La propiedad como
la base negativa objetiva de toda positividad sistemática
Aturdido por la
novedad del mal, rico y miserable,
Quiere escapar
de la riqueza y odia lo que acaba de hacer.[31]
Ovidio
Las
Metamorfosis, Libro XI, v. 127
Solo que ahora el rico ya no odia lo que acaba de hacer sino
a aquel que se lo impida.
Han pasado más de dos siglos desde la publicación del discurso
de la desigualdad de los hombres de Jean Jacobo Rousseau, siendo este discurso el origen el mito del buen salvaje donde se
denuncia la propiedad como la base de toda desigualdad social y el fundamento
de todo nuestro sistema.
¿Se equivocó Rousseau?
No, la determinación negativa de la existencia humana no
tiene nada de ideal ni de buena aun sin estado y sin propiedad el hombre está en una naturaleza caída pero esa determinación
negativa humana tiene el influjo de la piedad natural, porque la naturaleza
simple es santa es decir bondadosa en extremo y si bien de ella vienen todas
las determinaciones, ella misma es pura y sus determinaciones expresan esa
bondad a pesar de su negatividad.
Rousseau critica la idea de un ley natural en los hombres,
porque de hecho no la hay, las leyes son sistemas convencionales, lo que hay es
un
campo de piedad y amor natural, donde el hombre primitivo se detiene ante el
hacer daño a sus semejantes y es que vive en contigüidad con ellos en una
sociedad solida, lo que lo llevara a un permanente compasión, que modulara su
propia negatividad.
Más el hombre ha saltado a la conciencia y esa
bondad natural tendrá que hacerse espíritu porque la naturaleza no lo podrá modular,
ahí entra primero la religión, luego el arte, la filosofía, y la ciencia la
cual debería permitir una tecnología que transforme nuestra existencia negativa
en una continuidad entre naturaleza
santa y Espíritu Santo.
No ha pasado eso, el hombre determinado en su subjetividad
por una caída de lo absoluto que se revela en la negatividad de su existencia
ha objetivado su condición en la propiedad y sus positividades metafísicas, políticas
están diseñadas para protegerla propiedad, que es un producto de su imaginación,
en esta el intenta determinar a la naturaleza en sus sistemas.
El primer hombre a quien, cercando un terreno, se lo ocurrió
decir esto es mío y halló gentes bastante simples para creerle fue el verdadero
fundador de la sociedad civil. ¡Cuántos crímenes, guerras, asesinatos; cuántas
miserias y horrores habría evitado al género humano aquel que hubiese gritado a
sus semejantes, arrancando las estacas de la cerca o cubriendo el foso!:
«¡Guardaos de escuchar a este impostor; estáis perdidos si olvidáis que los
frutos son de todos y la tierra de nadie!
Así cuando Paul Laurent publica en el diario expreso una crítica
a Bartolomé de las Casas en su intento
fallido de integrar la naturaleza santa que palpita en el indio y el Espíritu Santo
que devela el evangelio, olvida el ser mismo que está detrás de ese intento pugnando por su
integración y que los éxitos de este mundo desintegrando
la naturaleza y el espíritu, son realmente efímeros, el hombre no podrá contra
la naturaleza ni contra Dios porque realmente son lo mismo.
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Lo fantasioso no es la naturaleza que es la realidad misma
ni el espíritu que es lo real lo fantasioso son nuestros sistemas basados en la
propiedad privada. La energía que gastamos en mantener esa fantasía es tremenda
y lleva a las sociedades de lo solido a lo líquido a lo gaseoso hasta la propia
conquista del espacio donde querremos apropiarnos de la luna y el sol, en
sociedades plasmáticas que serán verdaderos infiernos, dentro de cada una de
estas sociedades el amor santo ha manifestado su camino superando toda
propiedad y todo limite imaginario del amor invertido, apegado a la propiedad,
uno diría que es este egoísmo el que lleva la historia pero nuestra historia es
solo una reacción a la meta historia de la naturaleza y el espíritu buscando su
comunión, ¿Podemos celebrar cada vez que el mundo triunfa sobre el espíritu y la
naturaleza? No, en nosotros debería haber una gran
tristeza, pero lo que pasa es que no podemos reconocer ni al Espíritu ni a la
naturaleza, llamamos espíritu a determinaciones académicas muertas y naturaleza
al caos que se produce cuando un
dictador asume el poder o un pueblo se
revela vengándose de todas las opresiones y no nos damos cuenta que eso es
causado por nuestro propio sistema, porque nuestros sistemas positivos se basan
en esa negatividad y tarde o temprano volverán a ella.
Hoy que estamos pasando de una sociedad liquida a una gaseosa,
donde la entropía es máxima, ¿No es hora de volver a la naturaleza y al espíritu,
procurando su comunión? ¿Eso significaría retroceder a sociedades solidas? No
lo creo, el Espíritu no parara hasta volver a lo plasmático que es su verdadera
esencia pero el camino será diferente, el choque que se da incesantemente en
los gases cuando estos se calientan será superado por una bondad sin propiedad.
Es decir sin negatividad y sin positividad objetivas, logrando sistemas de
tercer orden, campos que determinan positividades y negatividades para expresar
el amor.
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