sábado, 18 de mayo de 2024

¿Es el idealismo Alemán culpable del fracaso de la civilización occidental?

 

¿Es el idealismo Alemán culpable del fracaso de la civilización occidental?

 

Jesús G Maestro

Catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, autor de la Crítica de la razón literaria:

Esta obra se divide en tres volúmenes: la Razón Teórica, la Razón Crítica y la Razón Dialéctica. El primer volumen, cuyo subtítulo es «El Materialismo Filosófico como Teoría de la Literatura», se refiere, a grandes rasgos, a la exposición de los cinco postulados fundamentales sobre los que se funda la Teoría de la Literatura: el racionalismo, esa facultad humana que se articula mediante ideas que no rebasan el racionalismo humano y que permite interpretar la realidad de forma compartida: lo que no es común para todos no es razonable para nadie; la crítica, cuya etimología proviene del verbo griego crinein que significa clasificación, que es esa cualidad que dispone los criterios para ordenar los materiales de la literatura, acorde a su gnoseología (nunca epistemología) según la cual hay tres criterios esenciales: la materia, la forma y su verdad; la ciencia, que es una construcción operatoria basada en la Teoría del Cierre Categorial de Gustavo Bueno, cuyo fin, en el caso de la literatura (sin ninguna ínfula de fundamentalismo científico), es el análisis, la síntesis y la roturación de los materiales literarios (autor, obra, lector e intérprete o transductor), materiales que son interpretados científicamente (es decir, mediante conceptos y no ideas) por la Teoría de la Literatura; la dialéctica, un proceso de codeterminación según el cual A es en función a su confrontación con B y en donde ambos se encuentran relacionados por una idea C; y finalmente, la symploké, principio de ascendencia platónica que expresa que si todo estuviera relacionado con todo, o nada estuviera relacionado con nada, el conocimiento sería imposible: la literatura no debería explicarse desde un monismo (Identidad Nacional, Espíritu de la Época, Historia, Mitología) ni desde la autodeterminación (la obra contiene en sí misma todo su significado y es ajena al mundo, dirán ciertos hermeneutas), sino desde la perspectiva de una red compleja de relaciones causa-efecto (symploké), nunca desligadas de la realidad, en donde la literatura se encuentra vinculada con ciertas cosas, no con todas las cosas ni con ninguna cosa.

En el segundo volumen, subtitulado «El Materialismo Filosófico como Crítica de la Literatura», se opta por ejecutar en la práctica la Teoría de la Literatura. Según el profesor Maestro, la crítica literaria no se puede ejercer al margen de una teoría. Este volumen se divide en cuatro partes: Literatura Primitiva o Dogmática, Literatura Crítica o Indicativa, Literatura Programática o Imperativa y Literatura Sofisticada o Reconstructivista. En la primera de estas clasificaciones se alude a obras como el Antiguo Testamento, el Corán, el Paraíso Perdido de Milton; en la segunda encontramos la Odisea de Homero, la Divina comedia, los Cuentos de Canterbury, los Sueños de Quevedo, el Quijote; en la tercera se encuentran la República de Platón, el teatro de Calderón de la Barca, algunos poemas de Vicente Aleixandre, Lope de Vega y Vicente Huidobro; la cuarta y última, contiene la crítica a obras de Rabelais, Borges, Pessoa, Becket, entre otros.

Por último, el tercer volumen, «El Materialismo Filosófico como Dialéctica de la Literatura», es, entre otras cosas, una confrontación directa de dicha Teoría en contra de otras teorías (o pseudoteorías literarias). Desde una dialéctica materialista y con el apoyo de las coordenadas filosóficas del MF, Jesús G. Maestro desmonta y critica ciertas reflexiones literarias, en especial las corrientes retóricas e insustanciales del posmodernismo. En síntesis la obra  tiene un objetivo esencial: demostrar que la literatura puede ser interpretada inteligible y científicamente.

 

Pues nos dice que si

Si le preguntamos ¿Porque?

