lunes, 7 de octubre de 2024

La producción de sentido o la transferencia de lo sentido

 

La producción de sentido o la transferencia de lo sentido


Como diferencia del entorno y el sistema o como integración del campo ontológico

 

 

Que es eso último

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Jared O.

 

Me aparece como mensaje no admitido

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las operaciones de la transferencia ontologica

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¿Porqeu te aparece asi?

Creo que es porque no tengo Messenger

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Jared O.

 

Pero los otros sí me salen

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que raro mis otros mensajes no te aparecieron asi

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aunque aqui estoy enciando u archvo adjunto en word

Sí, tal vez sea eso último

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Jared O.

Pero bueno

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Jared O.

 

¿Cómo estás amigo?

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oh ese archivo en word es importante sobre todo pensando en que tu has seguido mis clases con mis hijos aqui por fin se logra las operacioens de manera mas clara

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contento por lograr aclarar mis ideas

Que bueno amigo

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Jared O.

 

Tú siempre pensando

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si ya es un vicio

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Jared O.

 

Quiero invitarte a ver la Conferencia General, es una oportunidad para escuchar mensajes sobre Jesucristo y aprender cosas nuevas

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si tu me invitas no me queda otra lo hare

Esooooooo

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Jared O.

Te mando la información

gracias

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Es hoy día

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Jared O.

 

Se transmite en Youtube, puedes encontrarlo buscando "Conferencia General Live ". O en la aplicación "Biblioteca del Evangelio ".

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puedo encontrarlo ahra mismo o a que hora?

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Jared O.

Es hoy, de 10:00 a 11:30 y de 2:00 a 4:00 horario de México, deja busco el horario en Peru. 🇵🇪

o encontre me parece que empeiza a las 11

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Jared O.

 

Perfecto!

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https://www.youtube.com/watch?v=F2-p6-kQ66Y

Es esa mera

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ahi estare

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Jared O.

 

Ojalá puedas hallar mucha paz, sanación y sabiduría en los mensajes de hoy amigo, te prometo que si mantienes tu mente abierta te encantará.

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ese es el problema mantener la mente aierta a mi se me cierra en una y necesito dialogar para abrirla

Yo sé que tú puedes

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bueno podre si dialogo contigo luego para procesar lo recibido

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Jared O.

 

Perfecto

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Amigo ya es más de una hora y media y estoy embotado y cerrado así que de verdad necesito hablar:   

 

 Primera cuestión es una crítica desde mi teoría de la transferencia ontológica ¿Porque no transfieren como Cristo?  ¿Porque esta cuestión maquinal desde una teoría de la comunicación donde redundan y redundan en una postura institucional donde quieren hacer crecer su empresa pero no se abren al reino de Dios? 

 

Falta un discurso más solamente

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Jared O.

 

¿Qué punto te parece redundante amigo?

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ya no puedo mas perdoname pero en amor a ti lo escuchare

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Jared O.

 

Gracias Christian

 

 

Veamos la comparación con el encuentro de Cristo y la Samaritana 

 

 

Jesús y la mujer samaritana

1Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más discípulos que Juan
2(aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos),
3salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea.
4Y le era necesario pasar por Samaria.
5Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José.
6Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta.
7Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
8Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
9La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.
10Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.
11La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?
12¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?
13Respondió Jesús y le dijo:Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
14mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
15La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
16Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá.
17Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
18porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
19Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
20Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.
21Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.
22Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos.
23Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
24Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
25Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas.
26Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.
27En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella?
28Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres:
29Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?
30Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él.
31Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come.
32El les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis.
33Entonces los discípulos decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer?
34Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.
35¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.
36Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega.
37Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega.
38Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores.
39Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho.
40Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días.
41Y creyeron muchos más por la palabra de él,
42y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.

 

 

¿Desde que posición habla Cristo?

 

¿Desde una posición  de poder en un gran templo con un súper coro y en superlujo?

 

No él está como un pobre diablo abriéndose desde esa pobreza a esa otra pobre diabla como la samaritina

 

¿Cristo va a comunicar un mensaje? 

No él va a transferirle su ser   

 

 

si yo quiero traferir estoy en igualdad de condiciones y voy a permitir la contradicción casi diria que Cristo la busca la acercarse a una samarita, en cambio aqui todos dicen amen no hay dialogo , no hay contradicción ¿Pero realmente no hay contradicción o la contradiccione ste reprimida?

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Dame de beber esta es la primera palabra que le digige a la samaritna en la teoria de la traferencia el hace vacio y muestra humilidad para invertirla a ella a el

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En camnio aca son jarras llena pendes dispuestos mandar y a no ser ontradecidos contando toda posibilidad de trasferencia

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comprendamos la teroia de la comunicación o mas bien información https://www.youtube.com/watch?v=4ic-J79O9hg  

 

 

compredamo la teoria de la traferencia ontologica basandonos en parte en la ontolologia de Heidegger aunque este video no ayuda mucho nis introducimos en su filosofia https://www.youtube.com/watch?v=Y7T32k64ryM  

 

 

En un caso yo quiero comunicar infromación con cierta eficacia en el otro yo encutro mi ser ecnontrando un tiempo propio y lo que quiero traferir es este ser, el lenguaje no da y entonces tendre que hacer uso de la poesia e unjuego traferencial que involucra toda mi vida. 

