viernes, 17 de marzo de 2023

La entrada dialéctica al campo ontológico

 

La entrada dialéctica  al campo ontológico

Joel Agon

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En estos tiempos parece que las personas están un poco irascibles y susceptibles, por temas políticos, culturales, ideológicos, ayer compartí en una página de debate, una controversia sobre Kant y el ‘’argumento ontológico’’ y me salió para mi sorpresa, un ‘’ateo de internet’’ a lanzar improperios contra San Anselmo(como si yo estaría apoyando a San Anselmo solo porque se lo cita) sale otro(a) a deslegitimar todo la critica sobre el ‘’argumento ontológico’’ como una conversa entre ‘’fanáticos religiosos’’ ¿Entonces yo por compartir una critica de Kant sobre el ‘’argumento ontológico?... ¿Yo soy un fanático religioso? Mi conclusión es esta: ¿Pues al parecer estos ‘’ateos de internet? Ni siquiera han leído a Kant y por último solo leyeron 5 líneas del artículo y ya sacaron su conclusión. En fin, mejor esos susceptibles, tomen un snicker para que estén tranquilos.

 

Joan Correa Cordova

Entiéndelos. Son progresistas 

 

Christian Franco Rodriguez

Yo quede encantado, el argumento ontológico no prueba la existencia de Dios porque parte de la fe pensar en el limite de lo concebible a Dios como aquello mas allá de nuestras posibilidades de pensamiento, es tener ya la idea del Dios cristiano, tenerla por fe pero lo que si prueba el argumento ontológico, es que hay algo mas allá de lo ontológico, algo mas allá del pensar ser.

 

Joel Agon

Christian Franco Rodriguez siempre queda que el argumento ontológico es un "juicio a priori" y que la existencia de Dios se da por su esencia, pero ello también se requiere su prueba, después Kant, el mismo se respondería a sus propias objeciones, en la crítica de la razón práctica, cuando "dios" existe por medio del imperativo categórico.

 

Christian Franco Rodriguez

Joel Agon No el argumento ontológico no es un juicio apriori, va al terreno de lo dialectico y sale del campo del entendimiento y en lo dialectico no hay apriori ni a posteriori, no son juicios analíticos y sintéticos separados, sino que estan integrados en la especulacion dialéctica:

 

 

 

En “La idea del conocer” de la Ciencia de la lógica, Hegel se propone abordar los conocidos métodos analítico y sintético que han sido de especial interés para la ciencia y filosofía modernas. En el presente trabajo, nos proponemos estudiar la subsección “El conocer analítico” a fin de esclarecer cuáles son sus aportes concretos al desarrollo argumental de la Lógica de Hegel. En este sentido, sostendremos que “El conocer analítico” presenta tres temáticas con una conexión aparentemente sólo mediata: el método analítico, la aritmética y los juicios sintéticos a priori. El estudio de esta sección revelará que hay un hilo conductor: la carencia del Fortgang o avance. Así, sostendremos que el objetivo de esta sección es exhibir distintas maneras en que se puede carecer de síntesis y avance y, en congruencia, la necesidad de superar esta carencia y dejar abierto el camino a un tratamiento de la síntesis más adecuado conceptualmente.

 

I- Introducción

En el capítulo “La idea del conocer” de la Ciencia de la lógica, Hegel se ocupa de dos métodos fundamentales de la filosofía moderna: el método analítico y el método sintético. Como se sabe, estos dos métodos han sido en su origen momentos de un único método, el método analítico-sintético o resolutivo-compositivo. El método de origen griego y propio del terreno geométrico que se encuentra en la obra de Pappus se vuelve en la modernidad gracias a Descartes, Galileo y Newton un método fundamental. En el caso de Galileo y Newton, como método de la ciencia de la naturaleza o física; en el caso de Descartes, como método de toda disciplina, incluso de la metafísica. En el terreno geométrico, el momento analítico es aquel en el que se va de los teoremas a los axiomas, mientras que se denomina sintético al descenso demostrativo de axiomas a teoremas. En el terreno de la física, el momento analítico se caracteriza por la descomposición del fenómeno natural a explicar. Esta descomposición debe conducir a una mayor comprensión del fenómeno y a la eventual formulación de principios generales a partir de los cuales se procederá con el paso sintético o compositivo del método. Este mismo método de análisis y síntesis es el que propone Descartes para sus indagaciones metafísicas. El paso analítico, presentado en las Meditaciones metafísicas, muestra cómo una idea compleja y confusa es descompuesta en ideas más simples, claras y distintas (todo bajo el supuesto, claro está, de una cierta intuición intelectual). Es a partir de la obra de Spinoza que los momentos analítico y sintético se autonomizan el uno del otro presentándose como si fueran polos contrapuestos en la confrontación metodológica entre newtonianos (defensores del método analítico) y wolffianos (defensores del método sintético), aunque lo cierto es que esta separación metodológica es menos tajante que lo que se cree pues Newton no deja de utilizar el momento sintético del método, así como Wolff tampoco desatiende los descubrimientos de las ciencias empíricas.

