sábado, 19 de octubre de 2024

El pez de oro

 

El pez de oro  

 

 

Vivir en caverna, en la caverna y para la caverna, con el infracturable destino de la unidad vital, que no es más que el gozo de la fertilidad. Y como no se puede estar vivo y muerto, ni estar en dos naturalezas, ni, objetiva y simultáneamente, estar en dos sitios, hay que estar en tensión láctea, que el punto de la tensión es el punto de la caverna.

 

 

Maduro tu colmillo, maduras las espigas, Kkori-Puma; enciendan tus gruñidos su hoguera de Wiphalas. Dirás que todo esto es trino sólo y como trino con que arde su caverna ni comienza ni acaba.

 

 


 

 

 

EL PEZ DE ORO Mira, el olor de mi hijo como el olor del campo. La Torah TRENO ¡Ala, hala!... Hombre thantoso, hombre despojado, varón: hambriento: te mantuviste tibio en medio de la fiebre; te mantuviste tibio en el algor del hielo; frente a las erizadas bayonetas tibio temblabas; cuando los rayos flagelaron tu lomo, t.ibio aceptaste su flagelo. Si los pumas treparon la montaña, tibio miraste al Khori-Puma. Te mantuviste tibio en el canguro tibio te devoró su bolsa hambrienta... Ahora estás al rojo vivo pero ya fuego no te oye; ahora tienes la temperatura de la nieve pero el hielo no creé... ¡Ala, hala!¡ l. Héme aquí, padre Sol, Lupi-tata... Para vivirte en una alborada me engendraron (y me engendraste), para vivirte en esta ebriedad de veinte años inobjetables, hambreados y objetivos. Ni labrador soy, ni tu caminante me hacen, y así como a orar, y a látigo y lapos me obligaron, a quien debo me callaron. Mas oigo en ése, y creo en mi; porque el hombre sueña, y como sueña vive, y como vive ama, y como ama paga. Sórbete mi caligrafía, mastica mis Hermanos míos, digiere. mis acreencias, que me postro frente a ti, Padre fecundo, que los awichus adoraron, y que yo, perdido el sabor del fruto, no puedo ni adorar ya. Ellos medraban de las chiara-imillas que haces germinar en los surcos, de los hisañus y las okhas, de la hawasa y la shirimuya. Sin embargo de estos mis viejos días de tierra, pues ellos no me nutren, ya no me alimento de esos frutos. Yo soy tu hawasa, tu choke; tus okalis y tus uyukus; soy tu fruto, Padre Sol; soy Aquél de quien hay que comer. Yo me alimento de tu fluida sustancia, de resplandeciente coágulo, ése que ofusca y taladra en el punto en que tus rayos no matan, aunque hieran. Comprendo que unos pocos puntos luz más allá de tu seminal california, palabra solar tendría para invivirte; y este pedazo de la Pacha-mama en. que me paro, nada más que en témpano flotaría la inmensidad del átomo. Pero estas, y estoy, en fuego genésico, y puedo conducirme como un fuego fecundo. ¿Adviertes ya la presencia del yoka que espía desde mis ojos negros? No; no has querido mirar aún a esta burbuja del polvo. Pero así .me adelanto a caza de tu centella. Y me arrobo en tu incendio; en El, en quien labras tus estigmas; en mí, en quién pones su relámpago. No me perderás de vista, Lupi-tata; cuando en el lodo sientas que. arde tu centella, te dirás: ¡Por ahí va El! En los ventisqueros de mis noches y en la noche de mis estalagmitas, te siento; padre ardiente del hielo y del hombre.. . ¡Lupi-tata! ¡Lupi-tata! II. Si. como la hormona la juventud fuese eterna, agudo espasmo en el hielo, locura en la calígene. Pero es sólo parpadeo. del rubor en el pétalo; y cuando de ella. pedimos arrebol, ya nos acometen sus pudores lívidos. Sin embargo, si el hombre no es hormogónico, fue el privado de juventud; que la juventud es perennidad de gozo, guardianfante de los rubores de la sangre y repugna otros tules que el sonrojó de la mejilla virgen. Es hormona en estado eufórico. Ella, el principio que patina los rubores del caos, porque es su enamoramiento de la vida. El hombre hace más que rechazar su activo cautiverio; tanto que cuando le suspende el espectáculo de la tierra en estado volcánico no ve el hormonal hervidero de su sangre, sino el lívido hervor de sus ojos. Tirarse fuera del universo, en planos, plenos, pinos, despojarse de las curvas y de la curva radical que germina en su hormona, es cuanto hace, alevoso cuatrero de sus embriones, que sólo le trinan en el fuego del volcán y los hígados de la calígene. En una nebulosa comenzó hacerse hombre la semilla; y en tanto el hombre germine en nebulosa será la semilla del universo. Lo horrendo para él es que persigue un orden linfático para su germen, y por darse un ser, niega el sér del Universo. Esperemos que el hombre se percate que no se vive sino en juventud, y que la vida es tal porque es la perenne juventud, el espasmo hormonal, la dentadura activa que arranca la sustancia al caos. ¿Sin hormona el hombre? Pero sin juventud la hormona no es hormona. Desconoce la vejez; si ha de inhibirse, se va joven; ignora la vergüenza del cayado. Ya el rubor prende en los carmines de la imilla; es que ha llegado a la edad de la entraña que besa. 