 

 

Cristo esta queriendo traferir su ser divino la buena nueva,e sto es un problema muy dificil en la teoria de la comunicación la entropia que esto significa es decir la sorpresa de la comunicación hace de este proceso algo muy complejo y entonces como puede hacerlo ¿Pues cristo no transfiere con su palabra solamente sino sobre todo con su cuerpo proyectando su chi yhaciendo que ella proyecta su chi a el , cuando le dice dame de beber  

 

 

uy amigo parece que no estas ahi y mi reflexión empieza a crecer , permiteme entonces retirarme y reflexionar profundo sobre esto y luego escribirte un abrazo 

 

 

 

La razón dice : espiritu
El sentimiento dice : tierra   

 

 

La voluntad hace no dice y su hacer es trabajar la tierra y deshacerse en la nada, la razón dice espíritu solo cuando supera la contradicción de la autoconciencia sino la razón dice poder y el sentimiento siente lo que la razón dice y sol en su su conmoción la razón puede decir espíritu así mismo acreciente su sentir en la voluntad convirtiéndose en pasión la cual como fuego se devora a sí  misma, solo en ese infierno el Espíritu puede reconocerse y ser amor.  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La producción de sentido o la transferencia de lo sentido

Como diferencia del entorno y el sistema o como integración del campo ontológico

 

Hola amado, la reflexión creció y quiero centrarla en la producción de sentido, para esto recurriré a Luhman y su teoría sociológica  enmarcada en la cibernética de segundo orden  si has leído mis textos veras que él siempre está presente, tomo a Luhmann porque el justamente hace la diferenciación entre comunicación y la comunión religiosa ahí está  el punto de mi critica, en la que conferencia que vi a pesar de los rostros sublimados pienso que no hay esa comunión que intento conocer desde mi teoría de transferencia ontológica, sino un comunicación que establece una institución que en todo momento se quiere diferenciar del entorno para establecer su poder, esto ya paso con la iglesia Católica y con todas las iglesias para que puedas ver la diferencia hare una análisis transferencial del encuentro de Jesucristo con la samaritana pero primero vayamos con Luhmann este texto está en su obra la sociedad de la sociedad  https://circulosemiotico.wordpress.com/wp-content/uploads/2012/10/la-sociedad-de-la-sociedad-niklas-luhmann.pdf .        

En varias publicaciones he tratado de aclarar qué debe entenderse por sentido. En el contexto de una teoría de la sociedad debemos, así sea brevemente, dedicarle una referencia, dado que ni la teoría ni la sociedad misma pueden sobrepasar lo que siempre queda presupuesto como sentido; sin hacer uso del sentido ninguna operación de la sociedad puede surgir. En el contexto de la figura teórica de la autopoiesis, presuponer el sentido de ninguna manera contradice el otro presupuesto según el cual el sentido se produce en la trama de operaciones que siempre presuponen sentido. Por el contrario: la peculiaridad del médium del sentido es un correlato necesario de la clausura operativa de los sistemas con capacidad de distinguir. El sentido se produce exclusivamente como sentido de las operaciones que lo utilizan; se produce por tanto sólo en el momento en que las operaciones lo determinan, ni antes ni después. El sentido es entonces un producto de las operaciones que lo usan y no una cualidad del mundo debida a una creación, fundación u origen. No hay entonces una idealidad separada del vivir y comunicar fácticos. Platón estaba en lo cierto cuando dijo que las ideas se relacionan con la facultad de la memoria; pero la memoria no lleva hacia atrás al verdadero y casi olvidado sentido del ser, a sus formas esenciales, a las ideas. Más bien, la facultad de la memoria construye estructuras de uso sólo momentáneo para conservar la selectividad y reducir las posibilidades de enlace. Creer en la existencia de identidades que perduran en el tiempo es una autoilusión de los sistemas que forman sentido, identidades que siempre han existido y que siempre existirán, y por tanto con la posibilidad de referirse a ellas como si estuvieran siempre disponibles. Todo orientarse es construcción, es distinción que se re-actualiza de momento a momento. Esta constatación que de entrada parece mera conjetura (no hay sentido fuera de los sistemas que lo utilizan y reproducen como médium), puede superarse si se mantiene ante los ojos la consecuencia de la clausura operativa del sistema: su relación con el entorno es operativamente inalcanzable. Los sistemas vivos crean un entorno particular para sus células —entorno que las protege y permite su especialización, es decir, permite organismos. Estos sistemas se protegen en el espacio por medio de límites materiales. Los sistemas psíquicos y sociales desarrollan sus operaciones en forma de operaciones-deobservación que permiten distinguir al sistema mismo del entorno —a pesar de que (y habría que agregar: porque) la operación únicamente puede llevarse a cabo dentro del sistema; distinguen, en otras palabras, entre autorreferencia y heterorreferencia. Para ellos, los límites no son artefactos materiales sino formas con dos lados. En términos abstractos se da aquí una re-entry de una distinción en lo dis­tinguido mediante ella. La diferencia sistema/entorno se da dos veces: como distinción producida por el sistema y como distinción observada en el sistema. Con el concepto de re-entry citamos a la vez consecuencias que pueden ratificarse y que George Spencer Brown ha descrito como barreras de un cálculo matemático circunscrito al álgebra y a la aritmética. El sistema se vuelve para sí mismo incalculable. Alcanza un estado de indeterminación no atribuible a lo imprevisto de los efectos externos (variable independiente), sino al sistema mismo. Por eso el sistema necesita una memoria, una memory   function que le permita disponer de los resultados de las selecciones pasadas como estado presente —con lo cual tanto el olvidar como el recordar adquieren peso. El sistema se coloca a sí mismo en la situación de oscilar entre operaciones evaluadas como positivas o negativas, y en la de oscilar entre autorreferencia y heterorreferencia. El sistema se confronta con un futuro indeterminable para él mismo —para lo cual en cierta manera se tienen acumuladas provisiones de adaptación a situaciones imprevisibles. El resultado de estas consecuencias de la re-entry (resultado que para el sistema mismo es manifiesto) será denominado en adelante con el concepto de “sentido”. Si se acepta esta disposición teórica ya no puede partirse de un mundo pre-existente de cosas, sustancias, ideas, y tampoco de un concepto de mundo con el que se señala la universitas rerum. Para los sistemas de sentido el mundo no es un mecanismo inmenso que produce estados de cosas a partir de otros estados de cosas, y que con ello determina a los propios sistemas. El mundo es más bien un potencial de sorpresas ilimitado; es información virtual que, no obstante, necesita de sistemas para generar información; o, mejor dicho, para darle el sentido de información a ciertas irritaciones seleccionadas. Por consiguiente, toda identidad debe entenderse como resultado de un procesamiento de información, o bien —si se trata de algo futuro— como un problema. Las identidades no ‘subsisten’, tienen únicamente la función de ordenar las recursiones de tal manera, que en todo procesamiento de sentido pueda recuperarse y anticiparse lo que es utilizable reiteradamente. Esto exige la condensación selectiva y, a la vez, la generalización que corrobora que aquello que se distingue de lo otro puede designarse como lo mismo.   