Aunque la importancia de estos métodos para la filosofía y ciencia modernas ya sería motivo suficiente para que el filósofo alemán les preste atención, aun cabe la pregunta por el rol que estos métodos ocupan en la Ciencia de la lógica. Pues debemos recordar que la Lógica es, presuntamente, una deducción inmanente en la que el pensar puro se examina a sí mismo y expone sus formas puras movido por una necesidad interna. Con lo cual, esto quiere decir que el tratamiento de los métodos analítico y sintético no puede ser simplemente el resultado de una necesidad exógena o histórica, sino que surge de una necesidad interna del pensar. En congruencia con esto, el tratamiento hegeliano de estos métodos debe tener una significación para la caracterización y comprensión del pensar puro. En otras palabras, Hegel no puede ocuparse de estos métodos únicamente porque estos métodos hayan sido históricamente relevantes; Hegel debe haberse ocupado de estos métodos porque nos han de decir algo sobre el pensar puro.

En el presente trabajo, me limitaré a abordar el tratamiento hegeliano del método analítico y a esclarecer cuál es la enseñanza que Hegel pretende extraer de su estudio. La sección destinada al tratamiento del método analítico, “El conocer analítico”, presenta una complejidad consistente en la aparente pluralidad de temas que se aborda en ella. En este sentido, sostengo como hipótesis que el objetivo de Hegel es exhibir distintas maneras en las que el pensar puede carecer de síntesis (adecuadamente concebida) y Fortgang o avance (término sobre el que volveremos). En otras palabras, “El conocer analítico” está destinado a tratar la falta de un elemento clave para el movimiento lógico-conceptual del pensar puro, carencia que no se presenta únicamente en el método analítico, sino también –y quizá de manera más profunda– en la caracterización kantiana de la síntesis y lo sintético.

II- Método analítico, aritmética y juicios sintéticos a priori. El problema de la carencia de síntesis en “El conocer analítico”

Como hemos adelantado, las intenciones de Hegel en “La idea del conocer” son estudiar los métodos analítico y sintético, sumamente extendidos en la modernidad. A pesar de este –en apariencia– evidente objetivo, lo cierto es que la subsección “El conocer analítico” no se ocupa únicamente del que supuestamente sería su objeto primordial de investigación: el método analítico. Comencemos por identificar las diversas temáticas abordadas por Hegel en “El conocer analítico”.

La primera temática que Hegel presenta es, en efecto, el método analítico propiamente dicho. En dicho contexto se presenta también una caracterización y crítica del realismo e idealismo subjetivo que Hegel relaciona con el método analítico. En segundo lugar, Hegel presenta un tratamiento de la aritmética, ocasión en la cual hace referencia a la famosa proposición sintética kantiana ‘5+7=12’. En tercer lugar, Hegel refiere a la apercepción trascendental, la deducción kantiana de las categorías y a los juicios sintéticos a priori. Como dijimos, la diversidad de temas exige una tarea exegética que reponga la unidad de la sección.

Abordemos, entonces, la primera unidad temática: el tratamiento propiamente dicho del método analítico. El método analítico consiste, como se dijo, en la descomposición del objeto a indagar con la finalidad de poder exponer sus componentes más simples y más fáciles de concebir. En el terreno de la física, esto consistiría en descomponer un cuerpo complejo en sus partes o el movimiento complejo en momentos suyos más simples. El objetivo final es poder ascender a partir de dichos elementos simples y conceptualmente más claros a principios generales. En el caso de Newton y Galileo, principios que puedan ser formulados de manera matemática.

Hegel comienza objetando una presentación tradicional del método analítico. Cuando se presenta este método, habitualmente se dice que el método analítico es un procedimiento que va de lo conocido a lo desconocido. Puede que esto deba ser entendido en el sentido de que en él se va de lo que se conoce de manera más inmediata (el fenómeno en cuestión) a lo que es más elevado y requiere de una conceptualización más compleja (los principios generales que rigen a este y otros fenómenos). Frente a esto, el método sintético es caracterizado como un ir de lo desconocido a lo conocido. Pero, dice Hegel, lo cierto es que con respecto a toda indagación se puede decir que bien se parte de lo conocido o bien se parte de lo desconocido. En otras palabras, en toda indagación comenzamos con lo que conocemos (no podríamos comenzar de otra manera) o, en otro sentido, comenzamos con lo desconocido (en tanto es lo que inicia y promueve la indagación). Es decir, la caracterización tradicional de estos métodos no dice nada en verdad (Hegel, GW 12, 202; Hegel, 2015, p. 346).