 

 

Ese el punto de la fertilidad y el instante nutritivo. El eterno instante de la vida. ¡Tumbemos las escuelas y a sus lívidos! Si me prometes venir en El, y con El, hijo mío, acabaré con cementerios y catedrales. Qué majestuoso el Cínico harapiento echando a rodar soles de oro por el Cranio, y diciendo al soldado: "¡Quita, pendejo: primero es el Sol!"... Qué caligénico el Estoico macerando en tizanas sofisticas la cicuta que le revelará su inmortalidad de animal. ¡Si es un niño loco! E ignoraban que el niño loco, sin caramelos ni pandorgas, fiándose los cobres de la noche y los amaneceres, hincaba las pupilas, insomnes, en su caos. Ignoraban que si a la escuela prefería la Chinkana, era por que en Ella le nutria El; le nutria con lengua sabia, y pulía esa 'lágrima de ámbar que secretan sus huesos. No llores. o llora. Sacha-runa: algún día la roña será más el déspota del caos. Ese torturado que en mi se torturaba, ¿quién fue si no El? ¿Quién fue si no Tú? Si América no mira en El, y no cree en Ti, perderá las hormonas. —¡Piupiu -¡titit! Siento que si la luz trina, todo me empuja al lívido. HARARUÑA Desque te echaron de la Escuela, ya no buscas campo ni chinkana. Pero, es que ahora eres chinkana; eres campo con cielo y con estrella. Ahora en tus ojos Thumos lagrimea. Ahora es que pesa en oro tu latido. III. ¡Mi Diario!... Toda la razón a quienes te llamaban, cuando por jumencia, cuando por piedad: ¡el niño loco! Tu Diario... No; no huevees: peripecia del fermento. Y así estará bien el fárrago de gangochos de tu papelería, que ella al menos está en gangochos; en cambio, tú... Y, a pesar de la antirazón, me sentía obligado a taquear la escopeta, pues tacándola afincaba las atmósferas de mi pólvora. ¡Debes escribir si vives! O de otro modo: Con kellkas de piedra en los huesos es que te parió la buena de tu madre. Escribiendo se vertirá tu caos, y, ya podrás arrullarte y waltearte a ti mismo. Y poco te haya si interesa o no tu chullpateo, sabido que te interesa a tí, y que es el tuyo, y no el del mundo; el verdadero interés del mundo; que lo quiera, o no lo quiera, siempre gobernó tu necesidad. Pueda que tu canción después se parezca al Diablo. Quiá... "Escribe como si los Diablos fuesen justos". Mas no olvides que por justos hicieron que Zeus engendrase en la ternerita hija de Inaco. ¿En quién si no había de engendrar ese macho cabrio, sino en la ternura? He aquí que la ternura del cabrero hizo dios del cabro Olímpico. ¡No te pelees contigo, Supaya! IV. Si entre tú y tú, no hay otro: ¿quién miente? Nadie te impuso el garrapateo de tu “Diario". Así: si entre tú y él, sólo El de engaño puede alegar, mira que tus verdades no le caigan, y aunque la realidad con sus oros te empobrezca, dale siempre hartazgo de realidades. Así quedarás, rico tú; nutrido El. ¿Por eso habrás de echar tu realidad al silo de las ferias como le echas tus responsos? Tu realidad quiere mendigos y chullpa-tullus, que ésos tienen hambre y quieren ternura; no verdades. Deja éstas para el aguamanil de Poncio, el que contagió la sarna a tus mistichos. —¡Así, así: muy bien, "Escribe claro, clarito”. Te adoctrino en el viperino de Bernardino.. ahijuna, franciscano de" Franciscos...    

