lunes, 27 de junio de 2022

¿Existió Cristo?

 ¿HABRÁ EXISTIDO?

Tengo mis dudas, creo que más bien es una creación colectiva de alguna secta radical, donde se recogen varias tradiciones. No hay referencias en otros textos de su existencia física, los evangelios fueron redactados tres o cuatro siglos después, y compilados de la forma "actual" algo más tarde. De su crucifixión tampoco estoy tan seguro. No hay referencias explícitas de su ajusticiamiento ni de fuente judía, ni de fuente romana, ambas "civilizaciones" muy pegadas a la escritura. Quizás lo que se salva del cristianismo es esa referencia al amor, que está en el centro de la doctrina, de la que la iglesia ha hecho escarnio, y me parece que eso tiene inspiración oriental, brahmánica y búdica. Alguna vez así me lo explicó un gran orientalista y filólogo, sabedor del sánscrito, llamado José León Herrera, pero ambos estábamos bastante sazonados y ya no recuerdo los detalles de las inquietantes alturas de su pensamiento jajaaj. Es más, existen una serie de leyendas que aseguran que Jesús murió en la India, que nunca resucitó ni ascendió a los cielos y que más bien pasó sus últimos días del brazo de María Magdalena, en largas reflexiones con "sahdus" y maestros místicos errantes, bajo el embrujo de algunos humos espirituosos que lo acercaban a la divinidad. jajaja.

Rodrigo Núñez Carvallo  


Mi respuesta: 

Primera duda ¿Hay Dios? , Segunda duda si hay Dios nos ama? Tercera duda ¿Hay un Cristo que manifestó ese amor con su muerte y resurrección? Cuarta duda ¿Hay una iglesia que realmente siguió y sigue a a Cristo? Quinta duda ¿Yo debo seguir a Cristo? Primera certeza yo quiero seguir a Cristo ¿Por que? Porque el me llama una y otra vez a seguirlo ese es el llamado cuando lees la biblia, ese es el llamado que te dan los hermanos , ese es el llamado en mi conciencia, podremos decir que es un llamado instituido, que nuestra cultura retroalimente y que luego nosotros introyectamos, como podemos decir que es mas bien un llamado interior, que toda nuestra conciencia este configurada arquetípicamente para que el yo encuentre al si mismo y entonces esperamos este llamado que luego encontramos exteriormente. Aquí surge lo que Kant llamara una antinomia lo que la filosofía clásica llamara una aporía y ¿Cómo resolverla? Pues el que supera a Kant es Hegel y lo que tengo que hacer es decidir y probar ambos caminos y veré que uno me lleva al otro dialécticamente, a sique si decido que es un llamado exterior que nada tiene que ver conmigo no iré tras el, pero esta decisión hará crecer en mi interior el llamado así que tendré que decidir otra vez e iré tras el llamado iré a una iglesia y lo que encontrare será la contradicción enorme entre lo que dice Cristo y lo que hace la iglesia pero de pronto encontrare gente muy bondadosa ¿Por que es bondadosa? Tiene interés en hacer crecer la iglesia, tarde o temprano ese crecimiento se vera económicamente y hasta políticamente y entonces están construyendo poder o realmente me reconocen como un hermano y me aman otra vez la dialéctica al final fluiré en ese amor, descubriré que no son perfectos pero ya los amo y están en mi corazón como yo estoy en el de ellos, ¿De donde viene este amor? De Cristo de su Espíritu Santo que nos revela su sacrificio por todos nosotros o mas bien es una ilusión colectiva que les permite amar, aquí la investigación se torna mas intensa solo lo puedo saber entrando a esa ilusión colectiva creyendo realmente pero una vez ahí ya no hay retorno, así que decido ser enemigo de Cristo, cuestionar todo, alejarme de la iglesia, de la biblia pero el siempre esta ahí, tendría que deshacer todo el lo logos, entrar a la locura misma y así lo hago y el siempre aparece, siempre y no solo me pasa a mi, los testimonios históricos de su existencia Están ahí: 


Testimonios no cristianos de la existencia de Jesús de Nazareth

No fue considerado significativo para los historiadores de su tiempo aunque Flavio Josefo y Tácito se refieren a Cristo en sus escritos