Hegel señala que el método analítico no debe ser entendido como un procedimiento destinado a descomponer el objeto dado en representaciones simples (Hegel, GW 12, 203; Hegel, 2015, p. 346-7). Este comentario puede resultar llamativo, pues parecería que el método analítico consiste precisamente en esto. Pero el sentido que debemos dar a estas palabras muestra que Hegel comprende la presunta naturaleza del método en cuestión. El método analítico parte de un objeto dado, de un objeto concreto. La descomposición o análisis que se lleva a cabo sobre dicho objeto no tiene como objetivo reducir el objeto dado a las representaciones meramente subjetivas del sujeto cognoscente. Se lleva a cabo, en efecto, un procedimiento de descomposición, pero el presunto resultado de dicho procedimiento no son meras representaciones. Hegel presenta el presunto resultado de este método en términos de determinaciones lógicas, conceptuales o del pensamiento. Esto quiere decir que el procedimiento de análisis, aunque comienza con un objeto empírico dado, accede (o al menos pretende acceder) a elementos esenciales suyos, concebidos conceptualmente de manera adecuada. Se trataría de un pasaje de la mera intuición sensorial a una captación intelectual. En efecto, la intención del método analítico no es descomponer representaciones para alcanzar ulteriores representaciones simples. Su objetivo es alcanzar determinaciones estrictamente intelectuales. El caso de la cera de Descartes es, en este punto, suficientemente ilustrativo: el estudio analítico del trozo de cera conduce a Descartes a la idea simple (ya no sensorial) de la sustancia extensa. Se trata de un ascenso de lo sensible a lo inteligible. Hegel parece comprender adecuadamente las pretensiones del método analítico.

Pero desde la perspectiva de Hegel, el método analítico posee defectos graves. En primer lugar, el método analítico no puede garantizar la adecuación de concepto y objeto, porque no produce conceptualmente a su objeto. Por el contrario, lo encuentra dado. Debe partir del objeto empírico, dado, circunstancialmente encontrado. Luego procede a producir las determinaciones lógicas no a través de un proceso de deducción estrictamente racional, sino a partir del objeto contingente encontrado. En consecuencia, las determinaciones conceptuales que este método produce no están debidamente deducidas, es decir, debidamente justificadas de manera racional, sino que simplemente son encontradas.

A su vez, el método carga con los supuestos incongruentes del realismo trascendental y del idealismo subjetivo. Como se produce una representación intelectual a partir del objeto empírico y contingente, ajeno al pensar, tal representación ha de valer como un producto subjetivo al que se le escapa el objeto en su realidad y otredad. En otras palabras, el resultado del método es algo meramente subjetivo, frente a lo cual el objeto se escapa y persiste como una inasible cosa en sí. El método, así desentrañado, carga con el pecado de la subjetividad unilateral y con el supuesto realista incongruente de una cosa en sí, impidiendo así el objetivo primordial de la sección “La idea” (y podríamos decir, en cierto sentido, uno de los objetivos de la filosofía postkantiana), garantizar la articulación entre realidad y razón.

El método analítico implica, entonces, supuestos epistemológicos y metafísicos de acuerdo con los cuales el pensar sería incapaz de asir de manera absoluta la realidad. Esto se debe a una concepción del conocer y del objeto según la cual el objeto perdura en su otredad respecto al pensar, mientras que el pensar se caracteriza por su formalidad, subjetividad unilateral e incapacidad productiva. Este es, en mi opinión, el hilo conductor de esta breve sección y lo que explica por qué Hegel ofrece en la Lógica un tratamiento de esta temática. El objetivo de Hegel es objetar el método analítico por las razones mencionadas y así indicar que el pensar puro debe ser caracterizado con una faz productiva capaz de producir a su objeto de conocimiento. Por su parte, la incapacidad que Hegel atribuye al método analítico a la hora de producir su objeto, incapacidad consistente en no poder pasar adecuadamente de determinaciones sensibles a determinaciones lógicas o en no poder deducir lógicamente dichas determinaciones, sumado esto a su caída en el realismo de la cosa en sí y en el subjetivismo unilateral de su conocimiento nos permite hacernos una idea de por qué Hegel pone al método analítico en relación con el idealismo trascendental. Sobre esto, volveremos más adelante.