 

 

 

 

 

 

 

 

HAYLLI Ahayu del chullpar; Oro del lloro... .XVII. Este, el más viejo de mis estratos. Cuando forcé a la Virgen María a revelarme por cuáles tazones no me alimentó de su moreno seno; se redujo a mostrármelo apuñaleado y sangrante. Si; tuve otra madre: la tierra; la india Margacha. El día inundaba :hasta la galería de los hukuchas. Sol titikaka. El rebozo, de un challante rojo de coágulo, cayendo sobre la plizada y austera pollera negra, dos ojos, ni extraños, ni desconocidos, se detuvieron junto dl cedrón. Domingo. —¡Guagua! ¡Mi guagua! ¡Guagualay! Rechinando dientes mientras angustiosos trabucaban entre los rapazuelos, en esos ojos una lágrima temblaba buscando a su guagua. Luego la reconocieron imillas y llokallos. —¡Mama Margacha! ¡Mama Margacha! La abrazaron; la besaron. Mirábala atónito, petrificado. No sé si llegué a esta idea; pero siento ahora que la miraba como quien de pronto se mira a sí mismo. La india volvió a arrullarme en el regazo; y yo me sentí guagua en el regazo de la tierra. En su proletaria humildad, gran señor siempre, el carpintero me señaló sitio en la mesa junto a Mama Margacha; y por toda explicación, musitó: — ¡Eres su hijo!... Este el más viejo de mis estratos. Si me prendía del ñuñu, no debía estar más allá del primer año de existencia. En el recuerdo de un sueño soñado veo árbol muerto cuyas raíces, vivas, se han incrustado en el centro del mundo, cuyas ramas se perfilan epilépticas sobre el cobalto del Titikaka. Y allí, las mamalas del "Hotel de los Agachados", que parten de su olla el chupi con los aparapitas; hez lacerada y hambrienta de este paraíso de los Gamonales. Sobre todo veo, y siento más que veo, que la mama Margacha extrae el pikchu de la boca, y para hacerme de tripa fuerte como el anu, lo exprime en la mía. ¡La kukita de mama Margacha! Era un tronco del Hatun Kolla; y era parienta de la Virgen María, No he vuelto a verla. Cuando la recuerdo, en la cruz me sofoca el gusto de su coca, y me cae de la espina extraño sabor a hueso podrido. Pero, al último, el gusto de su co.ca se ha tomado para mí el gusto de la verdad: por ella es que he vuelto.

 

 

Me escurro. Siento que me escurro. Siento que no soy, que jamás fuí, que seré ya nunca. Me escurro. Me escurro. ¡Ah, así te labras! ¡Así te modelas! Así te; harás piedra y serás montaña! ¿Me he perdido? Buscadme en el hampatu. En los ponchos. Buscadme en las chuspas. En la chinkana de las khawras. Preguntad al Waksallu, al kitki, al wakaycholo. Y si nada saben; parad. Habrá sido inútil.. El torcedor y la vergüenza me habrán sepultado. ¡Infeliz carpintero que engendraste bazofias! !Pobre Virgen, venida a menos.. que pariste hokollos! Mi padre de ha recogido de la calle, donde yacía ébrio y destartalado. ¡Oh, fragante amanecer de mis chikchipas! —Mira, hijo mío: ¡no me mates! Acabar así es acabar con tu padre. Todo se reduce a una cosa bien chiquita: abre tu corazón y deja que Dios regrese a él; que vuelva a su nido el pajarito amoroso. Ya te cantará, te cantará. ¡Ah, cuando su trino te enloquezca! Tú no sabes... ¿Trino? ¿Trino has dicho, varón entre varones, el más noble y sabio de los hombres? ¿Trino? Si, padre mío y de mi hueso: ¡trino!, ¡trino! Abriré el corazón al pajarito amoroso, y enloqueceré, desnudo, con su trino... XXX. Oh, fragante amanecer de mis thikchipas. No tuve necesidad de hacer mi camino fragante. Lo hicieron ellos por mi amor y el de mis trinos. Han venido los Allkas de Utawilaya, los Campillas de Pillapi, los Chokes de Watisa, los Pachos de Konkachi, los Mamanis de Mañaso. ¿Quién se lo mandó? ¿Quién les mostró mi camino fragante? El Pako-Achachila lo ha leído en el fuego de la fogata; la Mama-Kuka lo entona y salivea. ¡Pasen, hermanos! Si tardaba en ir, han, venido ustedes. Es lo mismo; y es mejor. Pero ya no son Allkas, Champillas, Chokes, Pachos, Mamanis. Ahora son el Khillikhlli,. la Chusekha, la Chiarauma, el Theskho, el Hampatu. Son Khenayas, Orkhos, Warawaras, Pakchas... ¿Y quién a éstos lo contó? Ah, Theskho, bribonete;. fuiste tú, a quien se lo fió el taimado Lakhato, 