 

 

El que las identidades de sentido (objetos empíricos, símbolos, signos, números, frases...) sólo puedan producirse recursivamente tiene consecuencias epistemológicas de gran alcance. De esta manera, por un lado, se esclarece que el sentido de dichas identidades se extiende más allá de lo que se capta en el momento de la operación de observación; por otro, precisamente esto no quiere decir que dichos objetos se ‘den’ desde siempre, incluso cuando no se observan. Se aprecia todavía, por debajo de las premisas de la concepción tradicional lógico-ontológica de la realidad, otro nivel, otro ocurrir operativo donde principalmente se constituyen los objetos y la capacidad de señalarlos. En la medida en que las recursiones remiten a algo pasado (al sentido ya conocido, ya probado), remiten únicamente a operaciones contingentes cuyos resultados están disponibles en la actualidad; no remiten, por consiguiente, a orígenes fundantes. Y en la medida en que las recursiones remiten al futuro, envían a posibilidades de observación infinitamente numerosas, esto es, al mundo como realidad virtual —de la que no puede saberse todavía si será alimentada por sistemas (¿cuáles?) a través de operaciones de observación. El sentido es, entonces, a todas luces una forma de operación histórica, y sólo su utilización enlaza el surgimiento contingente y la indeterminación de aplicaciones futuras. Toda determinación tiene que hacer uso de este médium, y toda inscripción en él tiene como único fundamento su propia facticidad recursivamente asegurada. En la producción de sentido a través de la comunicación, esta recursividad se logra sobre todo por las palabras del lenguaje, las cuales —aunque son las mismas— pueden utilizarse en muy diversas situaciones. Además de eso hay también objetos que siendo cosas perceptibles pueden enriquecerse con sentido social y cumplir con funciones de coordinación que no dependen del lenguaje —piénsese en objetos sacros o en personas sometidas a estados de trance (profetas, médiums) a quienes se les atribuye estar poseídos por el espíritu; en reyes, en monedas, en balones de fútbol. La manera particular con la que se identifica la ‘patria chica’ tampoco puede reducirse únicamente al lenguaje; por eso es tan difícil significarla adecuadamente a través de él. Lo mismo es válido para el orden de las relaciones   espaciales en la arquitectura que para el sentido de las acciones. Siempre se trata de la función básica de ordenamiento de recursiones disponibles en el momento (y sólo en el momento). En el médium autoconstituido del sentido, las operaciones necesariamente se orientan por distinciones. Sólo así puede producirse la selectividad requerida para las recursiones. Sentido significa que en todo lo que se señala como actual queda además co-expresada y co-aprehendida la remisión a otras posibilidades. Todo sentido determinado alude a sí mismo y a lo otro distinto. Si no, entonces —contradiciendo la experiencia que tenemos de las cosas— tendría que aceptarse que las cosas al salir de nuestra vista desaparecen cuando ponemos la atención en otras; nadie se arriesgaría en tal caso a abandonarlas. El sentido —remitiendo al mundo— se hace co-presente (es más: apresente en actualidad) en todo lo que se actualiza. Esto incluye también la remisión dentro del mundo a las condiciones de nuestra propia capacidad, de nuestro propio poder de consecución y de sus límites. Aun la distinción actual/posible puede todavía considerarse con sentido, preguntando por ejemplo por su función en la fenomenología del mundo y con eso abriendo la mirada hacia los equivalentes funcionales, es decir, hacia otras posibilidades. Lo que se excluye con la tesis del sentido es únicamente el caso contrario representado por el vacío absoluto, por la nada, por el caos (en el sentido original de la palabra), y por aquel estado de unmarked space del mundo en el sentido de Spencer Brown. Al mismo tiempo, todo operar con sentido siempre reproduce también la presencia de este excluido, porque el mundo del sentido es un mundo total: lo que excluye lo excluye en sí mismo. Por eso, hasta el nonsense puede pensarse y comunicarse como forma con sentido dentro de este médium. Toda    negación potencia (y con esto conserva) lo que explícitamente niega, y con ello reestablece aquel unmarked space en el cual se incrusta mediante una distinción toda operación, aun aquella que niega. Sobre cómo opera el sentido pueden hacerse asertos recurriendo a distinciones específicas que refieren y definen con exactitud el sentido. Fenomenológicamente, el sentido puede describirse como aquel excedente de remisiones accesible desde el sentido actualmente dado. El sentido es entonces —y hacemos hincapié en lo paradójico de la formulación— un contexto de remisiones infinito —esto es, indeterminable—, que puede hacerse accesible y reproducirse en forma determinada. Puede caracterizarse la forma del sentido como diferencia entre actualidad y posibilidad y, con ello, a la vez, afirmar que esta distinción y ninguna otra es la que constituye al sentido. Hablando del sentido se tiene entonces en mente algo tangible (denominable, distinguible), y esto significa también que con la tesis del sentido se restringe todo lo que es posible resolver a través de la sociedad: la sociedad es un sistema que establece sentido. La actualidad —que mediante la distinción actual/posible se modaliza— se refiere al sentido que siempre se renueva en las operaciones del sistema. Esta modalización se construye en forma doblemente asimétrica: el sentido actual puede ser posible, del mismo modo en que lo posible puede actualizarse. En esta distinción entonces está prevista una re-entry de la distinción en lo distinguido por ella. El sentido es por ende una forma que en sus dos lados contiene una copia de sí misma en sí misma. Esto lleva a que la distinción actual/posible —que por lo pronto se había presentado como asimétrica— se haga simétrica; de ahí que el sentido aparezca siendo universalmente el mismo. Es posible, y aun necesario para la observación, volverlo a hacer asimétrico, pero esto tiene que efectuarse incorporando distinciones adicionales: por ejemplo, sistema/entorno, o la distinción significante/significado. Sistemas que emplean sentido son, gracias a su médium, sistemas que sólo pueden observarse a sí mismos y a su entorno en la forma de sentido. Esto significa que observan y describen a través de una re-entry de la forma en la forma. No hay sistemas psíquicos (ni sociales) que no puedan en el médium del sentido distinguir entre ellos mismos y los otros —independientemente de   las libertades que luego se actualicen a la hora de la atribución causal. Más concretamente: al utilizarse de momento a momento la re-entry (es decir, al reproducirse el manejo actual del sentido) se anticipa así lo posible. Puede decirse que la actualidad es la vía en donde se proyectan y se realizan los nuevos estados del sistema. La actualidad se le manifiesta al sistema como presente momentáneo y, mediante la