El segundo tema que se presenta en esta sección es la falta de sinteticidad de la aritmética. Aquí Hegel presenta el famoso ejemplo que ofrece Kant: 5+7=12. Luego de describir las diferencias entre aritmética y geometría, Hegel alega que los enunciados como el antedicho son en verdad analíticos. En primer lugar, se trata de un enunciado que evade la mera tautología a través de un mero recurso formal: en vez de escribirse ‘12=12’, se escribe ‘5+7’ en uno de sus lados y se evita formalmente una tautología, cuando lo afirmado es, según Hegel, evidentemente lo mismo. Pero hay una razón más profunda para caracterizar a los juicios de la aritmética como analíticos. En la operación aritmética se trata de un procedimiento de repetición. Aquí se cuenta de uno en uno hasta cinco. Luego se hace lo mismo partiendo del cinco y contando hasta siete. Hegel sostiene que esto no es una síntesis (o al menos, no lo que él entiende que debería ser el sentido adecuado de la síntesis) porque no se sale a lo otro de sí. Lo que encontramos en la operación aritmética es una repetición del poner uno y lo mismo una y otra vez. Aunque se agreguen estos unos (unos diferentes), lo que subyace a esta agregación de aparentes otros es siempre una y la misma actividad conceptual. En contraposición, la verdadera síntesis debería suponer, entonces, la verdadera producción o gestación de lo otro de sí.

Es por este motivo que Hegel vuelve a introducir en este capítulo el tratamiento de la operación aritmética y el ejemplo kantiano que ya habían aparecido mucho antes, en la primera nota a la sección “el número” de la segunda edición de la Lógica (GW 21, 199; Hegel, 1982, p. 268) siendo que el tratamiento del método analítico no exige estrictamente estudiar la operación aritmética. La cuestión es atender al problema de la falta de síntesis o, en otras palabras, la falta de avance (Fortgang o Fortgehen). ¿En qué consiste este Fortgang?

Hegel menciona aquí a este Fortgang al referirse a la deducción kantiana de categorías y a la apercepción trascendental. Allí parece caracterizar al mencionado Fortgang por la negativa, por lo que no hace o no ofrece Kant. Según Hegel, Kant se habría ahorrado la deducción de las categorías a partir de la unidad aperceptiva. En otras palabras, Kant no es capaz de una verdadera comprensión del pensar puro y por tanto no concibe adecuadamente el carácter sintético de la razón. Esta falta de comprensión del carácter sintético consiste en no advertir cómo lo diferente se gesta a partir de la unidad. Si Kant hubiera alcanzado una adecuada compresión del carácter sintético de la razón, habría podido deducir de manera inmanente las categorías, es decir, habría podido exhibir cómo la unidad del pensar produce sus diferencias internas y las reúne posteriormente. Esto es las categorías y los juicios sintéticos a priori. Bien comprendidos, los juicios sintéticos a priori son eso, la generación de una diversidad u otredad intrínseca al pensar puro (por ejemplo, la gestación de la diferencia entre causa y efecto) y la comprensión de la unidad de lo diferente. Sin esta adecuada comprensión de la sinteticidad de la razón, no hay adecuada deducción de las categorías, sólo hay una exposición de las categorías siguiendo un mero dato histórico, la tabla de juicios de la lógica formal. Tampoco hay una comprensión verdadera del fundamento de la síntesis y su sentido más profundo: la síntesis se convierte en una reunión meramente formal cuyo fundamento es desconocido; sabemos que la síntesis es necesaria, pero no sabemos cuál es el fundamento racional de tal reunión. Se convierte en una mera imposición formal que une por la fuerza elementos exógenos.

Como puede apreciarse, Hegel introduce entonces el tratamiento de la apercepción trascendental y los juicios sintéticos a priori en un contexto que en principio parecería por completo ajeno a esta cuestión. Pero como indicamos anteriormente, la cuestión de fondo de “El conocer analítico” es la carencia de Fortgang y, en congruencia, las diversas temáticas que se abordan aquí exhiben precisamente eso, las distintas maneras en las que se puede carecer de Fortgang, del avance lógico sintético a través del cual el pensar produce lo diferente y deduce de manera inmanente las categorías.