 

 

pues él me viera llorar un día cuando entre los gringos hisañus me buscaba. Mejor así: mi corazón estaba vacío y en él, casualmente, caben ustedes. Penétrame para siempre, Khantati-ururi, estrella de mis trinos; y, tú, hermano Titikaka, con tus cargas de challwas, balsas y balseros, con tus verdes totorales trinadores... —¡Chio-khori! ¡Chio.khori!... ¿Dónde bogas? ¿Dónde trinas, Khori-Challwa? Ya se rompe la cáscara del Hake. ¿Qué te retiene, Achachila- tata? Y tú, Huturi, que chicoteas con tu cola de fuego cuando en el lago se duermen los balseros: ¿por qué tardas? Barrigoncito Anchancho, y sobre todo no me temas. Y en un trueno, de las nubarras: cherekañas, kurumpilas, yarakakas, pichitankas, korokutas, allkamaris, pariwanas, osles. phanas, chenkos, tiutikus, thayas, kurmis, okamamas, thosankeyumamitas, Lupi-tata, Paksi -mama. Son el villancico de la Margacha. —-¿Y tú, Khori-Challwa? ¿Qué espera EL PEZ DE ORO? Cerraré mis compuertas, y no las abriré, pajarito; no las abriré trinan tus relámpagos... 

 

 

 

Ya florecieron las Khantutas. La imilla me mama de tanto que me ama; y si de mis tendones arranca la flor de la hawasa, yo en sus senos abrevo el aliento de hawasa en flor. —¡Sol, Padre Lupi: miró este vientre!.:. Ya soy un hombre. .."Mira, el olor de mi hijo, como el olor del campo". ¡Tenemos qué huir, imilla! ¡Tenemos que huir a la charca! La poesía crepita y revienta salvas de camaretones en mis ojos. Cuanto toco se vuelve canci6n. Cuanto miro, danza, y danza la tierra bajo mis plantas. A trueque de kilómetros de lengua, llegaremos a Orko-pata, y vencido el centímetro de lodo, además de los jardines Se abrirá un panorama proyectado de ellos, macerado en los sonkhos: ¡Mi hijo! ¡Hijo mío! —¡Guaguay! ¡Guagualay! XXXVI. Chorango cholero, retiñe tus cascabeles. Dícenme que el charango no es indio, y es, quizá. lo contravención de la bandurria, reducción cervical de la vihuela. Tal vez... Pero yo me sé que en Berlín, o Londres (donde a América y a los kuikos americanos nos catalogan en nomenclaturas darvinianas), hay ceramio inkaiko que demostrara, si se lo pidieran, que el indio poseyó un guitarrico tan semejante al charango. Mas, aunque así no fuera, aun siendo hispano, o por ello mismo, atestigua la apropiación, adaptación, transformación que América ha consagrado de un instrumento de cámara (será así), que expresa lo más primitivo de su pánico. Y qué: ¿ocaso los mestizos no somos vihuelas cordobesas en que charanguea el indio? Un charango a la gineta es el Supay en cueros que provoca al pecado fecundo; y bien de amores tristes se queje o soliviante a los padrillos, sus cuerdas de tripa y sus nervios de metal khaswarán sobre las mismas lacerias de la cruz... Arcádico es el pinkollo, lírico y hasta litúrgico; saudosa la khena, llora penos negras, y cuando apreta en el silencio de los ayllus no sé: vienen ganas de mascar la cruz. Sólo el charango traduce al marka-masi, al cholero del wakaycholo. Pero no te lo agarres laminitas corticales, como el Stradivarius, si quieres hacértelo unito. Busca la concha del Kirkinchu. Sólo entonces sus voces las del trino, sus lujurias las de la selva, el Sacha-runa, las ciénegas. Es un Kirki, se dirá en los siglos venideros del hombre que pactó con la muerte. XXXVII. Ya estamos fuera. La cazurra balumba llega con el ladrido de los gamonales y los karrajuskas del clarín, de que enhuevan los gallineros. Al amparo de romperüidos y vegetales pararrayos, el cuerpo se abandona, nos poseen aires azules y fluye la paz del agua. HARARURA Mirad, lakatos: chamusca el Sol la dura piel del hombre; raja el ácido berrocal, que morder no pudo el diente de los siglos, Oíd, lakatos: el Sol con el amor juegan al arco. Y si thikchan un chocho con la vida... también thikchan chochitos con la muerte. 