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¿Padeció bajo el poder de Poncio Pilato? De la existencia de Jesús de Nazareth no duda ningún historiador serio. Para el historiador especializado en culturas antiguas Michael Grant, ya fallecido, hay más evidencia de que existió Jesús que la que tenemos de famosos personajes históricos paganos. También James H. Charlesworth escribió: «Jesús sí existió y sabemos más de él que de cualquier palestino judío antes del 70 d.C.». E. P. Sanders en «La figura histórica de Jesús» afirma: «Sabemos mucho sobre Jesús, bastante más que sobre Juan el Bautista, Teudas, Judas el Galileo y otra de las figuras cuyos nombre tenemos de aproximadamente la misma fecha y el mismo lugar». y F.F. Bruce, autor de «¿Son fidedignos los documentos del Nuevo Testamento?», sostiene que «para un historiador imparcial, la historicidad de Cristo es tan axiomática como la historicidad de Julio César».

«La muerte en cruz es el hecho histórico mejor atestiguado de la biografía de Jesús», señala a ABC Santiago Guijarro, catedrático de Nuevo Testamento de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca.

Jesús no fue considerado como significativo por los historiadores de su tiempo. Si aparece en la literatura pagana y judía de la época fue por el empuje de los cristianos que le siguieron. «Ninguno de los historiadores no cristianos se propuso escribir una historia de los comienzos del cristianismo, y por esta razón sólo mencionan los acontecimientos que tenían alguna relevancia para la historia que estaban contando. Sin embargo, el valor de estos datos puntuales es muy grande», explica Guijarro en «El relato pre-marcano de la Pasión y la historia del cristianismo».

El historiador norteamericano John P. Meier relata en «Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico» cómo «cuando en conversaciones con gente de la prensa y el libro (...) ésta fue casi invariablemente la primera pregunta: Pero ¿puede usted probar que existió? Si me es posible reformular una interrogación tan amplia en una más concreta como «¿Hay pruebas extrabíblicas en el siglo I d.C. de la existencia de Jesús? Entonces creo que, gracias a Josefa (Flavio Josefo), la respuesta es sí».

Flavio Josefo (93 d.C.)

El historiador judío romanizado (37 a 110 d.C.) recoge en el texto conocido como «Testimonium flavianum» de su libro «Antigüedades judías (91-94)» una referencia a Jesús que si bien se cree que fue retocada con las frases abajo entre paréntesis, se considera auténtico: «En aquel tiempo apareció Jesús, un hombre sabio, (si es lícito llamarlo hombre); porque fue autor de hechos asombrosos, maestro de gente que recibe con gusto la verdad. Y atrajo a muchos judíos y a muchos de origen griego. (Él era el Mesías) Y cuando Pilato, a causa de una acusación hecha por los principales de entre nosotros lo condenó a la cruz, los que antes le habían amado, no dejaron de hacerlo. (Porque él se les apareció al tercer día de nuevo vivo: los profestas habían anunciado éste y mil otros hechos maravillosos acerca de él) Y hasta este mismo día la tribu de los cristianos, llamados así a causa de él, no ha desaparecido».

En Ant. 20.9.1. también hace referencia a «Jesús, que es llamado Mesías» al dar cuenta de la condena a Santiago a ser apedreado.

Tácito (116 d.C.)

El historiador romano (56 a 118 d.C) menciona a «Cristo» en sus « Anales» escritos hacia el año 116 d.C. al hablar sobre Nerón y el incendio de Roma en el año 64. Informa de la sospecha que existía de que el propio emperador había ordenado el fuego y recoge cómo «para acallar el rumor, Nerón creó chivos expiatorios y sometió a las torturas más refinadas a aquellos a los que el vulgo llamaba “crestianos”, [un grupo] odiado por sus abominables crímenes. Su nombre proviene de Cristo, quien bajo el reinado de Tiberio, fue ejecutado por el procurador Poncio Pilato. Sofocada momentáneamente, la nociva superstición se extendió de nuevo, no sólo en Judea, la tierra que originó este mal, sino también en la ciudad de Roma, donde convergen y se cultivan fervientemente prácticas horrendas y vergonzosas de todas clases y de todas partes del mundo».

Los historiadores consideran a Flavio Josefo y Tácito como los testimonios primitivos independientes relativos al mismo Jesús más consistentes, aunque también hay otras fuentes que recogen datos sobre los primeros cristianos:

Plinio, el joven (112 d.C.)

