han venido los Allkas de Utawilaya, los
Campillas de Pillapi, los Chokes de Watisa, los Pachos de Konkachi, los Mamanis
de Mañaso. ¿Quién se lo mandó? ¿Quién les mostró mi camino fragante? El
Pako-Achachila lo ha leído en el fuego de la fogata; la Mama-Kuka lo entona y
salivea. ¡Pasen, hermanos! Si tardaba en ir, han, venido ustedes. Es lo mismo;
y es mejor. Pero ya no son Allkas, Champillas, Chokes, Pachos, Mamanis. Ahora
son el Khillikhlli,. la Chusekha, la Chiarauma, el Theskho, el Hampatu. Son
Khenayas, Orkhos, Warawaras, Pakchas... ¿Y quién a éstos lo contó? Ah, Theskho,
bribonete;. fuiste tú, a quien se lo fió el taimado Lakhato,
pues él me viera llorar un día
cuando entre los gringos hisañus me buscaba. Mejor así: mi corazón estaba vacío
y en él, casualmente, caben ustedes. Penétrame para siempre, Khantati-ururi,
estrella de mis trinos; y, tú, hermano Titikaka, con tus cargas de challwas,
balsas y balseros, con tus verdes totorales trinadores... —¡Chio-khori!
¡Chio.khori!... ¿Dónde bogas? ¿Dónde trinas, Khori-Challwa? Ya se rompe la
cáscara del Hake. ¿Qué te retiene, Achachila- tata? Y tú, Huturi, que chicoteas
con tu cola de fuego cuando en el lago se duermen los balseros: ¿por qué
tardas? Barrigoncito Anchancho, y sobre todo no me temas. Y en un trueno, de
las nubarras: cherekañas, kurumpilas, yarakakas, pichitankas, korokutas,
allkamaris, pariwanas, osles. phanas, chenkos, tiutikus, thayas, kurmis,
okamamas, thosankeyumamitas, Lupi-tata, Paksi -mama. Son el villancico de la
Margacha. —-¿Y tú, Khori-Challwa? ¿Qué espera EL PEZ DE ORO? Cerraré mis
compuertas, y no las abriré, pajarito; no las abriré trinan tus
relámpagos...
Ya florecieron las Khantutas. La
imilla me mama de tanto que me ama; y si de mis tendones arranca la flor de la
hawasa, yo en sus senos abrevo el aliento de hawasa en flor. —¡Sol, Padre Lupi:
miró este vientre!.:. Ya soy un hombre. .."Mira, el olor de mi hijo, como
el olor del campo". ¡Tenemos qué huir, imilla! ¡Tenemos que huir a la
charca! La poesía crepita y revienta salvas de camaretones en mis ojos. Cuanto
toco se vuelve canci6n. Cuanto miro, danza, y danza la tierra bajo mis plantas.
A trueque de kilómetros de lengua, llegaremos a Orko-pata, y vencido el
centímetro de lodo, además de los jardines Se abrirá un panorama proyectado de
ellos, macerado en los sonkhos: ¡Mi hijo! ¡Hijo mío! —¡Guaguay! ¡Guagualay!
XXXVI. Chorango cholero, retiñe tus cascabeles. Dícenme que el charango no es
indio, y es, quizá. lo contravención de la bandurria, reducción cervical de la
vihuela. Tal vez... Pero yo me sé que en Berlín, o Londres (donde a América y a
los kuikos americanos nos catalogan en nomenclaturas darvinianas), hay ceramio
inkaiko que demostrara, si se lo pidieran, que el indio poseyó un guitarrico
tan semejante al charango. Mas, aunque así no fuera, aun siendo hispano, o por
ello mismo, atestigua la apropiación, adaptación, transformación que América ha
consagrado de un instrumento de cámara (será así), que expresa lo más primitivo
de su pánico. Y qué: ¿ocaso los mestizos no somos vihuelas cordobesas en que
charanguea el indio? Un charango a la gineta es el Supay en cueros que provoca
al pecado fecundo; y bien de amores tristes se queje o soliviante a los
padrillos, sus cuerdas de tripa y sus nervios de metal khaswarán sobre las
mismas lacerias de la cruz... Arcádico es el pinkollo, lírico y hasta
litúrgico; saudosa la khena, llora penos negras, y cuando apreta en el silencio
de los ayllus no sé: vienen ganas de mascar la cruz. Sólo el charango traduce
al marka-masi, al cholero del wakaycholo. Pero no te lo agarres laminitas
corticales, como el Stradivarius, si quieres hacértelo unito. Busca la concha
del Kirkinchu. Sólo entonces sus voces las del trino, sus lujurias las de la
selva, el Sacha-runa, las ciénegas. Es un Kirki, se dirá en los siglos
venideros del hombre que pactó con la muerte. XXXVII. Ya estamos fuera. La
cazurra balumba llega con el ladrido de los gamonales y los karrajuskas del
clarín, de que enhuevan los gallineros. Al amparo de romperüidos y vegetales
pararrayos, el cuerpo se abandona, nos poseen aires azules y fluye la paz del
agua. HARARURA Mirad, lakatos: chamusca el Sol la dura piel del hombre; raja el
ácido berrocal, que morder no pudo el diente de los siglos, Oíd, lakatos: el
Sol con el amor juegan al arco. Y si thikchan un chocho con la vida... también
thikchan chochitos con la muerte.