Nos responde con este video

 

https://www.youtube.com/watch?v=OpCj4A1CQ1U

 

En el que nos dice: Pues porque no comprendieron al Quijote.

En la interpretación  De Jesús G maestro el quijote no exalta el idealismo sino que más bien hace sorna de él y esto los alemanes no lo pudieron comprender, pero esta Jesús consciente de que lo que él nos está  dando es una interpretación bastante limitada del Quijote, no para él está claro él tiene la verdad objetiva, el Quijote se trata de un libro para burlarse de los caballeros andantes , figuras del idealismo pues si fuera así no estoy muy seguro de que el quijote hubiera trascendido, veamos la crítica anglosajona con Harol Blom:

  El caballero en el espejo

Este artículo tiene más de 20 años.

Don Quijote, la primera novela moderna, sigue siendo la mejor. Mientras se publica una nueva traducción del clásico español, Harold Bloom sostiene que sólo Shakespeare se acerca al genio de Cervantes

 

¿Cuál es el verdadero objetivo de la búsqueda de Don Quijote? Eso me parece incontestable. ¿Cuáles son los auténticos motivos de Hamlet? No se nos permite saberlo. Dado que la magnífica búsqueda del caballero de Cervantes tiene alcance y reverberación cosmológica, ningún objeto parece estar fuera de su alcance. La frustración de Hamlet es que sólo se le permite Elsinore y la tragedia de venganza. Shakespeare compuso un poema ilimitado, en el que sólo el protagonista está más allá de todos los límites.

 

Cervantes y Shakespeare, que murieron casi simultáneamente, son los autores del centro oeste, al menos desde Dante, y ningún escritor posterior los ha igualado, ni Tolstoi ni Goethe, Dickens, Proust, Joyce. El contexto no puede contener a Cervantes y Shakespeare: la edad de oro española y la era isabelina-jacobea son secundarias cuando intentamos apreciar plenamente lo que se nos da.

 

 

     

WH Auden encontró en Don Quijote un retrato del santo cristiano, a diferencia de Hamlet, que "carece de fe en Dios y en sí mismo". Aunque Auden suena perversamente irónico, hablaba bastante en serio y, creo, estaba equivocado.

 

Herman Melville mezcló Don Quijote y Hamlet en el Capitán Ahab (con un toque de Satán de Milton añadido para condimentar). Acab desea vengarse de la ballena blanca, mientras que Satanás destruiría a Dios, si pudiera. Hamlet es el embajador de la muerte ante nosotros, según G. Wilson Knight. Don Quijote dice que su misión es destruir la injusticia.

 

La injusticia final es la muerte, la esclavitud suprema. Liberar a los cautivos es la forma pragmática del caballero de luchar contra la muerte.

 

Aunque ha habido muchas traducciones valiosas al inglés de Don Quijote, elogiaría la nueva versión de Edith Grossman por la extraordinariamente alta calidad de su prosa. La atmósfera espiritual de una España ya en fuerte decadencia se siente en todas partes, gracias a la elevada calidad de su dicción.

 

Grossman podría ser llamada la Glenn Gould de los traductores, porque ella también articula cada nota. Leer su sorprendente modo de encontrar equivalentes en inglés para la visión cada vez más oscura de Cervantes es una entrada a una mayor comprensión de por qué este gran libro contiene en sí mismo todas las novelas que le han seguido en su sublime estela. Al igual que Shakespeare, Cervantes es ineludible para todos los escritores que le sucedieron. Dickens y Flaubert, Joyce y Proust reflejan los procedimientos narrativos de Cervantes, y sus glorias de caracterización mezclan líneas de Shakespeare y Cervantes.

 

Cervantes habita su gran libro de manera tan penetrante que debemos ver que tiene tres personalidades únicas: el caballero, Sancho y el propio Cervantes.