Cabe indicar a su vez que la falta de este avance implica también una escisión entre forma y contenido que hace que al pensar así concebido le resulte inasible su objeto y, en congruencia, se dé una escisión insalvable entre pensar y realidad. Si el pensar es incapaz de gestar lo diferente de sí, no puede tener a cargo suyo la efectiva producción del objeto. Se señala como objeto a aquello que está empírica y circunstancialmente dado, identificado como objeto por su mera dación pasiva a través de la intuición. El objeto del pensar queda degradado a un estatuto ontológico y epistemológico inferior y postergado frente al mero dato de la sensibilidad, sin el cual no hay objetividad, no hay realidad efectiva.

Con lo cual, la correcta caracterización de la síntesis es fundamental para una de las tareas de la Lógica, la determinación de un objeto de efectivo conocimiento del pensar puro y su concordancia con tal pensar. En efecto, dos de las temáticas que se desarrollan en “La idea absoluta” son la correspondencia entre pensar y objeto y el carácter sintético (adecuadamente entendido) del pensar. Por tanto, cabe sostener entonces que la tarea de “La idea del conocer” es socavar indebidas concepciones de lo analítico y lo sintético que conducen a indebidas concepciones del pensar y traen aparejados todos los inconvenientes y errores antes señalados. Así, “El conocer analítico” tiene como tarea mostrar la necesidad de la síntesis adecuadamente concebida.

Según Rinaldi (2012, pp. 66-7), el pasaje de la sección “El conocer analítico” a la sección “El conocer sintético” supone un avance en tanto en ésta se introduce una actividad creativa de la que se carece en “El conocer analítico”. Lo cierto es que, a pesar de la acertada indicación de Rinaldi, esta presunta actividad creativa que ofrece la síntesis propia de la geometría (temática de la sección “El conocer sintético”) es sumamente deficiente y dista mucho de lo que Hegel presentará como el momento sintético del método absoluto o método de la verdad, es decir, de la concepción adecuada y plena de la síntesis.

La síntesis que Hegel describe en “El conocer sintético” es deficiente por varias razones. En primer lugar, se trata de una síntesis puramente formal, no es más que la mera deducción lógica unidireccional que va de los axiomas a los teoremas. En otras palabras, se trata de una inferencia lógica basada en la forma de los juicios, haciendo caso omiso del contenido concreto de los enunciados. No es el contenido específico de los enunciados lo que impulsa la deducción, sino lo hace la relación lógica y formal que hay entre dichos enunciados. Esta indiferencia del contenido se vincula, en segundo lugar, con su incapacidad para producir el objeto y, en tercer lugar, con la azarosa correspondencia con los momentos del concepto. Veamos estos dos puntos. Como en el sistema axiomático la inferencia es puramente formal, el contenido le es por completo extraño y ajeno. Esto quiere decir que el contenido debe venirle dado de afuera. Así, la inferencia lógica propia del método sintético no puede producir al objeto en su singularidad, sino que sólo puede hacer pasajes lógicos (formales) entre universal y particular. Esto es, en cierto sentido, positivo porque implica que la síntesis del método sintético sigue los mojones o hitos del movimiento del concepto (que también comienza por lo universal y pasa a lo particular). Pero con la particularidad de que la síntesis del método sintético hace esto de manera puramente azarosa, arbitraria y formal. Sólo toma las formas de lo universal y lo particular, pero no produce un contenido intrínseco acorde. A su vez, comienza por un universal, pero tomado de manera arbitraria e infundada, a diferencia de lo que ocurre con el movimiento del concepto, que parte de un inicio necesario y no arbitrario (aunque también universal), el ser; y pasa posteriormente a su determinación, a lo particular. Pero tampoco se trata de un pasaje arbitrario ni meramente formal. El verdadero curso deductivo del concepto comienza por un universal necesario, pasa impulsado por su necesidad a lo particular y concluye por equiparar forma y contenido, demostrando haber superado esta escisión unilateral. Nada de esto es capaz de hacer la síntesis concebida en el contexto del “El conocer sintético”.

En oposición a la síntesis insuficiente y formal que presenta “El conocer sintético”, Hegel brinda otra caracterización de la que sería la síntesis adecuadamente comprendida. En la tercera nota al “Ser” de la segunda edición de la Lógica Hegel presenta la crítica de Jacobi a la noción kantiana de síntesis. En ese contexto, el filósofo toma distancia tanto de Jacobi como de Kant para decir:

La síntesis […] no debe entenderse como una concatenación de determinaciones ya exteriormente presentes. Por un lado, hay que tratar precisamente con la generación de un segundo para agregarlo a un primero, de un determinado para agregarlo a un indeterminado inicial; pero por otro lado con la síntesis inmanente, la síntesis a priori –vale decir con la unidad, existente en sí y por sí, de los diferentes. El devenir constituye esta síntesis inmanente del ser y la nada; pero dado que a la síntesis se atribuye sobre todo el sentido de una recolección exterior de cosas presentes exteriormente una frente a la otra […]. (GW 21, 83; Hegel, Ciencia de la lógica, t. I, trad. Mondolfo, p. 124).