Bien está. Escribe ahora... Esto
se hizo a la medida de tu sueño. Este, el nido en que emplumará tu paisaje. Y
es que de tu ala viene, y es tu dinamo, y no porque fuera hecho antes que tú,
sino imitando prismas y pirámides de tus cristalizaciones. Mas hasta verlo, y
succionarlo, como la imilla te succiona, no alcanzaste a penetrar en su
instinto magnético. Y así tampoco penetraste en la magnética de lo indio, nada
te dijo la decorativa de ariwallus y mates, ni sílaba te alcanzó de sus piedras
totémicas, de sus khataris hieráticos, y menos del Suchi trabajado en la
teogonía de EL PEZ DE ORO. Esa magnética no era un espejo paseando su
innocuidad en la vida y cabe las cosas; era una gana de trizar montañas, y
entrañas, de extraerles el Haipuñi y los Anchanchos que por ellas. circula. Esa
gana enigmática, que tú bien sientes, se dirige de la superficie estólida a la
profundidad oscura, moviente y prolífica; es raíz, no flor. ¿Por qué lamentar
si te falta historia escrita del Inka, si hay otra, sensorial, tallada en las
anisotropías de tu sangre? ¿Que está muerta? ¡Wakra! Saberla encontrar es todo
el problema de América. Agrega: vivir no es ciencia; es arte.
LA CAVERNA Presumo que me leen
Challwas. Y que no pocas veces se habrán detenido a observar su vida en el
Titikaka, si no con el, moroso deleite de un Paracelso orestiano, el genio de
la sistematización del Abate Spellazzani o el primor ictiológico de Agazzis, al
menos con la humildad de los Pumas. A simple vista la del habitante lacustre se
mostrará como una existencia sometida a la fatalidad de las paralelas, si no
hay alborada que de allí los challweros no salgan en sus barquichuelas cargadas
hasta la pakha-thusa con el fruto de las diestras khenchadas que cuentan
milaradas de cadáveres. Y no es así. Según los cálculos eistenianos las
paralelas no pueden desarrollarse indefinidamente, pues deben acabar en un
colodión que sin matar impida la circulación de la sangre. Extraído el aserto
de los campos de la física, no puede menos que procurar alivio. Vida y muerte
no conformarán el paralelismo siniestro que origina todos nuestros infortunios.
Un día debe primar una de ellas: la de veste inconsútil o la del harapo
miserable; y será la que sea capaz de dentellar más vivamente y de incrustar
más hondamente la zarpa. Y es que el infinito de las paralelas es finito por
naturaleza, pues condición esencial para ellas es subsistir en un campo neutro,
que puede ser el vacío o algo así, irreal, por tanto, semejante en todo al que
hace equidistantes vida y muerte, materia y espíritu, bien y mal, dios y
diablo, ¿Será el tiempo? Entonces lo único infinito es él, pues les contiene,
y, contiene la causa y efecto sin ser una ni el otro. Dios en manos del tiempo
es tan finito como la vida. Pero si la muerte es la negación de la vida, y la
vida es naturaleza, ella necesariamente debe ser no naturaleza, y entonces
resulta tan sin naturaleza como el tiempo. De acá se puede deducir que sólo
tiene naturaleza lo que no es naturaleza. Y la muerte, que comporta esa rara
entidad, lo único real, preexistente y subsistente, Natural es que volvamos por
los fueros del buen juicio y nos percatemos que en cuanto individuos y cosmos
somos una irrealidad animada en su irrealidad. No ser es la única manera de
ser. Y Dios es Dios porque es el no sér. La astronomía clásica admite la
existencia (si el vacío puede existir) de grandes bolsones de vacio
interplanetario, en donde el mecanicista de la teología estima que residen las
almas bienaventuradas y, consecuentemente, los dioses. Si es posible tan
extraño fenómeno se colige que esos bolsones de vacío no son sino el vacío total
que efluye por las ranuras galácticas y que es el continente del universo. Un
día la surgencia nos atropellará y quedaremos borrados del cosmograma, con
pico, bigote, brevarios y extrema-unciones. ¿Vale la pena permanecer un día
más? No; de manera alguna. Le daremos al vacío el gran espectáculo anticipado,
pues convenidos todos los seres vivos nos autoeliminaremos antes que lo haga el
vacío implacable. El Pez, no requiere de meollo cientificista para rechazar tal
absurdo; si hay algo evidente para el es que está, y no en el vacío sino en el.