 

Sin embargo, ¡qué astuta y sutil es la presencia de Cervantes! En su forma más hilarante, Don Quijote es inmensamente sombrío. Shakespeare vuelve a ser el análogo esclarecedor: Hamlet en su momento más melancólico no deja de hacer juegos de palabras ni de su humor negro, y el ingenio ilimitado de Falstaff se ve atormentado por indicios de rechazo. Así como Shakespeare no escribió ningún género, Don Quijote es tanto tragedia como comedia. Aunque es para siempre el nacimiento de la novela a partir del romance en prosa, y sigue siendo la mejor de todas las novelas, encuentro que su tristeza aumenta cada vez que la releo, y la convierte en "la Biblia española", como dice Miguel de Unamuno llamó a esta la mayor de todas las narrativas.

 

 

Puede que Don Quijote no sea Escritura, pero nos contiene de tal manera que, como ocurrió con Shakespeare, no podemos salirnos de ella para alcanzar el perspectivismo. Estamos dentro del vasto libro, privilegiados de escuchar las soberbias conversaciones entre el caballero y su escudero, Sancho Panza. A veces nos fusionamos con Cervantes, pero más a menudo somos vagabundos invisibles que acompañan a la pareja sublime en sus aventuras y debacles.

 

 

La primera representación del Rey Lear tuvo lugar cuando se publicó la primera parte de Don Quijote. Contra Auden, Cervantes, como Shakespeare, nos da una trascendencia secular. Don Quijote se considera a sí mismo un caballero de Dios, pero sigue continuamente su propia voluntad caprichosa, que es gloriosamente idiosincrásica. El Rey Lear pide ayuda a los cielos, pero basándose en el argumento personal de que ellos y él son viejos.

 

Golpeado por realidades aún más violentas que él, Don Quijote se resiste a ceder a la autoridad de la Iglesia y el Estado. Cuando deja de hacer valer su autonomía, no le queda más que volver a ser Alonso Quixano el Bueno, y no le queda otra acción que morir.

 

Vuelvo a mi pregunta inicial: el objeto del Caballero Doloroso. Está en guerra con el principio de realidad de Freud, que acepta la necesidad de morir.

 

Pero no es ni un tonto ni un loco, y su visión es siempre al menos doble: ve lo que nosotros vemos, pero también ve algo más, una gloria posible de la que desea apropiarse o al menos compartir. De Unamuno denomina a esta trascendencia fama literaria, la inmortalidad de Cervantes y Shakespeare. Al leer Don Quijote debemos tener presente que no podemos condescender con el caballero y Sancho, ya que juntos saben más que nosotros, del mismo modo que nunca podremos alcanzar la sorprendente velocidad de los conocimientos de Hamlet. ¿Sabemos exactamente quiénes somos? Cuanto más urgentemente buscamos nuestro yo auténtico, más tienden a retroceder. El caballero y Sancho, al concluir la gran obra, saben exactamente quiénes son, no tanto por sus aventuras como por sus maravillosas conversaciones, ya sean riñas o intercambios de ideas.

 

 

La poesía, particularmente la de Shakespeare, nos enseña a hablar con nosotros mismos, pero no con los demás. Las grandes figuras de Shakespeare son magníficos solipsistas: Shylock, Falstaff, Hamlet, Yago, Lear, Cleopatra, con Rosalinda como brillante excepción. Don Quijote y Sancho realmente se escuchan y cambian a través de esta receptividad. Ninguno de los dos se escucha a sí mismo, que es el modo shakesperiano. Cervantes o Shakespeare: son maestros rivales de cómo cambiamos y por qué. La amistad en Shakespeare es, en el mejor de los casos, irónica y, más comúnmente, traicionera. La amistad entre Sancho Panza y su caballero supera a cualquier otra en representación literaria.