 

 

 

 

 

Bien está. Escribe ahora... Esto se hizo a la medida de tu sueño. Este, el nido en que emplumará tu paisaje. Y es que de tu ala viene, y es tu dinamo, y no porque fuera hecho antes que tú, sino imitando prismas y pirámides de tus cristalizaciones. Mas hasta verlo, y succionarlo, como la imilla te succiona, no alcanzaste a penetrar en su instinto magnético. Y así tampoco penetraste en la magnética de lo indio, nada te dijo la decorativa de ariwallus y mates, ni sílaba te alcanzó de sus piedras totémicas, de sus khataris hieráticos, y menos del Suchi trabajado en la teogonía de EL PEZ DE ORO. Esa magnética no era un espejo paseando su innocuidad en la vida y cabe las cosas; era una gana de trizar montañas, y entrañas, de extraerles el Haipuñi y los Anchanchos que por ellas. circula. Esa gana enigmática, que tú bien sientes, se dirige de la superficie estólida a la profundidad oscura, moviente y prolífica; es raíz, no flor. ¿Por qué lamentar si te falta historia escrita del Inka, si hay otra, sensorial, tallada en las anisotropías de tu sangre? ¿Que está muerta? ¡Wakra! Saberla encontrar es todo el problema de América. Agrega: vivir no es ciencia; es arte.  

 

 

 

 

LA CAVERNA Presumo que me leen Challwas. Y que no pocas veces se habrán detenido a observar su vida en el Titikaka, si no con el, moroso deleite de un Paracelso orestiano, el genio de la sistematización del Abate Spellazzani o el primor ictiológico de Agazzis, al menos con la humildad de los Pumas. A simple vista la del habitante lacustre se mostrará como una existencia sometida a la fatalidad de las paralelas, si no hay alborada que de allí los challweros no salgan en sus barquichuelas cargadas hasta la pakha-thusa con el fruto de las diestras khenchadas que cuentan milaradas de cadáveres. Y no es así. Según los cálculos eistenianos las paralelas no pueden desarrollarse indefinidamente, pues deben acabar en un colodión que sin matar impida la circulación de la sangre. Extraído el aserto de los campos de la física, no puede menos que procurar alivio. Vida y muerte no conformarán el paralelismo siniestro que origina todos nuestros infortunios. Un día debe primar una de ellas: la de veste inconsútil o la del harapo miserable; y será la que sea capaz de dentellar más vivamente y de incrustar más hondamente la zarpa. Y es que el infinito de las paralelas es finito por naturaleza, pues condición esencial para ellas es subsistir en un campo neutro, que puede ser el vacío o algo así, irreal, por tanto, semejante en todo al que hace equidistantes vida y muerte, materia y espíritu, bien y mal, dios y diablo, ¿Será el tiempo? Entonces lo único infinito es él, pues les contiene, y, contiene la causa y efecto sin ser una ni el otro. Dios en manos del tiempo es tan finito como la vida. Pero si la muerte es la negación de la vida, y la vida es naturaleza, ella necesariamente debe ser no naturaleza, y entonces resulta tan sin naturaleza como el tiempo. De acá se puede deducir que sólo tiene naturaleza lo que no es naturaleza. Y la muerte, que comporta esa rara entidad, lo único real, preexistente y subsistente, Natural es que volvamos por los fueros del buen juicio y nos percatemos que en cuanto individuos y cosmos somos una irrealidad animada en su irrealidad. No ser es la única manera de ser. Y Dios es Dios porque es el no sér. La astronomía clásica admite la existencia (si el vacío puede existir) de grandes bolsones de vacio interplanetario, en donde el mecanicista de la teología estima que residen las almas bienaventuradas y, consecuentemente, los dioses. Si es posible tan extraño fenómeno se colige que esos bolsones de vacío no son sino el vacío total que efluye por las ranuras galácticas y que es el continente del universo. Un día la surgencia nos atropellará y quedaremos borrados del cosmograma, con pico, bigote, brevarios y extrema-unciones. ¿Vale la pena permanecer un día más? No; de manera alguna. Le daremos al vacío el gran espectáculo anticipado, pues convenidos todos los seres vivos nos autoeliminaremos antes que lo haga el vacío implacable. El Pez, no requiere de meollo cientificista para rechazar tal absurdo; si hay algo evidente para el es que está, y no en el vacío sino en el. Si el Pez poseyera la mentalidad del teólogo, aceptaría que su destino es el de la paralela, y que la vida es tan ambivalente como la muerte y representa, inevitablemente, la mónada del valor en la cual, y con el cual se adquiere una naturaleza que no es muerte y es muerte y es vida. Tras esto queda más que cerrar los ojos, apretar el cinturón, y, de cabeza: la inmersión en el valor. Que se requerirá valor para esto, indudablemente; pero nadie más osado que el que no tiene otro remedio. Han desaparecido las jerarquías y las escalas de valores porque el único valor es la nada. Désele el nombre que se quiera: beatitud, nirvana, inconciencia, lo cierto es que el teólogo no conoce otro camino que la negación en el vacío. El Pez tendrá la prudencia de pacer "vacío" en sus orejas antes que no le envenenen doctrinas tales. Para él la única manera del ser es el estar. Y sí no se está en sí mismo no se puede estar en parte alguna. 

