Castillo es una chanfainita podrida
Con mi amor Teresa de Jesús pensamos cuales son los mejores
platos del mundo a propósito de que se le dio a ella por cocinar tacos que
estuvieron riquísimos, a pesar de que no hay plata, ella cada día cocina mejor.
Y yo pienso que al igual que en el arte, el plato mejor es el plato total, no
el plato totalitario sino aquel que se constituye como un campo ontológico donde
pueden darse muchos sistemas, así como
en los tacos, donde uno puede hacer tacos tan distintos, hay una flexibilidad
tan grande, una potencialidad infinita, que podríamos decir que el taco es un
plato casi absoluto, libre. Otro plato con tales características es la pizza,
lo máximo y tiene al igual que el taco
esa transferencia popular que le da alma a las cosas, sin esa transferencia no hay
arte ahí entramos
en discusión porque ella defendió los crepes franceses y para mi ellos no
tienen esa transferencia, pero ella me contaba que se puede combinar los crepes
con lo que se quiera, a mino me bastaba para admitirlo, más la cosa se complicó
más cuando hablamos de lo peruano ¿Cuál era
su mejor plato? Teresa defendió la jalea, porque tenía todo lo del mar, pero a
mí no me pareció que el mejor plato peruano tendría que ser algo de la costa,
luego pensamos en la pachamanca y aunque defendamos al Perú como un país andino,
la pachamanca no me habla de la choledad peruana, no esta choledad siempre
marginada solo podía ser expresada por una chanfainita y una chanfainita con
potencialidad de combinado, es decir acompañada de cebiche , tallarín, ocopa y de todo lo que
te puedas imaginar, ahí le puedes poner tu tacacho con su plátano maduro.
Castillo era eso una chanfainita, un plato humilde que
gracias a su humildad, podía abrir la posibilidad de combinaciones distintas,
de un nuevo país. Era claro que después de Vizcarra la posibilidad de un centro
político era imposible por lo mismo el estado neoliberal tenía que caer, el
centro entre la derecha fujimorista y la derecha liberal o llamada también izquierda
caviar se había roto para siempre, por lo mismo el sistema no podía estabilizarce,
así viniera quién viniera. Pero por lo mismo un cambió sería muy difícil porque
la derecha agudizaría contradicciones tratando de defender el sistema a capa y
espada, lo que ocasionaría un resurgimiento de una izquierda radical y si bien los polos opuestos
se tocan en los extremos, ninguno de los dos aceptaría disolverse en ese toque.
Solo le quedaba un milagro al Perú y ese milagro era
Castillo, una chanfainita humilde que nunca puede ser bien presentada y que a
muchos mandaría al baño pero que es súper nutritiva, en medio de la pandemia
eso era lo que necesitábamos para levantar las defensas contra la corrupción que ha
costado más de 200 mil muertos, por no tener un estado fuerte y vivir en la
informalidad neoliberal.
Más Castillo ha traicionado, se ha corrompido, ya escucho a
muchos defendiendo a Castillo, diciendo que una colaboradora eficaz no basta
para probar corrupción, que este es un complot de la derecha y de hecho hay un
complot que no se da cuenta que con Castillo muere no solo la izquierda como
opción de cambio, sino el estado fujimorista, sino toda posibilidad de
gobernabilidad, la palabra del maestro ya no vale para nada y si la palabra de
un maestro ya no vale ¿Qué vale? ¿En que podemos poner nuestra confianza? Es el
Perú mismo el que se hace inviable.
Pero si el complot ha funcionado es porque Castillo tiene
anticuchos y en tan poco tiempo son tan grandes. No se si la oposición llegue a
los votos para vacarlo, Castillo es fujimorista y al igual que Fujimori
aprendió de Montesinos, en el Perú el
poder se sostiene comprando conciencias, haciendo tu mafia, tu organización criminal
¿Esa no es acaso la base de todo capitalismo desde los Medicis? ¿O mas bien la base de todo poder en el mundo?
¿Qué queda? Yo no veo viabilidad al país y eso que estamos
macro económicamente estables, que el precio del cobre está por las nubes y que hay un montón de
inversiones que pugnan por entrar al país en tanto caiga Castillo, pero he ahí el
problema cualquiera que entre entrara para robar, entendiendo que querer hacer
del Perú una nación, un país, un estado digno, es pedirle peras al olmo, el Perú
es una mina, una chacra, un mercado al que hay que controlar con una mafia muy
fuerte, que este coludida con la oligarquía de siempre sino te destrozaran.
Entonces toca la construcción de arcas de la libertad, toca
forjar estas comunidades en biotejido, toca revalorar la palabra, toca
despertar el espíritu y resistir, no se trate de izquierdas ni de derechas, no es una lucha
partidaria la que nos toca pelear, ni mucho menos una lucha de redes, para
hacer cada vez más contactos y empoderarnos, de lo que se trata es de cocinar
en el espíritu esa chanfainita a la que se la pueda combinar con Carapulcra con
Arroz Chaufa, con cebiche, con cecina, con rocoto relleno, etc.
Y así alcanzar nuestra unidad, nuestra integridad, nuestra libertad.