Si el Pez poseyera la mentalidad del teólogo, aceptaría que su destino es el de
la paralela, y que la vida es tan ambivalente como la muerte y representa,
inevitablemente, la mónada del valor en la cual, y con el cual se adquiere una
naturaleza que no es muerte y es muerte y es vida. Tras esto queda más que
cerrar los ojos, apretar el cinturón, y, de cabeza: la inmersión en el valor.
Que se requerirá valor para esto, indudablemente; pero nadie más osado que el
que no tiene otro remedio. Han desaparecido las jerarquías y las escalas de
valores porque el único valor es la nada. Désele el nombre que se quiera:
beatitud, nirvana, inconciencia, lo cierto es que el teólogo no conoce otro
camino que la negación en el vacío. El Pez tendrá la prudencia de pacer
"vacío" en sus orejas antes que no le envenenen doctrinas tales. Para
él la única manera del ser es el estar. Y sí no se está en sí mismo no se puede
estar en parte alguna.
Es del valor de un imperativo
categórico que el Pez este en infinito, y que el infinito sea en tanto él es
infinito. Y siendo así su espacio es mónada. La idea de muerte le sería
admisible á condición de que el Pez pudiera no ser Pez; pero si el Pez deja de
ser Pez; el infinito deja de ser infinito. Aunque participara de la
autoeliminación universal, el Pez no puede no ser Pez, ya que lo consiguiera no
liquidaría al Pez sino a la Vida. No hay paralelamente bajo el agua; y de ella
están excluidos el terror, el temblor y el torpor: se vive en la dulce placidez
de los bienes poseídos por medios lícitos. Y como se carece de cronómetros,
tampoco el existe el tiempo y se vive en profundidad espacial, o sea en función
de tensión de la materia, que no es tiempo, que este sería inmutable e
intensible. Entonces la caverna del infinito no será el universo, ni el tiempo,
ni la nada: será la vida. ¿Entiendes, Plato? Sólo se puede ser en mónada. Es de
saludable consecuencia que si el hombre no hubiese olvidado estas expresiones
de la realidad se beneficiaría con el temple de su incenescencia, sabiendo que
en tanto está —y no puede no estar — está en belleza, en euforia, en salud, en
plenitud; y que es su vida la braquia por la cual obtiene la vida el oxígeno
que nutre: El único pecado consistirá en negarnos, a causa de que al negarnos
negamos a la vida. Pecado horrísono migar con la muerte, admitirla, brindarla
sitio en el banquete, y darla a comer dé la carne que llevamos y la cual vive
de devorar, ciertamente, pero no cadáveres, sino vidas. En suma: afirmar: hoy,
mañana y siempre. ¿Estéticamente se podrá algo que no sea la afirmación de
valores de la vida? Perseguiremos con ella la integridad del ser, siendo lo que
en el agua: Peces; lo que en el corazón: Peces lo que en el limo que habitan
los Khausis: Peces. En este terreno no cabe misterio alguno ni
consubstanciación de ente y sustancia; porque si todo no es materia, es porque
todo es entelequia; y maridar la muerte y la vida para sacar vida, etéera; la
materia y el espíritu para sacar angelidad; el vacío y el éter para sacar
electrones, es reincidir sobre el desprestigio lugar común de que somos la
medida del universo en tanto seamos capaces de negarnos en el ente. Vivir en
caverna, en la caverna y para la caverna, con el infracturable destino de la
unidad vital, que no es más que el gozo de la fertilidad. Y como no se puede
estar vivo y muerto, ni estar en dos naturalezas, ni, objetiva y
simultáneamente, estar en dos sitios, hay que estar en tensión láctea, que el
punto de la tensión es el punto de la caverna. Asimismo, América no será
Hispanoamérica: es España o es América. De la misma manera que el Pez que es
Pez sólo en Pez. ¿A más de la flor las flores se propondrán finalidad para
amar? Se proponen la flor, como el Khori-Puma a El y así alcanza su profundidad
y la suya. Pues que América haga como El y se propaga el infinito de EL PEZ DE
ORO, que nunca falta en la profundidad del hombre y es el arquitecto de
profundidades. Esta su Ley: ¡Adentro; más adentro!