Entonces, en resumen, la síntesis no es la concatenación de determinaciones ya dadas; tampoco es una recolección exterior de cosas ya dadas e inconexas entre sí. En esencia, es una actividad de generación, en la que se gesta un segundo elemento (determinado) y que debe ser integrado o agregado al elemento inicial, que además aquí se indica como indeterminado. Con lo cual, la síntesis es además un proceso de “determinación”. También se la caracteriza como unidad de los diferentes.

En “La idea absoluta” Hegel presenta los momentos analítico y sintético de lo que él llama el método absoluto o método de la verdad. Cabe señalar que estos momentos de análisis y síntesis se diferencian del conocer analítico y el conocer sintético (GW 12 241-2). Es decir, el análisis y la síntesis de las que se habla en “La idea absoluta” no son los que están presentes en “La idea del conocer”. En “La idea del conocer” se trata de un conocer finito y que busca que se contrapone al conocer absoluto que se caracteriza en “La idea absoluta”. El análisis y la síntesis propios del conocer absoluto, como momentos del método absoluto o método de la verdad, se presentan en relación con el movimiento del concepto. Lo interesante es que el análisis y la síntesis no parecen ser tanto procedimientos distintos como más bien consideraciones diferenciadas del resultado de un movimiento común. Dice Hegel:

El método absoluto […] no se comporta como reflexión exterior, sino que toma lo determinado a partir de su objeto mismo, ya que el método es el principio inmanente y alma de ese objeto. Esto es lo que Platón exigía del conocer: considerar las cosas en y para sí mismas […]. En esa medida, el método del conocer absoluto es analítico. La objetividad absoluta del concepto, cuya certeza es el método, está en que éste encuentre la determinación ulterior de su universal inicial única y exclusivamente en este último. Pero el método es [tanto así MH] sintético en cuanto que su objeto, inmediatamente determinado como universal simple, mediante la determinidad que él tiene dentro de su inmediatez y universalidad mismas se muestra como un otro. […]. A este momento del juicio, tan sintético como analítico, por cuyo medio se determina lo universal inicial, a partir de él mismo, como lo otro de sí, hay que denominarlo lo dialéctico (GW 12, p. 241s; Hegel, 2015, p. 391. Las cursivas son nuestras).

Según estas palabras, lo dialéctico es tan analítico como sintético. Además, vemos que la descripción que Hegel hace en “La idea absoluta” de lo analítico (como momento del método absoluto o del conocer absoluto) es idéntica a la caracterización que hemos visto más arriba de la síntesis. Lo analítico es presentado como una determinación interna que se da a través de un universal simple, indeterminado, inicial. Esto es lo que supone también la síntesis. La principal diferencia –si es que pretendemos, como dice Hegel, usar estos términos como si fueran opuestos– radica en que el momento sintético supone considerar al resultado de esta determinación como un otro. Esto quiere decir que se comprende a la determinación y al resultado de este proceso como un nuevo objeto, pero en relación con el punto de partida inicial (por eso es un otro, que debe ser en relación con un uno). El procedimiento es tomar como punto de partida un universal simple e indeterminado, luego proceder con un proceso de determinación o diferenciación interna, que se da dentro de lo universal y por una necesidad inmanente y, luego, la gestación de esta diferencia, la determinación final. Si esta determinación es entendida como interna, hundida en lo universal, se trata del momento analítico; si se la entiende como la gestación de un diferente, de un otro, se trata del momento sintético. En todo caso, lo dialéctico-especulativo supone comprender la totalidad del movimiento de gestación de lo diferente y su ulterior reunión en un momento integrador.