 

 

Es del valor de un imperativo categórico que el Pez este en infinito, y que el infinito sea en tanto él es infinito. Y siendo así su espacio es mónada. La idea de muerte le sería admisible á condición de que el Pez pudiera no ser Pez; pero si el Pez deja de ser Pez; el infinito deja de ser infinito. Aunque participara de la autoeliminación universal, el Pez no puede no ser Pez, ya que lo consiguiera no liquidaría al Pez sino a la Vida. No hay paralelamente bajo el agua; y de ella están excluidos el terror, el temblor y el torpor: se vive en la dulce placidez de los bienes poseídos por medios lícitos. Y como se carece de cronómetros, tampoco el existe el tiempo y se vive en profundidad espacial, o sea en función de tensión de la materia, que no es tiempo, que este sería inmutable e intensible. Entonces la caverna del infinito no será el universo, ni el tiempo, ni la nada: será la vida. ¿Entiendes, Plato? Sólo se puede ser en mónada. Es de saludable consecuencia que si el hombre no hubiese olvidado estas expresiones de la realidad se beneficiaría con el temple de su incenescencia, sabiendo que en tanto está —y no puede no estar — está en belleza, en euforia, en salud, en plenitud; y que es su vida la braquia por la cual obtiene la vida el oxígeno que nutre: El único pecado consistirá en negarnos, a causa de que al negarnos negamos a la vida. Pecado horrísono migar con la muerte, admitirla, brindarla sitio en el banquete, y darla a comer dé la carne que llevamos y la cual vive de devorar, ciertamente, pero no cadáveres, sino vidas. En suma: afirmar: hoy, mañana y siempre. ¿Estéticamente se podrá algo que no sea la afirmación de valores de la vida? Perseguiremos con ella la integridad del ser, siendo lo que en el agua: Peces; lo que en el corazón: Peces lo que en el limo que habitan los Khausis: Peces. En este terreno no cabe misterio alguno ni consubstanciación de ente y sustancia; porque si todo no es materia, es porque todo es entelequia; y maridar la muerte y la vida para sacar vida, etéera; la materia y el espíritu para sacar angelidad; el vacío y el éter para sacar electrones, es reincidir sobre el desprestigio lugar común de que somos la medida del universo en tanto seamos capaces de negarnos en el ente. Vivir en caverna, en la caverna y para la caverna, con el infracturable destino de la unidad vital, que no es más que el gozo de la fertilidad. Y como no se puede estar vivo y muerto, ni estar en dos naturalezas, ni, objetiva y simultáneamente, estar en dos sitios, hay que estar en tensión láctea, que el punto de la tensión es el punto de la caverna. Asimismo, América no será Hispanoamérica: es España o es América. De la misma manera que el Pez que es Pez sólo en Pez. ¿A más de la flor las flores se propondrán finalidad para amar? Se proponen la flor, como el Khori-Puma a El y así alcanza su profundidad y la suya. Pues que América haga como El y se propaga el infinito de EL PEZ DE ORO, que nunca falta en la profundidad del hombre y es el arquitecto de profundidades. Esta su Ley: ¡Adentro; más adentro! ..............................................................................  