 

No tenemos Cardenio, la obra que Shakespeare escribió con John Fletcher, después de leer la traducción contemporánea de Don Quijote de Thomas Shelton. Por tanto, no podemos saber qué pensaba Shakespeare de Cervantes, aunque podemos suponer su deleite. Cervantes, un dramaturgo fracasado, presumiblemente nunca había oído hablar de Shakespeare, pero dudo que hubiera valorado a Falstaff y Hamlet, quienes prefirieron la libertad del yo a las obligaciones de cualquier tipo.

Sancho, como observó Kafka, es un hombre libre, pero Don Quijote está metafísica y psicológicamente ligado por su dedicación a la caballería andante. Podemos celebrar el valor infinito del caballero, pero no su literalización del romance de caballería.

 

 

Pero, ¿cree Don Quijote del todo en la realidad de su propia visión? Evidentemente no es así, sobre todo cuando él (y Sancho) son entregados por Cervantes a las bromas sadomasoquistas (de hecho, a las crueldades viciosas y humillantes) que afligen al caballero y al escudero en la parte II. Nabokov es muy esclarecedor al respecto en sus Conferencias sobre Don Quijote, publicadas póstumamente en 1983: ambas partes de Don Quijote forman una verdadera enciclopedia de la crueldad. Desde ese punto de vista, es uno de los libros más amargos y bárbaros jamás escritos. Y su crueldad es artística.

 

 

 

Para encontrar un equivalente shakesperiano a este aspecto de Don Quijote, habría que fusionar a Tito Andrónico y Las alegres esposas de Windsor en una sola obra, una perspectiva desalentadora porque, para mí, son las obras más débiles de Shakespeare. La terrible humillación de Falstaff por parte de las alegres esposas es bastante inaceptable (incluso si formó la base del sublime Falstaff de Verdi).

 

¿Por qué Cervantes somete a Don Quijote al abuso físico de la parte I y a las torturas psíquicas de la parte II? La respuesta de Nabokov es estética: la crueldad es vitalizada por el arte característico de Cervantes. Esto me parece una especie de evasión. Noche de Reyes es una comedia inmejorable, y en el escenario nos consume la hilaridad ante las terribles humillaciones de Malvolio.

 

 

Cuando volvemos a leer la obra, nos sentimos incómodos, porque las fantasías socioeróticas de Malvolio resuenan en prácticamente todos nosotros. ¿Por qué no nos hacen dudar al menos un poco de los tormentos corporales y sociales que sufrieron Don Quijote y Sancho Panza? El propio Cervantes, como presencia constante aunque disfrazada en el texto, es la respuesta. Fue el más golpeado de los escritores eminentes. En la gran batalla naval de Lepanto resultó herido y a los 24 años perdió definitivamente el uso de su mano izquierda. En 1575 fue capturado por piratas berberiscos y pasó cinco años como esclavo en Argel. Rescatado en 1580, sirvió a España como espía en Portugal y Orán y luego regresó a Madrid, donde intentó hacer carrera como dramaturgo, fracasando casi invariablemente después de escribir al menos 20 obras de teatro. Un tanto desesperado, se convirtió en recaudador de impuestos, sólo para ser acusado y encarcelado por supuesta mala conducta en 1597. En 1605 llegó un nuevo encarcelamiento; existe la tradición de que comenzó a componer Don Quijote en la cárcel. La Parte I, escrita a una velocidad increíble, se publicó en 1605. La Parte II se publicó en 1615.

 

Despojado de todos los derechos de autor de la parte I por el editor, Cervantes habría muerto en la pobreza de no haber sido por el tardío patrocinio de un noble exigente en los últimos tres años de su vida. Aunque Shakespeare murió con sólo 52 años, fue un dramaturgo de inmenso éxito y se hizo bastante próspero al tener una participación en la compañía de actores que actuaba en el Globe Theatre. Circunspecto y muy consciente del asesinato de Christopher Marlowe, inspirado por el gobierno, de la tortura de Thomas Kyd y de la marca de Ben Jonson, Shakespeare se mantuvo casi en el anonimato, a pesar de ser el dramaturgo reinante de Londres. La violencia, la esclavitud y el encarcelamiento fueron los elementos básicos de la vida de Cervantes. Shakespeare, cauteloso hasta el final, tuvo una existencia casi sin incidentes memorables, hasta donde sabemos.