autotematización, también como permanencia (aunque sea precaria). No hay, para este tipo de sistemas, posibilidad alguna de eludir las consecuencias estructurales de la re-entry, sobre todo aquella de sobrecargarse de posibilidades inalcanzables para la observación (o para la descripción) y que sólo son observables como selectividad. Una forma (históricamente acostumbrada) de tratar con este fenómeno de autoexigencia es la de enjuiciar al sistema con ideas que no es capaz de realizar: por ejemplo, la perfección. Los sistemas que operan en el médium del sentido pueden (e incluso deben) distinguir la autorreferencia de la heterorreferencia. Y esto de tal manera que con la actualización de la autorreferencia quede siempre puesta la heterorreferencia (y con la actualización de la heterorreferencia quede siempre puesta la autorreferencia) —como el otro lado de la distinción que en cada caso siempre se presenta. Por eso toda construcción de formas en el médium del sentido se efectúa con relación al sistema —sin importar si el acento en un momento dado se pone en la autorreferencia o en la heterorreferencia. Es esta distinción la que hace posibles aquellos procesos que normalmente llamamos ‘aprender’, ‘desarrollo de sistemas’, ‘construcción evolutiva de complejidad’. Y únicamente gracias a esta distinción puede partirse de dos sistemas (cuya reproducción se basa en la conciencia o en la comunicación) y que operando de manera muy diferente forman sentido. De este modo se establecen puntos de partida propios para distinguir autorreferencia de heterorreferencia y, pese a ello, se remiten siempre el uno al otro a través de la heterorreferencia presupuesta (es decir, actualizada); se trata de los sistemas psíquicos y de los sistemas sociales. Como médium universal de todos los sistemas psíquicos y sociales (es decir, de los sistemas que operan consciente o comunicativamente), el sentido se regenera sin esfuerzo y casi de por sí con la autopoiesis de dichos sistemas. Lo que es difícil en cambio es generar el ‘sin sentido’, dado que el esfuerzo por lograrlo produce sentido. Este problema puede apreciarse en los intentos del arte nonsense.  La producción de ‘sin-sentido’ sólo es posible si se forma un concepto más estrecho de lo ‘pleno de sentido’ (por ejemplo: lo usual, lo esperable), al cual después se le contrapone el nonsense. Algo similar sucede cuando con grandes esfuerzos quiere lograrse algo especialmente ‘pleno de sentido’, entonces quizás se experimente el sin-sentido del esfuerzo. Es posible entonces introducir en el médium del sentido —general e innegable— cesuras secundarias (positivas/negativas); aunque esto inevitablemente trae como consecuencia que una distinción así —como distinción— tenga sentido y reproduzca sentido. No obstante, puede caracterizarse al sentido como forma, distinguiendo el sentido del sin-sentido para de esa manera poder cruzar la frontera. Aunque esto ocurre únicamente si la distinción (sentido/sin-sentido) adquiere en el momento de su utilización sentido —reproduciéndolo así como médium de toda construcción de formas. El sentido emerge y se reproduce como comportamiento-propio (Eigenbehaviour)  de ciertos sistemas; esto resulta del hecho de que los sistemas de conciencia y los sistemas sociales producen sus elementos últimos como acontecimientos referidos a un punto en el tiempo y que al desvanecerse de inmediato no pueden tener duración: suceden por primera y última vez. Se trata de sistemas temporalizados que únicamente logran la estabilidad en forma dinámica reemplazando de continuo los elementos que se anulan por otros nuevos. Sus estructuras deben estar preparadas para eso. El presente actual es corto y está de tal manera diseñado que todo lo que en él sucede, sucede simultáneamente. Este presente no es todavía propiamente tiempo. Se volverá tiempo cuando se conciba como separación de un ‘antes’ y un ‘después’, de un pasado y de un futuro. El sentido, entonces, aparece en el tiempo y puede en todo momento invertir las distinciones temporales; es decir, puede utilizar el tiempo para reducir complejidad: tratar el pasado como si ya no fuera actual y el futuro como si todavía no fuera actual. Cuando (¡y sólo cuando!) se utiliza esta distinción pueden generarse redundancias sobre el pasado y variedad sobre el futuro; generar aquí significa: en el presente hacer presente. Temporalizar el presente es, no obstante, sólo una posibilidad, entre varias, de entablar contacto pleno de sentido con la variedad; es decir, entablar contacto mediante distinciones específicas. Se le concede la preferencia al presente, aquel lado de la forma del sentido que se distingue de aquel otro lado que arriba habíamos definido como actualidad. El otro lado es todo aquello que a partir de ahí se hace accesible: lo indefectiblemente real, lo sólo posible, la realización perceptiva, lo sólo mental o imaginativo. Apoyándonos levemente en Spencer Brown podría distinguirse el lado interior de la forma —en calidad de atractor de la operación— de su lado exterior. Operar en el modo del sentido significa, pues, que todas las operaciones tienen actualmente lugar en el lado interior de la forma (o no lo tienen); pero para eso, es necesario el otro lado de la forma, el lado precisamente exterior como espacio de otras posibilidades que se amplían hasta lo infinito, si es que estamos hablando de sentido. Que la dimensión temporal de sentido pueda volverse en cada momento relevante para las distinciones, tiene consecuencias decisivas para las relaciones sociales. La dimensión temporal impide la petrificación objetualmente cosificada de la dimensión social. En el momento siguiente otros pueden observar de otra manera porque dentro de la dimensión objetual del sentido son temporalmente movibles. La medida con la cual las sociedades refrendan esta relevancia varía históricamente con la complejidad del sistema social, lo cual es fácil de mostrar si se atiende a la relación entre semántica objetual-cosista (res), lógica bivalente, tratamiento de las voces discrepantes como si fueran errores y separación de la opinión particular al considerarla mera doxa/opinio, fenómenos todos de la tradición vétero europea. Hoy día, en cambio, se parte más bien de la dependencia temporal de todas las ideas sobre el mundo. Si toda operación es un acontecimiento que depende del momento temporal —acontecimiento que desaparece en el instante de su actualización y que consecuentemente debe reemplazarse por otro acontecimiento si ha de llevarse a cabo una secuencia de operaciones, i.e., un sistema (¡lo cual no es necesario que suceda!)