 

 

 

—¿Qué buscas en tus indios muertos? El indio le respondería: —Busco a mis indios vivos. —¿Y qué en estos indios antiguos? —Busco a los nuevos. Pero, el maestro Eckhardt fue una especie de precursor del test psicológico, y aunque fil6sofo teologal, en ciertos ángulos de su examen procede con metodología de metafísico y pragmático. No quedaría satisfecha su curiosidad si al mismo tiempo no lleva la encuesta a la zona del mestizo o criollo. Veamos los frutos que obtiene. —¿Qué buscas en tus mestizos muertos? —Seguirá silencio que puede durar siglo de logorragia parlamentaria; as al fin el mestizo dirá: —¡Nada! ... ¿Escolio alguno del agudo teista? Tal vez: "Nada busca quien nada es"... Ya no requiera dirigirse al gentil criollo, porque lo que éste persigue de sus antepasados es el pergamino nobiliario. Y si no le halla auténtico, le falsifica o regatea en las martillerías. Por ese lado el pascaliano vacío. 

 

 

 

Cuál la Abracadabra? En los indios de hoy deben estar los indios de ayer; ó estos indios no son indios. Ya que sólo está el que estuvo, o el que está, y se dice, no es... Nada será sin estar. El "los muertos mandan", de Karl Marx, sonaba a paradoja para quienes no observan que el Materialismo Histórico debe ser mosaico en lo fundamental, por tanto secuela de mesianismo profético. ¿Pero, Marx entendía que los muertos mandan por que los muertos no son los vivos? En ese caso su pleroma búdico no poco y hasta tomista. Mas su paradoja se concreta ahora, puesto que podemos decir, sin anfibologías, sólo tiene autoridad el que ha muerto (por eso puede mandar) y autoridad de sabio aquél que sabe que el muerto es él. El círculo se cierra. Hay muerte por parte alguna. CXXXV. De sólo un dolor se duele: la vida. Si los muertos nos duelen es porque les dolemos; y les dolemos allí donde nos duelen: nosotros. Se podrá sentir lo que no está... Y, así, los muertos de sentirse es que nos sienten y de dolernos les dolemos. ¿Si lo que más duele de América es el indio, será porque está muerto? No parece. Si el indio nos duele es porque nada hay más vivo en nosotros que el indio. Y si nada en el indio duele más que América, será porque sólo en el indio América está viva. Observa que al abrigo de tus alondras sapos venenosos fornican en tu corazón: están vivos: no pueden evitarlo. Ni ellos saben morir. Somos necrademias que andan. El "ego" unidad en cadena. Cargas vivos a tus muertos desde el infinito. Inevitablemente eres sólo en ellos. Vivir: Imbivir. 

 

 

Ninguna mujer es madre sin romperse. No hay luz si no hoy incendio. No estampa "idea" sobre el papel quien fue incapaz de romperse desde el antropomorfo y con el antropomorfo. Es que ser en nacer. TOKHAÑA —¿Por qué la mujer bella, si su belleza ignora, más bella? —Porque está en madre. —¿Por qué a si misma la vida no se siente, y en nosotros arde? —Porque es la parida. —¿Pero, entonces, di: algo más púdico hay que la tempestad del genio? —¡No!... Porque es tempestad de partos. —¡Bha! jBha! Todo lo sabes. Mas sabrás si el abrazo con que a Tanatos el fiero Herakles a devolver obliga la vida de la mujer casta; es el de: "¡Heliogábalo, fundador de ciudades: bebe, vive al día!"... O es del que "sospechó que los dioses lloran?". ..

 

 

También llorando las mechachuwas fecundan el embrión de la Chinkhana. —Entonces, abre el pico, Waksallu, y cátanos los Trenos y los Trinos de EL PEZ DE ORO. ¿Treno es de tu alma? ¿Su matinata puerperal? ¡Símbolo de símbolos haces de El! .. 

 

 

WAYÑUSIÑA ¡Ni el ñuñu de fuego de la tawaku , quiero; ni la fría leche de la estrella espero! ¡Ellas, y el ojo de las Khawras, serán para mi guagua, que ya viene... 

 

 

 

HAYLLI ¡Khocha, Khocha-mama! EL PEZ DE ORO Challwa de tu oro es, embrión del Puma de tu Chullpar; del Champi muerto, lágrima viva. ¡Khocha, Khocha-mama: abre tu fiufiu verde al oro de su lloro! 