 

 

Los tormentos físicos y mentales sufridos por Don Quijote y Sancho Panza habían sido fundamentales en la interminable lucha de Cervantes por mantenerse vivo y libre. Sin embargo, las observaciones de Nabokov son precisas: la crueldad es extrema en todo Don Quijote. La maravilla estética es que esta enormidad se desvanece cuando nos alejamos del enorme libro y reflexionamos sobre su forma y su infinita variedad de significados. Ningún relato crítico sobre la obra maestra de Cervantes concuerda con las impresiones de otros críticos, ni siquiera se parece a ellas. Don Quijote es un espejo que no se muestra a la naturaleza, sino al lector. ¿Cómo puede este caballero andante apaleado y burlado ser, como lo es, un paradigma universal?

Don Quijote y Sancho son víctimas, pero ambos son extraordinariamente resistentes, hasta la derrota final del caballero y su muerte en la identidad de Quixano el Bueno, a quien Sancho implora en vano que vuelva a emprender el camino. La fascinación por la resistencia de Don Quijote y la leal sabiduría de Sancho siempre permanece.

 

Cervantes juega con la necesidad humana de resistir el sufrimiento, que es una de las razones por las que el caballero nos asombra. Por muy buen católico que haya sido (o no), a Cervantes le interesa el heroísmo y no la santidad.

 

El heroísmo de Don Quijote no es en modo alguno constante: es perfectamente capaz de huir, abandonando al pobre Sancho para que lo azote todo un pueblo. Cervantes, un héroe en Lepanto, quiere que Don Quijote sea un nuevo tipo de héroe, ni irónico ni estúpido, sino uno que quiera ser él mismo, como lo expresó con precisión José Ortega y Gasset.

 

Tanto Don Quijote como Sancho Panza exaltan la voluntad, aunque el caballero la trascendentaliza, y Sancho, el primer pospragmático, quiere mantenerla dentro de límites. Es el elemento trascendente de Don Quijote lo que en última instancia nos persuade de su grandeza, en parte porque se sitúa en el contexto deliberadamente tosco y frecuentemente sórdido del libro panorámico. Y nuevamente es importante señalar que esta trascendencia es secular y literaria, y no católica. La búsqueda quijotesca es erótica, pero incluso el eros es literario.

 

Enloquecido por la lectura (como muchos de nosotros todavía lo estamos), el caballero busca un nuevo yo, uno que pueda superar la locura erótica de Orlando (Roland) en el Orlando Furioso de Ariosto o del mítico Amadís de la Galia. A diferencia de la de Orlando o Amadís, la locura de Don Quijote es deliberada, autoinfligida, una estrategia poética tradicional. Aun así, hay una clara sublimación del impulso sexual en el coraje desesperado del caballero. La lucidez sigue irrumpiendo, recordándole que Dulcinea es su propia ficción suprema, que trasciende una lujuria honesta por la campesina Aldonza Lorenzo. Una ficción, en la que se cree aunque se sepa que es una ficción, sólo puede ser validada por pura voluntad.

No puedo pensar en ninguna otra obra donde las relaciones entre palabras y hechos sean tan ambiguas como en Don Quijote, excepto (una vez más) en Hamlet. La fórmula de Cervantes es también la de Shakespeare, aunque en Cervantes sentimos el peso de lo experiencial, mientras que Shakespeare es siniestro, ya que casi toda su experiencia fue teatral. Cervantes es tan sutil que necesita ser leído en tantos niveles como Dante. Quizás el quijotesco pueda definirse con precisión como el modo literario de una realidad absoluta, no como un sueño imposible sino más bien como un persuasivo despertar a la mortalidad.