—, todo avance operativo demanda cruzar el límite de la forma; es decir, avanzar hacia algo del otro lado que antes no   había sido indicado. No nos ocuparemos aquí de los problemas lógicomatemáticos de este crossing (Spencer Brown), sólo sostendremos que para eso es necesaria una selección que reduzca a una actualidad específica capaz de ser nombrada lo que del otro lado es posible —y ha de seguir siendo posible. Para eso de nuevo se necesitará otro lado de la forma, un excedente de remisiones, un mundo lleno de posibilidades no actualizables simultáneamente. El que las operaciones se ubiquen secuencialmente mantiene co-presente al conjunto de todas las potencialidades, lo lleva consigo, lo regenera como mundo sin el cual nunca se llegaría a la selección de operaciones posteriores, ni a la reproducción de un sistema operativo. Dicho de manera abreviada: el sentido sólo puede reproducirse como forma. El mundo en sí permanece siempre inobservable, como el otro lado que acompaña a todas las formas de sentido; su sentido sólo puede simbolizarse en la autorreflexión del uso de las formas que realizan las operaciones de sentido. El problema es que a pesar de toda la claridad (o falta de ella) —de toda importunidad o indudabilidad fáctica de la actualización momentánea (quién no piensa aquí de inmediato en Descartes)—, el sentido únicamente puede hacerse una representación del mundo como excedente de remisiones, es decir, como apremio de selección. Lo que queda apropiado como actual es seguro, pero inestable; el otro lado de la forma es estable, pero inseguro, porque todo depende de lo que en el momento siguiente se interprete. La unidad de la suma de las posibilidades y, naturalmente, la unidad de la forma misma, es decir, la unidad de actualidad/potencialidad no puede actualizarse a su vez. El sentido en lugar de proveer con mundo remite al procesamiento selectivo. Y esto vale incluso —como lo veremos— cuando en el mundo se forman conceptos (descripciones, semánticas) referidas al mundo; porque esto debe suce­der también en una operación con sentido —operación que distingue de lo otro aquello que designa: por ejemplo, el ser respecto a lo existente. Se llega al sentido actualizado únicamente a través de una selección que remite a su vez a otras selecciones: su contingencia es momento necesario del operar con sentido. A todo esto antecede la unidad de lo distinguido, que sólo es captable en forma de paradoja y, aunque funciona operativamente, no puede observarse. El sentido puede (y debe) funcionar simultáneamente con los dos lados de su forma; de otra manera no sería posible utilizarlo operativamente para  designar algo como distinto de lo otro. Para todo sentido es válido que sólo puede designarse a través de una distinción, la cual carga con algo no-designado como el otro lado de la distinción. Naturalmente es posible designar la mismísima distinción actualidad/potencialidad (en este momento lo estamos haciendo), pero únicamente a través de una distinción adicional que separa a ésta de otras y la localiza dentro del mundo. De esta manera los sistemas que procesan sentido pueden imaginar (y comunicar) que hay otros sistemas a quienes no se les da el sentido: por ejemplo, las piedras. Sin embargo, esto es sólo posible con una distinción ajustada específicamente al caso, en forma de sentido, por tanto. Los sistemas que operan con sentido quedan atados al médium del sentido. Sólo el sentido les confiere realidad en la forma de actualización secuencial de su propio operar. No pueden entender los sistemas que existen sin sentido, ni pueden simularlos. Están destinados al sentido como su forma específica de reducir complejidad. Mientras que el empleo de la distinción sucede de manera obligada y no puede evitarse, la fijación de una distinción se realiza de manera explícita; esta fijación presupone una selección visible y, en caso dado, demanda argumentación. En el habla no puede expresarse en cada frase la distinción que corre paralela; muchas veces queda sin aclarar de qué se distingue, por ejemplo, una manzana cuando se habla de ella. En cambio la fijación de una distinción es algo que se marca claramente y que se emplea para dirigir la comunicación siguiente, aunque todo esto desde luego en el médium del sentido. El que todo observar dependa de distinciones explica por qué el mundo es tan rico en sentido: puede identificarse todo lo que se señala exponiéndolo a otras distinciones. De esta manera se vuelve posible coordinar las diferentes observaciones de los diferentes observadores; coordinarlas precisamente en lo que las distingue. Esto es válido para lo diverso —tanto en la dimensión social como en la dimensión temporal del sentido—, válido tanto para cambiar la secuencia de las distinciones utilizadas, como para que distintos observadores se enfoquen a lo mismo. La metafísica ontológica de la tradición dio rienda suelta a estos hechos —aunque no sin cubrirse dando por supuestos límites en los valores transcendentes. Lo existente se concebía bajo la forma de cosa. El tiempo remitía a un ‘origen’ (arché, origo, principium, fuente, base, etc.) que seguía siendo el mismo (presente idéntico en cada instante) ante el cambio de distinciones continuamente actualizadas. En última instancia, este origen era   Dios: el único ser que no se definía a través de distinciones. La radicalización del concepto de sentido —como médium del observar sometido a distinciones— permite disolver estas premisas. Ahora el mundo puede captarse, en todas las dimensiones del sentido, como el marco (Husserl diría horizonte) que permite recambiar las distinciones con la que se observa lo mismo. Esto presupone no seguir concibiendo al mundo como la totalidad de las cosas y de sus relaciones, sino como lo absolutamente inobservable que se reproduce con cada cambio de las distinciones. Toda distinción representa al mundo en la medida en que su otro lado carga con aquello que todavía no ha sido señalado. “Distinction is perfect continence”, se dice de manera lapidaria en Spencer Brown. Las distinciones practican el autodominio: se ahorran las referencias externas porque ya las contienen en su otro lado. Contienen continencia. Ya tan sólo por este hecho la forma de sentido nunca puede hacerse estallar a sí misma. Aunque en su caso particular es válido que sólo deja distinguirse a sí misma por autoaplicación (“autológicamente”). Ella es el médium absoluto de sí misma. Esto no excluye el dar otros pasos que lleven a los siguientes análisis de la teoría de la sociedad. Para eso nos devolveremos a la paradoja del distinguir, la cual, a su vez, asegura la “perfect continence”. Como unidad operativa que distingue y señala, el sentido es una forma que se contiene a sí misma, es decir, es la distinción entre distinguir y señalar. Una forma es, en último término, una distinción que vuelve a reaparecer en sí misma como lo distinguido. De una situación así sólo puede salirse dando un salto, des-paradojizando, ocultando la paradoja con otra distinción. Es sabido que con esta finalidad Russell y Tarski sugirieron distinguir niveles (o tipos). Puede ser, pese a todas las críticas que se les han hecho, que esto sirva para fines de la lógica y de la lingüística. Spencer Brown se las arregla ignorando la paradoja de partida y lleva a cabo su cálculo con base en una orden (“draw a distinction”), hasta el punto donde surge la posibilidad de una re-entry imaginaria de la forma en la forma. 