Volvamos a otro de los aspectos que hacen a la incomprensión del avance lógico o Fortgang. Tal incomprensión no sólo imposibilita la adecuada deducción de categorías (cuestión de por sí lo suficientemente grave, pues implica la incomprensión y desconocimiento del pensar puro por parte de sí mismo), sino que implica también la imposibilidad de concebir adecuadamente lo absoluto. Karin de Boer (2010, pp. 48-50) sostiene que en el tratamiento de cada categoría hay dos perspectivas a considerar. La primera y tal vez menos significativa se refiere a la relación entre categoría y objeto o fenómeno, esto es, la aplicación de la categoría al objeto. La segunda se refiere a la comprensión que habría de lo absoluto a través de la categoría en cuestión. Así, cada categoría podría funcionar como un presunto o pretendido escorzo de lo absoluto. Con cada categoría pensamos lo absoluto y es su insuficiencia en este punto lo que, en cierto sentido, nos impulsa hacia adelante en la deducción. En congruencia con esta mirada es que puede decirse que la indebida deducción de categorías (que viene aparejada de la indebida concepción del pensar y de la incomprensión de su carácter sintético) conduce a una incomprensión de lo absoluto. Lo absoluto se vuelve algo imposible de caracterizar y más allá de la razón y, en consecuencia, el pensar es concebido como finito, caemos en la perspectiva del entendimiento. En otras palabras, una indebida concepción de la síntesis supone una indebida deducción de las categorías. Esto supone la imposibilidad de concebir lo absoluto y, en consecuencia, lleva a condenar al conocer como finito.

Si nuestro análisis de “El conocer analítico” es correcto, podemos ponderar desde esta perspectiva algunas de las lecturas que se han hecho de esta sección. En opinión de Rinaldi, en “La idea del conocer” Hegel se propone examinar los métodos de las ciencias positivas. La razón de dicho tratamiento se encuentra en que para Hegel, según este autor, el conocimiento científico positivo tendría un rol clave en el desarrollo de la Lógica, lo que no supone una identificación plena entre método científico y método filosófico (2012, pp. 65). De manera similar, Wehrle sostiene que uno de los objetivos de “La idea del conocer” es atacar el método newtoniano. Wehrle afirma que Hegel pretende mostrar que el método analítico de la matemática es inadecuado como método integral de la filosofía y particularmente se encuentra explorando una alternativa para su física (1993, pp. 20 y ss., 25 y ss.). Sin desatender la relevancia de estos métodos para la ciencia, Marrades Millet propone una perspectiva algo distinta. Según él, la utilización de estos métodos está vinculada con lo que él llama el monismo epistemológico y metodológico que caracteriza a la filosofía moderna. La filosofía moderna supone que la identidad de las facultades epistemológicas impone una unidad e identidad formal por sobre la diversidad de objetos de conocimiento. En otras palabras, la diversidad de temas de investigación no obsta a la utilización de un mismo método en todas las disciplinas en razón de que las facultades de conocimiento son siempre las mismas. Hegel, en cambio, rompería con estos monismos y distingue entre el régimen del entendimiento (caracterizado por el análisis y la síntesis) y el régimen de la razón (caracterizado por el método dialéctico-especulativo), distinción que corre en paralelo con la distinción entre saberes científicos y filosofía (1985, pp. 404-6). Este interés en esta escisión en dos órdenes es lo que haría necesario el tratamiento de los métodos analítico y sintético que se ofrece en “La idea del conocer”.

En mi opinión y según lo que hemos intentado mostrar en el presente trabajo, cabe sostener que el interés de Hegel por las temáticas abordadas en “La idea del conocer” no puede sostenerse fundamentalmente en su preocupación por las ciencias empíricas (o al menos, el abordaje que dispensa a este tema en la Lógica no debería estar esencialmente orientado en intentar resolver una problemática de las ciencias empíricas). En este sentido, debe recordarse que aunque la Lógica está influida por el conocimiento científico de la época, lo cierto es que esta obra no es el terreno propicio para su tratamiento. Mucho menos tiene sentido, en mi opinión, que el tratamiento de los métodos analítico y sintético en la Lógica se deba a un interés por la filosofía de la naturaleza o por una pregunta metodológica respecto de la física. En mi opinión, el abordaje de Marrades Millet es en cierto sentido más acertado. Porque, en efecto, la pregunta que está en juego en “La idea del conocer” es por los límites del conocer finito y la necesidad del pasaje a lo que Marrades Millet presenta como el régimen de la razón. Sin embargo, hay que recordar que en Hegel estos regímenes están contrapuestos pero conectados. El régimen u orden inferior es el resultado de una serie de prejuicios que condicionan la manera en la que el pensar se concibe a sí mismo y al conocimiento. Pero este orden inferior no es ni azaroso ni se encuentra inconexo con el régimen u orden superior; es el paso necesario para el ascenso a tal orden superior (que englobará al anterior, no se limitará a contraponerse a él), ascenso que se da a través de un movimiento necesario e intrínseco al pensar, a través de la exhibición de las limitaciones y contradicciones intrínsecas del orden inferior, lo que gesta al orden superior.