 

 

 

 

Mas ni en EL PEZ DE ORO (ni en símbolo) sería posible una existencia sin un público para quien existe y el cual le alimenta menos con su admiración que con su voluntad. En todo drama, el drama es tanto del autor que lo ordena como del público que lo concibe, y es preciso que el se haga existencia en cada uno de los espectadores para que hiera los resortes vitales. Es que somos en El y El es en nosotros; por lo que siendo en nosotros, ya no es drama, es vida. Es decir dolor. El ovario que lo contiene, y en el cual germina, del cual extrae los jugos amnióticos que le permiten conformarse, su plafón; harmónica, color, tienen un nombre: miel; haciéndose necesario que el dolor sea miel, y atraiga. La miel de la abeja nace de su ponzoña; y es que lo único fértil es el dolor. 

 

 

 

HAYLLI Un día, en los meteriosos ideoplasmas, todo esto estará escrito. Y se leerá, además, que si el dolor los átomos de la chullpa destroza, es porque en ella, el Hijo llora, y se sustancia... 

 

 

HARAWI ¡Hila, hila, guagualay! Más que sabio fue bueno quien el kaitu inventó. El que sabe hilar tiene la fuerza. Para hacer cordel de tu vida, reúnete cordel. De tu sangre saca el hijo, si en tus nervios está y en tu hueso. Bronco será el primero. Pero, otro hilito bronco sacarás, y otro, otro, y otro. ¿Los kaitus de tu carne no ves? Y nada más kaitu que tu carne. Si entiendes el harawi, fuertes serán tus kaitus. ¡Hila, hila, guagualay! ¿Acaso de tu corazón Kaitu no soy?

 

 

 

Hilar, hilar en la rueca de la estrella, de que procedo, y en que me contengo. Un día, para volver a la Warawarani, fugaré de la Warawarani. Ella gravita en. el hombre y el hombre gravita en ella, El polvo vivo viene de la estrella. Pero las estrellas vivas vienen de los chullpares. HAYLLI ¡Nunca mirarás, guagualay, si no es con tus ojos, guagualay! 

 

 

Madre me ordenó henchir el santo germen del silencio, pues el que germina debe ser silencioso. Así su telepatía fue tokaña de estrellas, una para cada día de la noche. CHIO-KHORI El oro , que vuela es oro que trina. SONKOIMI Sonko tuyo mi sonko. Corazón, mi corazón más tuyo que mío. KHORI-CHALLWA Si el agua no arde no es oro, guagualay... Ya en ti el oro arde, y en el agua, guagualay. KHOMER-KHENTI La pluma se pulverice para que trine el oro; que pluma que no trine, trino será sin oro. LLOKALLA GUAGUAN Te parieron con barbas, y aunque pareces guagua, eres la guagua de las barbas y las barbas de la guagua. SACHA-RUNA En un árbol te acunaron; sus ñuñus te nutrieron. Un árbol fue tu padre, una raíz tu madre. 

 

 

 

HAYLLI ¡Levántese del chullpar EL PEZ DE ORO! Mientras dormía me clavaron su cruz. En la cruz de sus ojos ya florece mi lágrima. Se alzarán los chullpares el día de mi lágrima. Su verbo ya sazona y se bruñe en mi lágrima. Cenizas de su madre palpitan en mi lágrima. Danza, alegre, y le bendice mi lágrima. Que ascienda el Pez a la cruz de mi lágrima. No tema que el barbudo le gruña tras mi lágrima. Sea entero; no se fraccione en mi lágrima. Peñasco tierno de su cuerpo es mi lágrima. Lupi-tata le incendiará en mi lágrima. Khuno-tata, le hará carámbano en mi lágrima. Le escoltarán khenayas en mi lágrima. ¡Ya del Khori-Pum a le bautizaron lágrimas! ..

 

¡La muerte ha muerto en el Tawantinsuyu!... ¡Viva el Guagua-Puma, el Vencedor!... ¡Los hombres y los pueblos resucitan! (Resurrección de los muertos 280) El pasado no existe, tampoco puede existir, entonces, el Porvenir, pero si el Porvenir es tan solo por ser el pasado por venir. Y ello por sencillísima razón: que nadie se dará movimiento en pasado sin hacer del Pasado el Presente. (Resurrección de los muertos 563)    

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