 

 

Aplicado a la forma específica del sentido (la diferencia entre actualidad y potencialidad) significa que éste sólo es capaz de operar a través de una re-entry de la forma en la forma. El lado interior de la forma debe ser capaz de recibir esta re-entry. La diferencia actualidad momentánea/posibilidad abierta debe a la vez quedar disponible en actualidad tanto para la conciencia como para la comunicación. Debe poder verse en actualidad cómo es posible cruzar esta frontera y los pasos que hay que dar. Esto no significa que el unmarked space de todo lo posible encuentre acomodo en el marked space de lo actualmente designado, que precisamente establece lo actual en la medida en que lo trasciende. Sin embargo determinadas posibilidades pueden aprehenderse y designarse actualmente para dar orientación previa al cruce de la frontera entre lo actual y lo potencial; aunque sólo de manera que la realización posterior de esta posibilidad se efectúe como operación actual para que la diferencia actualidad/potencialidad —es decir, el sentido— se constituya de nuevo. De esta manera, es decir, mediante la re-entry de la forma en la forma, el sentido se vuelve un médium que se regenera permanentemente para la continua selección de formas determinadas  La descripción de este estado de cosas en cierto modo lo comprueba: se trata de una operación autológica. Aunque también muestra que la descripción es sólo posible en forma de paradoja: la forma que reentra en la forma es la-misma y no-la-misma. Esta disección tan elaborada sobre el despliegue de la paradoja del sentido nos puede dar ánimo para tomar en consideración otras distinciones —que en todo caso deben tener capacidad de re-entry en sí mismas. En lo siguiente entenderemos la teoría de sistemas como teoría de la distinción sis­tema/entorno, dado que ahí puede efectuarse una re-entry en el lado del sistema, cuando el sistema mismo (es decir, con operaciones propias) distingue entre autorreferencia y heterorreferencia. El trato de la comunicación como aquella operación que reproduce específicamente a los sistemas sociales se orienta por la distinción médium/forma. Esta distinción reaparece sobre sí misma en tanto que en los dos lados quedan presupuestos elementos acoplados de manera floja o de manera firme —los cuales a su vez sólo se reconocen como formas que presuponen una distinción sucesiva de médium y forma. Por eso para los sistemas de sentido el último médium irrebasable es el sentido. Las formas elaboradas dentro de este médium deben  realizarse como operaciones del sistema —ya como guía de la atención consciente, o ya como comunicación. En el caso de la comunicación hablada, son las palabras las que se acoplan en frases al obedecer las reglas gramaticales y los requerimientos de la formación del sentido. Por último, también la teoría de la evolución utiliza una distinción para desplegar su paradoja. La paradoja de que lo que cambia permanece ya no se resolverá mediante la antigua distinción de elementos (partes) movibles/inamovibles, cambiables/ incambiables. En su lugar aparece, siguiendo el ejemplo de la teoría darviniana, la distinción entre variación y selección; aunque la variación misma procede selectivamente: el sistema no deja irritarse de manera arbitraria sino de manera altamente selectiva; es decir, deja estimularse a la variación.     