En otras palabras, el trabajo de “La idea del conocer” es exhibir las insuficiencias del conocer finito o, como también lo llama Hegel, el conocer que busca. Sólo con tal exhibición se da el paso al conocer absoluto. Siguiendo esta clave de lectura, “El conocer analítico” se ocupa de denunciar la necesidad de síntesis, condición clave para el avance lógico. En este sentido, nos alejamos de la oposición que plantea Marrades Millet entre análisis-síntesis y dialéctica-especulación, entendiendo él que los primeros se encuentran acotados al terreno del conocer finito (del entendimiento) y los segundos están destinados al terreno filosófico de la razón. El trabajo conceptual que realiza Hegel no se propone abandonar el análisis y la síntesis al terreno finito del entendimiento y las ciencias empíricas. El objetivo es agotar y socavar una indebida concepción del análisis y la síntesis, a fin de reemplazarla con otra concepción que haga valer a dichos elementos (ahora bien comprendidos) como momentos del movimiento dialéctico-especulativo. Estos elementos reelaborados resultarían acordes al conocer absoluto y conducirían a una más profunda concepción de la razón.

Por todas estas razones cabe sostener que “El conocer analítico” se presenta como una sección que hace un aporte significativo al desarrollo de la Lógica. Nos muestra la necesidad de alcanzar una concepción lógica adecuada de la síntesis, una que sea capaz de hacerse cargo del avance que el concepto requiere. Sólo así se tiene el arsenal conceptual adecuado para la autocomprensión del pensar puro y la consecución de los objetivos de la Lógica.

III- Conclusiones

En el tratamiento que Hegel le dedica al método analítico en “La idea del conocer” se advierte que en la opinión del filósofo este método adolece de una serie de defectos. Por una parte, el método analítico no es capaz de ofrecer una adecuada deducción de las categorías lógicas, así como tampoco es capaz de realizar un adecuado pasaje de lo empírico a lo lógico. El método analítico simplemente se encuentra con el objeto empírico y pretende convertir sus determinaciones empíricas en determinaciones lógicas o conceptuales. Esto supone, a su vez, que el objeto no es producido por el pensar sino una entidad extraña meramente encontrada por él; y, consecuentemente, el objeto así caracterizado termina siendo determinado como una incognoscible cosa en sí. Frente a esto, lo que sí se conoce queda disminuido a un estatuto epistemológico y ontológico inferior.

Como se ve, Hegel ataca al método analítico con un arsenal que ya había apuntado contra Kant, a pesar de que este filósofo no usa, primordialmente, el método analítico. Esta congruencia en los problemas y defectos que Hegel advierte en el método analítico y en el idealismo trascendental permite ver cuál es el hilo conductor de la sección y cuál es su objetivo: poner en evidencia la necesidad de un determinado tipo de síntesis que Hegel cree ausente en ellos y que relaciona con el avance propiamente conceptual que caracteriza a la Lógica. Es por esta razón que “El conocer analítico” aborda a la vez al método analítico, la apercepción trascendental kantiana y los juicios sintéticos a priori. Exhibiendo estas distintas formas en las que el pensar y el conocer –indebidamente concebidos— carecen de la verdadera síntesis conceptual y del avance conceptual o lógico, Hegel se abre paso hacia una concepción de la síntesis que sí sea capaz de explicar el autoconocimiento (epistemológicamente legítimo) del pensar puro, la consecuente deducción inmanente de categorías y la producción de su objeto inmanente –sin un estatuto ontológico disminuido–. Estos son objetivos fundamentales de la Lógica que Hegel pretende terminar de alcanzar en “La idea absoluta” y son, a su vez, aspectos centrales de la sección “La idea” toda vez que esta sección tiene como meta acreditar la correcta articulación y vinculación de los polos subjetivo y objetivo. Sin un adecuado tratamiento de la síntesis, no puede explicarse la producción del objeto inmanente del pensar puro y su autoconocimiento, y en consecuencia, no puede acreditarse la vinculación entre los polos mencionados ni cumplirse los objetivos de la Lógica.

Bibliografía

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Miguel Herszenbaun  

 

Christian Franco Rodriguez

Y la existencia de Dios no puede darse por su esencia, porque su esencia es la existencia, ni mucho menos luego afirmar su existencia por medio de un imperativo categórico, para darle base a la razón practica, eso es forzar perdiendo la organicidad del espíritu, es en esa organicidad que la existencia de Dios se ira develando. El argumento ontológico inicia el camino de esa organicidad al pedirnos ir más allá de lo concebible, negando el campo del entendimiento.

 

 

 

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