 

 

La verdad estética de Don Quijote es que, nuevamente como Dante y Shakespeare, nos hace enfrentar la grandeza directamente. Si tenemos dificultades para comprender plenamente la búsqueda de Don Quijote, sus motivos y fines deseados, es porque nos enfrentamos a un espejo que nos sobrecoge incluso cuando nos rendimos al deleite. Cervantes siempre va por delante de nosotros y nunca podremos alcanzarlo. Fielding y Sterne, Goethe y Thomas Mann, Flaubert y Stendhal, Melville y Mark Twain, Dostoievski: éstos se encuentran entre los admiradores y alumnos de Cervantes. Don Quijote es el único libro que el Dr. Johnson deseaba que fuera aún más largo de lo que ya era.

 

Sin embargo, Cervantes, aunque es un placer universal, es en algunos aspectos incluso más difícil que Dante y Shakespeare en sus alturas. ¿Debemos creer todo lo que nos dice Don Quijote? ¿Lo cree? Él (o Cervantes) es el inventor de un modo ahora bastante común, en el que los personajes, dentro de una novela, leen ficciones anteriores relativas a sus propias aventuras anteriores y tienen que soportar una pérdida consiguiente en el sentido de la realidad. Éste es uno de los bellos enigmas de Don Quijote: es a la vez una obra cuyo tema auténtico es la literatura y una crónica de una realidad dura y sórdida: la España en decadencia de 1605-15. El caballero es la sutil crítica de Cervantes a un reino que sólo le había dado duras medidas a cambio de su propio heroísmo patriótico en Lepanto. No se puede decir que Don Quijote tenga una doble conciencia; la suya es más bien la conciencia múltiple del propio Cervantes, un escritor que conoce el coste de la confirmación. No creo que se pueda decir que el caballero mienta, excepto en el sentido nietzscheano de mentir contra el tiempo y el sombrío "fue" del tiempo. Preguntar qué es lo que cree el propio Don Quijote es entrar en el centro visionario de su historia.

 

Esta curiosa mezcla de lo sublime y lo bañético no se repite hasta que Kafka, otro alumno de Cervantes, compuso cuentos como "El cazador Graco" y "Un médico rural". Para Kafka, Don Quijote era el demonio o genio de Sancho Panza, proyectado por el astuto Sancho en un libro de aventuras hasta la muerte. En la maravillosa interpretación de Kafka, el auténtico objeto de la búsqueda del caballero es el propio Sancho Panza, quien, como auditor, se niega a creer el relato de Don Quijote sobre la cueva. Así que vuelvo a mi pregunta: ¿El caballero cree en su propia historia? No tiene mucho sentido responder "sí" o "no", por lo que la pregunta debe ser incorrecta. No podemos saber qué creen Don Quijote y Hamlet, ya que no comparten nuestras limitaciones.

 

Thomas Mann amaba a Don Quijote por sus ironías, pero Mann podría haber dicho, en cualquier momento: "Ironía de ironías, todo es ironía". Contemplamos en la vasta escritura de Cervantes lo que ya somos. Johnson, que no podía soportar las ironías de Jonathan Swift, aceptó fácilmente las de Cervantes; La sátira de Swift corroe, mientras que la de Cervantes nos permite alguna esperanza.

 

Johnson consideró que necesitábamos algunas ilusiones para no volvernos locos. ¿Es eso parte del diseño de Cervantes? Mark van Doren, en un estudio muy útil, La profesión de Don Quijote, se ve obsesionado por las analogías entre el caballero y Hamlet, que a mí me parecen inevitables. Aquí están los dos personajes, más allá de todos los demás, que parecen saber siempre lo que están haciendo, aunque nos desconciertan cada vez que intentamos compartir sus conocimientos. Es un conocimiento diferente al de Falstaff y Sancho Panza, que están tan encantados de ser ellos mismos que le piden al conocimiento que se haga a un lado y los pase de largo. Preferiría ser Falstaff o Sancho que una versión de Hamlet o Don Quijote, porque envejecer y enfermarme me enseña que importa más ser que saber. El caballero y Hamlet son increíblemente imprudentes; Falstaff y Sancho tienen cierta conciencia de discreción en cuestiones de valor.