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—¿Qué buscas en tus indios
muertos? El indio le respondería: —Busco a mis indios vivos. —¿Y qué en estos
indios antiguos? —Busco a los nuevos. Pero, el maestro Eckhardt fue una especie
de precursor del test psicológico, y aunque fil6sofo teologal, en ciertos
ángulos de su examen procede con metodología de metafísico y pragmático. No
quedaría satisfecha su curiosidad si al mismo tiempo no lleva la encuesta a la
zona del mestizo o criollo. Veamos los frutos que obtiene. —¿Qué buscas en tus
mestizos muertos? —Seguirá silencio que puede durar siglo de logorragia
parlamentaria; as al fin el mestizo dirá: —¡Nada! ... ¿Escolio alguno del agudo
teista? Tal vez: "Nada busca quien nada es"... Ya no requiera
dirigirse al gentil criollo, porque lo que éste persigue de sus antepasados es
el pergamino nobiliario. Y si no le halla auténtico, le falsifica o regatea en
las martillerías. Por ese lado el pascaliano vacío.
Cuál la Abracadabra? En los
indios de hoy deben estar los indios de ayer; ó estos indios no son indios. Ya
que sólo está el que estuvo, o el que está, y se dice, no es... Nada será sin
estar. El "los muertos mandan", de Karl Marx, sonaba a paradoja para
quienes no observan que el Materialismo Histórico debe ser mosaico en lo fundamental,
por tanto secuela de mesianismo profético. ¿Pero, Marx entendía que los muertos
mandan por que los muertos no son los vivos? En ese caso su pleroma búdico no
poco y hasta tomista. Mas su paradoja se concreta ahora, puesto que podemos
decir, sin anfibologías, sólo tiene autoridad el que ha muerto (por eso puede
mandar) y autoridad de sabio aquél que sabe que el muerto es él. El círculo se
cierra. Hay muerte por parte alguna. CXXXV. De sólo un dolor se duele: la vida.
Si los muertos nos duelen es porque les dolemos; y les dolemos allí donde nos
duelen: nosotros. Se podrá sentir lo que no está... Y, así, los muertos de
sentirse es que nos sienten y de dolernos les dolemos. ¿Si lo que más duele de
América es el indio, será porque está muerto? No parece. Si el indio nos duele
es porque nada hay más vivo en nosotros que el indio. Y si nada en el indio
duele más que América, será porque sólo en el indio América está viva. Observa
que al abrigo de tus alondras sapos venenosos fornican en tu corazón: están vivos:
no pueden evitarlo. Ni ellos saben morir. Somos necrademias que andan. El
"ego" unidad en cadena. Cargas vivos a tus muertos desde el infinito.
Inevitablemente eres sólo en ellos. Vivir: Imbivir.
Ninguna mujer es madre sin
romperse. No hay luz si no hoy incendio. No estampa "idea" sobre el
papel quien fue incapaz de romperse desde el antropomorfo y con el
antropomorfo. Es que ser en nacer. TOKHAÑA —¿Por qué la mujer bella, si su
belleza ignora, más bella? —Porque está en madre. —¿Por qué a si misma la vida
no se siente, y en nosotros arde? —Porque es la parida. —¿Pero, entonces, di:
algo más púdico hay que la tempestad del genio? —¡No!... Porque es tempestad de
partos. —¡Bha! jBha! Todo lo sabes. Mas sabrás si el abrazo con que a Tanatos
el fiero Herakles a devolver obliga la vida de la mujer casta; es el de:
"¡Heliogábalo, fundador de ciudades: bebe, vive al día!"... O es del
que "sospechó que los dioses lloran?". ..
También llorando las mechachuwas
fecundan el embrión de la Chinkhana. —Entonces, abre el pico, Waksallu, y
cátanos los Trenos y los Trinos de EL PEZ DE ORO. ¿Treno es de tu alma? ¿Su
matinata puerperal? ¡Símbolo de símbolos haces de El! ..
WAYÑUSIÑA ¡Ni el ñuñu de fuego
de la tawaku , quiero; ni la fría leche de la estrella espero! ¡Ellas, y el ojo
de las Khawras, serán para mi guagua, que ya viene...