 

Ahora para que comprendas este texto te estoy mandando este otro:

 

file:///C:/Users/PC/Downloads/16035-Texto%20del%20art%C3%ADculo-63700-1-10-20161212.pdf    

 

 

El sentido en la perspectiva de Luhmann: entre una definición formal y su puesta en forma

 

Aquí se pasa revista de todo el proceso de construcción  del concepto de sentido en Luhmman

 

 

Resumen Este artículo analiza las elaboraciones teóricas y epistemológicas de Luhmann acerca del problema del sentido. El objetivo es rastrear la tensión clave que atraviesa las distintas inflexiones de su mirada entre una definición formal del sentido, con la distinción de la actualidad selectiva y el horizonte de potencialidades, y su puesta en forma, a partir de las operaciones de los sistemas. Para ello, se recorren tres momentos decisivos de su mirada. En primer lugar, se focaliza en su pretensión de conceptualizar al sentido de modo formal y «des-subjetivado», en un juego de herencias y rupturas teóricas. En segundo lugar, se da cuenta de las consecuencias de su propuesta autopoiética, ya sea al señalar al sentido como logro coevolutivo de los sistemas psíquicos y sociales, ya sea en su análisis de la generalización lingüística del sentido. En tercer lugar, en sus últimas obras, con la intensificación de su teoría del observador, se interroga su abordaje del sentido desde la distinción entre medio y forma. Por último, se aúnan las anteriores consideraciones con su teoría de la evolución y diferenciación de la sociedad, a partir de lo cual se reflexiona sobre las particularidades de la construcción conceptual de Luhmann respecto del sentido.  

 

 

Pero lo más importante es la diferencia que nos permite establecer este artículo entre la comunión religiosa, y la comunicación:

 

 

Así, las indagaciones de Luhmann sobre la religión toman una relevancia ineludible, ya que en ellas se despliegan con intensidad ciertas reflexiones sobre la inobservabilidad del sentido. En La religión de la sociedad, el autor retoma sus disquisiciones acerca de cómo el medio del sentido solo es observable bajo la forma de «fragmentos de sentido» acoplados fuertemente, en el marco de sistemas autorreferenciales que enfrentan las paradojas y las tautologías, a través de distinciones asimetrizadas. En la comunicación religiosa, en cuanto al sentido, son relevantes una serie de paradojas. La más importante de ellas es que el sentido, como medio, «no excluye nada»; es omniabarcador, de modo tal que emerge un mundo con sentido, el cual resulta inobservable en su totalidad de remisiones potenciales (Laermans y Verschraegen, 2001). Esto se combina con la paradoja de la observación, que señala la imposibilidad de observar la unidad de la propia observación (todos sus lados a la vez). La religión se vincula profundamente con ambas paradojas, al pretender que el sentido se vuelva observable. Las comunicaciones religiosas lidian con volver observable aquello inobservable del sentido (Luhmann, 2007b, pp. 31-33), a partir de ser capaces de «incluir lo excluido» de la observación, es decir, deben poder comunicar la unidad de lo observable y lo inobservable, por ejemplo, la muerte —el «pasaje» hacia lo que queda por fuera del irrebasable sentido (Luhmann, 2007b, p. 47)—. A partir de estas reflexiones, a mi entender, el autor encuentra una posible respuesta a los interrogantes que planteé en los apartados previos. Las comunicaciones religiosas utilizan un código binario específico, el cual distingue entre la inmanencia del mundo y su trascendencia. Esta distinción permite desbloquear operativamente la paradoja entre lo «determinado» (específico, selectivo y observable) y lo «indeterminado» (inespecífico, potencial e inobservable)13. De esta manera, las comunicaciones religiosas encarnan de forma particular la relación entre la actualidad y la potencialidad del sentido. La religión permite,    entonces, «soportar» la negación y la contingencia que implica un mundo de sentido, es decir, «tener confianza» en este, lo cual implica, pues, confiar en una forma «intranquilizadora» del mundo (Luhmann, 2007b, pp. 43, 95-96). A su vez, la religión habilita a una observación determinada de tal mundo, el cual se define a partir de un horizonte de potencialidades inmanentes a sí mismo (indispensable para la operación de sistemas autorreferenciales). Las comunicaciones religiosas se definen por considerar «lo inmanente bajo el punto de vista de la trascendencia» (Luhmann, 2007b, p. 69). La inmanencia se vuelve observable a partir del re-entry de la trascendencia en la inmanencia (por ejemplo, desde los «signos divinos» en el mundo). Así, a mi entender, esta distinción religiosa resulta inversa a la sociológica luhmanniana respecto de la actualidad/ potencialidad del sentido: pretende observar la remisión infinita de posibilidades, de forma «imaginaria» y semántica, en lugar de la selección operativa de los sistemas. Esta operación «imaginaria» de la religión habilita a la observación paradójica de la totalidad del mundo con sentido y, también, de la sociedad como un todo. La descripción «imaginaria» del mundo y la sociedad es uno de los nodos de la tradición «vétero-europea», que el autor desea desterrar de la sociología. Las consecuencias teóricas de tal movimiento son, pues, un sentido «formalizado», «desubjetivado», y observable, descripto y redescripto desde una sociología científica, diferenciada autopoiéticamente de otros sistemas sociales (Sánchez Romero, 2011, p. 55)  

 

 

Aquí está  la clave de la comunión religiosa que se basa en la transferencia ontológica volvamos al encuentro de  la Jesucristo con la Samaritana:

 

 9La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. 