Procónsul en Bitinia del 111 al 113 y sobrino de Plinio el Viejo. Se conservan 10 libros de cartas que escribió. En la carta 96 del libro 10 escribe al emperador Trajano para preguntarle qué debía hacer con los cristianos, a los que condenaba si eran denunciados. En ella cita tres veces a Cristo y señala que los cristianos decían que toda su culpa consistía en reunirse un día antes del alba y cantar un himno a Cristo «como a un dios»: «Decidí dejar marcharse a los que negasen haber sido cristianos, cuando repitieron conmigo una fórmula invocando a los dioses e hicieron la ofrenda de vino e incienso a tu imagen, que a este efecto y por orden mía había sido traída al tribunal junto con las imágenes de los dioses, y cuando renegaron de Cristo (Christo male dicere). Otras gentes cuyos nombres me fueron comunicados por delatores dijeron primero que eran cristianos y luego lo negaron. Dijeron que habían dejado de ser cristianos dos o tres años antes, y algunos más de veinte. Todos ellos adoraron tu imagen y las imágenes de los dioses lo mismo que los otros y renegaron de Cristo. Mantenían que la sustancia de su culpa consistía sólo en lo siguiente: haberse reunido regularmente antes de la aurora en un día determinado y haber cantado antifonalmente un himno a Cristo como a un dios. Carmenque Christo quasi deo dicere secum invicem. Hacían voto también no de crímenes, sino de guardarse del robo, la violencia y el adulterio, de no romper ninguna promesa, y de no retener un depósito cuando se lo reclamen».

Trajano contestó a Plinio diciéndole que no buscara a los cristianos, pero que, cuando se les acusara, debían ser castigados a menos que se retractaran.

Suetonio (120 d.C.)

El historiador romano (70-140 d.C.) hace una referencia en su libro «Sobre la vida de los Césares» donde narra las vidas de los doce primeros emperadores romanos. En el libro V se refiere a un tal «Chrestus» al mencionar la expulsión de los judíos de Roma ordenada por el emperador Claudio: «Expulsó de Roma a los judíos que andaban siempre organizando tumultos por instigación de un tal Chrestus».

La mayoría de los historiadores coinciden en que Chrestus es Cristo porque era frecuente que los paganos confundieran Christus y Chrestus y no existe ningún testimonio sobre ningún Chrestus agitador desconocido.

En los Hechos de los Apóstoles se recoge este acontecimiento: «[Áquila y Priscila] acababan de llegar [a Corinto] desde Italia por haber decretado Claudio que todos los judíos saliesen de Roma».

Luciano (165 d.C.)

El escritor griego Luciano de Samosata satiriza a los cristianos en su obra «La muerte de Peregrino»: «Consideraron a Peregrino un dios, un legislador y le escogieron como patrón…, sólo inferior al hombre de Palestina que fue crucificado por haber introducido esta nueva religión en la vida de los hombres (...) Su primer legislador les convenció de que eran inmortales y que serían todos hermanos si negaban los dioses griegos y daban culto a aquel sofista crucificado, viviendo según sus leyes».

Mara Bar Sarapión (Finales del siglo I)

Existe una carta de Mara Ben Sarapión en sirio a su hijo en la que se refiere así a Jesús, aunque no lo menciona por su nombre: «¿Qué provecho obtuvieron los atenienses al dar muerte a Sócrates, delito que hubieron de pagar con carestías y pestes? ¿O los habitantes de Samos al quemar a Pitágoras, si su país quedó pronto anegado en arena? ¿O los hebreos al ejecutar a su sabio rey, si al poco se vieron despojados de su reino? Un dios de justicia vengó a aquellos tres sabios. Los atenienses murieron de hambre; a los de Samos se los tragó el mar; los hebreos fueron muertos o expulsados de su tierra para vivir dispersos por doquier. Sócrates no murió gracias a Platón; tampoco Pitágoras a causa de la estatua de Era; ni el rey sabio gracias a las nuevas leyes por él promulgadas».

Celso (175 d.C.)

En «Doctrina verdadera» ataca a los cristianos. Aunque no se conserva su libro, sí muchas de sus citas por la refutación que escribió Orígenes unos 70 años después.