HAYLLI ¡Khocha, Khocha-mama! EL
PEZ DE ORO Challwa de tu oro es, embrión del Puma de tu Chullpar; del Champi
muerto, lágrima viva. ¡Khocha, Khocha-mama: abre tu fiufiu verde al oro de su
lloro!
Mas ni en EL PEZ DE ORO (ni en
símbolo) sería posible una existencia sin un público para quien existe y el
cual le alimenta menos con su admiración que con su voluntad. En todo drama, el
drama es tanto del autor que lo ordena como del público que lo concibe, y es
preciso que el se haga existencia en cada uno de los espectadores para que
hiera los resortes vitales. Es que somos en El y El es en nosotros; por lo que
siendo en nosotros, ya no es drama, es vida. Es decir dolor. El ovario que lo
contiene, y en el cual germina, del cual extrae los jugos amnióticos que le
permiten conformarse, su plafón; harmónica, color, tienen un nombre: miel;
haciéndose necesario que el dolor sea miel, y atraiga. La miel de la abeja nace
de su ponzoña; y es que lo único fértil es el dolor.
HAYLLI Un día, en los meteriosos
ideoplasmas, todo esto estará escrito. Y se leerá, además, que si el dolor los
átomos de la chullpa destroza, es porque en ella, el Hijo llora, y se
sustancia...
HARAWI ¡Hila, hila, guagualay!
Más que sabio fue bueno quien el kaitu inventó. El que sabe hilar tiene la
fuerza. Para hacer cordel de tu vida, reúnete cordel. De tu sangre saca el
hijo, si en tus nervios está y en tu hueso. Bronco será el primero. Pero, otro
hilito bronco sacarás, y otro, otro, y otro. ¿Los kaitus de tu carne no ves? Y
nada más kaitu que tu carne. Si entiendes el harawi, fuertes serán tus kaitus. ¡Hila,
hila, guagualay! ¿Acaso de tu corazón Kaitu no soy?
Hilar, hilar en la rueca de la
estrella, de que procedo, y en que me contengo. Un día, para volver a la
Warawarani, fugaré de la Warawarani. Ella gravita en. el hombre y el hombre
gravita en ella, El polvo vivo viene de la estrella. Pero las estrellas vivas
vienen de los chullpares. HAYLLI ¡Nunca mirarás, guagualay, si no es con tus
ojos, guagualay!
Madre me ordenó henchir el santo
germen del silencio, pues el que germina debe ser silencioso. Así su telepatía
fue tokaña de estrellas, una para cada día de la noche. CHIO-KHORI El oro , que
vuela es oro que trina. SONKOIMI Sonko tuyo mi sonko. Corazón, mi corazón más
tuyo que mío. KHORI-CHALLWA Si el agua no arde no es oro, guagualay... Ya en ti
el oro arde, y en el agua, guagualay. KHOMER-KHENTI La pluma se pulverice para
que trine el oro; que pluma que no trine, trino será sin oro. LLOKALLA GUAGUAN
Te parieron con barbas, y aunque pareces guagua, eres la guagua de las barbas y
las barbas de la guagua. SACHA-RUNA En un árbol te acunaron; sus ñuñus te
nutrieron. Un árbol fue tu padre, una raíz tu madre.
HAYLLI ¡Levántese del chullpar
EL PEZ DE ORO! Mientras dormía me clavaron su cruz. En la cruz de sus ojos ya
florece mi lágrima. Se alzarán los chullpares el día de mi lágrima. Su verbo ya
sazona y se bruñe en mi lágrima. Cenizas de su madre palpitan en mi lágrima.
Danza, alegre, y le bendice mi lágrima. Que ascienda el Pez a la cruz de mi
lágrima. No tema que el barbudo le gruña tras mi lágrima. Sea entero; no se
fraccione en mi lágrima. Peñasco tierno de su cuerpo es mi lágrima. Lupi-tata
le incendiará en mi lágrima. Khuno-tata, le hará carámbano en mi lágrima. Le
escoltarán khenayas en mi lágrima. ¡Ya del Khori-Pum a le bautizaron lágrimas!
..
¡La muerte ha muerto en el
Tawantinsuyu!... ¡Viva el Guagua-Puma, el Vencedor!... ¡Los hombres y los
pueblos resucitan! (Resurrección de los muertos 280) El pasado no existe,
tampoco puede existir, entonces, el Porvenir, pero si el Porvenir es tan solo
por ser el pasado por venir. Y ello por sencillísima razón: que nadie se dará
movimiento en pasado sin hacer del Pasado el Presente. (Resurrección de los
muertos 563)