 

 

¿Qué está haciendo la mujer samaritana?  

 

Mirada desde la teoría de Luhmann está haciendo una diferencia entre  el sistema y el entorno.

 

Comprendamos toda la fase  de sistemas de primero orden pasan por un sustrato originario un código inamovible, que al final está  sustentado ontoteológicamente y entonces hay una verdad inamovible y una dualidad clara donde lo bueno y lo malo están establecidos, así se corta toda transferencia y se pasa a un modelo comunicativo univoco que todos deben de cumplir sino quieren ser excomulgados lo cual significa ser exiliados socialmente.

 

Más en una cibernética de segundo  orden ya no está en la base una ontoteológica sino una emergencia fenomenológica hermenéutica donde acontece una nueva interpretación que nos dará nuevas distinciones pero lo interesante es conocer el concepto de evolución de Luhmann: Su mirada se separa tanto de una concepción teleológica de la evolución (con un fin determinado, a la manera de una «filosofía de la historia») como de la comprensión de la evolución en tanto creciente adaptación al entorno. Según Luhmann, la evolución supone la capacidad no solo de reducir complejidad por el propio sistema e incrementar su complejidad interna, sino también de estar capacitado para continuar con su autopoiesis frente a ese incremento, desde sus propias estructuras y operaciones. De esta manera, en el curso de la evolución social, se «vuelve probable lo improbable»: sistemas sociales cada vez más complejos internamente, y por tanto, poco probables y más inestables, pero más proclives a soportar esa inestabilidad (Luhmann, 2007a, pp. 397-398). En tal contexto, el autor señala tres mecanismos evolutivos: la variación, la selección de esas variaciones y su estabilización, a partir de la continuidad de los enlaces operativos del sistema (Razeto-Barry y Cienfuegos, 2011). En la modernidad diferenciada funcionalmente, se aceleran cada vez más las variaciones y su selección, a la vez que es cada vez más difícil reestabilizarlas («su estabilidad es la variación»). Si bien es dificultosa su reestabilización, la sociedad moderna pone en juego mecanismos para soportar esa constante variación (por ejemplo, la posibilidad de rotación entre los partidos políticos como «gobierno» u «oposición»). Incluso las autobservaciones de esta sociedad mundial y acéntrica, entre las que se inscriben las comunicaciones sociológicas, forman parte de esta aceleración, la cual también implica una diferenciación abismal entre el sistema sociedad (que incluye a todas las comunicaciones) y los sistemas de interacción que involucran a los sistemas psíquicos presentes. Esto supone la diferenciación de las selecciones de la comunicación entre sí (es más difícil saber si algo es una comunicación o no, o si se aceptó o rechazó una comunicación). A esta dificultad se enfrentan los medios de comunicación simbólicamente generalizados, tales como la verdad, el dinero, el amor o el poder (Mascareño, 2009). 

 

¿Qué no está diciendo Luhmann? 

 

Que los sistemas crecen en complejidad interior para decrecer en complejidad externa, esta es nuestra teoría de la subsumisión en la transferencia ontológica, cada autoconciencia subsume a la otro, se apropia de la otra creciendo internamente en complejidad y reduciendo la complejidad del entorno, en la comunión  religiosa el Logos encarnado Jesucristo ha crecido en una complejidad interna porque participa de la autoconciencia que ha subsumido todo  porque todo salió  de ella y entonces Cristo puede soportar cualquier alteración al punto de quenada del entorno lo irrita.

 

Miremos la respuesta a la samaritana: 

 

         10Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.  

 

 

Él se revela como la autoconciencia primera, como el campo ontológico mismo del que proviene toda la vida, lo hace poéticamente, haciendo vibrar en la samaritana ese origen puro que no está  codificado, es como tocar el fondo fondo en metagramas esto toca el ser y el no ser y su integración en el corazón.

 

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Así tenemos la vibración más alta en la levedad del ser que realmente no vibra  como un motor inmóvil que hace vibrar todo y la vibración más baja en la gravedad del devenir así como el corazón donde se une todo este es acorde ontológico o acorde religioso.

 

Pues bien en el  mensaje de tu “iglesia” ya te dije que no hay este entrar despojándose de todo poder, mucho menos hay este alterar el sistema y por supuesto no hay esté  acorde religioso.

 

Muy por el contrario al igual que la samaritana ustedes hacen una diferenciación muy  clara entre entorno y sistema al punto de que se hacen llamar los santos de los últimos días, piden obediencia es más la imponen, milimetrando de una manera los tiempo que en ningún momento hay azar, has reducido casi la entropía informativa a cero, son máquinas no seres humanos y encima máquinas de primer orden es decir que aunque se extienden en redes, cada nodo reproduce una organización de primer orden y de hecho no importa lo semántico, sino la perfección operacional, si la gente se religa a ustedes es porque justamente quieren ese orden de apariencia estable que debe tener un gran costo de represión interna que en algún momento debe de salir.

Cuando el mensaje de Cristo es un mensaje de ciobernetica de tercer orden donde la complejidad ha crecido infinitamente en lo interno, reduciéndose toda complejidad del entorno, no porque cristo maneja el entorno tal cual emperador sino porque lo conoce dentro de sí, el conoce el corazón humano.

 

Imagínate lo que tendrías que hacer para conocer el corazón humano ni Sócrates saliendo a las plazas tendrías que fornicar con tantos hombre y mujeres y aun así no lo podrías hacer, pero Cristo conoce esos corazones en Dios y como los conoce se atreve a interactuar con todos ellos, ustedes no se atreven interactuar con nadie, al menos que este vestido con tijera y se comporte como un cartón. 

 

Seguiré  con el análisis del mensaje que recibí  de parte de ustedes y comparándolo con el encuentro de la samaritana con Jesucristo pero necesito tu respuesta para continuar          

  

        

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