 

 

No podemos conocer el objeto de la búsqueda de Don Quijote a menos que nosotros mismos seamos quijotescos (nótese la Q mayúscula). ¿Cervantes, al recordar su ardua vida, la consideró algo quijotesca? El Rostro Doloroso nos mira fijamente en su retrato, un semblante totalmente diferente a la sutil suavidad de Shakespeare. Se igualan entre sí en genio, porque, más incluso que Chaucer antes que ellos, y la multitud de novelistas que han combinado sus influencias desde entonces, nos dieron personalidades más vivas que nosotros mismos. Sospecho que Cervantes no hubiera querido que lo comparáramos con Shakespeare ni con nadie más. Don Quijote dice que todas las comparaciones son odiosas. Quizás lo sean, pero ésta puede ser la excepción.

 

Necesitamos, con Cervantes y Shakespeare, toda la ayuda que podamos obtener con respecto a los últimos, pero no necesitamos ayuda alguna para disfrutarlos. Cada uno es tan difícil y, sin embargo, disponible como el otro. Para enfrentarlos plenamente, ¿adónde debemos recurrir excepto a su poder mutuo de iluminación?

 

 

Claro pero para el “Maestro materialista” Blomm está preñado del idealismo Alemán y esta visión absoluta del Quijote lejos de ser humilde y lucida, a él no le dice nada, misticismo barato que no nos permite saber la tekné  de la obra y que se queda en una percepción estética de lo sublime, pero la interpretación del “Maestro materialista” ¿No es también una percepción? Nooo él alcanza la verdad objetiva o por lo menos el la cree alcanzar para eso construyo todo su edificio de la crítica de la razón literaria, pero yo me pregunto ¿No será Jesús maestro un Quijote? Alguien que quiere establecer la quimera de comprender la literatura científicamente y yo me respondo, no el quijote es grande porque alcanza la conciencia de sí mismo, al maestro materialista esto le es imposible, porque no puede saltar al otro lado del espejo y entonces es de esos tristes locos dictadores que creen hablar desde la razón cuando solo los motiva una irracionalidad ahí también están los idealistas alemanes  pero ellos por lo menos en Hegel alcancen este conocimiento de sí mismos y se pueden reír, como se ríe Sancho y el Quijote con una risa profundamente humana y compasiva.             

 







Diacrítica 

Por qué la sociedad alemana desde el más rico hasta el miserable tienen como religión sentirse el centro del mundo?.. Por qué negarlo, no tendra que ver ello con su idealismo?... Por qué Hegel, Schopenhauer, Kant.. declarados racistas expresaron su abierto racismo?. Hoy 2024 esta religión está subjetividad impregnada en su ser la observas en la conducta de toda la estructura social desde el refinado banquero gasta el sopenco obrero de la industria. Por eso otros autores como Reinaga da el título a una de sus obras( la que te compartí).

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Escribe en Herbert Soto

 

Ayer vi una película francesa https://www.youtube.com/watch?v=-sxMojxBIgo&t=11s  la decisión de Alice: Alice, una mujer feliz y esposa modélica, ve cómo su vida se viene abajo cuando descubre que su marido está viviendo una vida secreta. Antes de darse cuenta se ve cuidando de su hijo sola y sin dinero para poder hacer frente a las múltiples deudas que debe pagar mensualmente. La nueva circunstancia por la que atraviesa le permite descubrirse a sí misma y a las personas que la rodean.

 

Ante había visto una italiana con el mismo argumento pero totalmente diferente la italiana era una comedia que se reía de la soberbia social de una burguesa acomodada y que descubría  en el hombre proletariado honesto su redentor.

 

En la película francesa vamos a una exploración existencialista con una propaganda feminista donde   la mujer se empodera prostituyéndose y le devuelve con la misma moneda a su esposo  dejándolo en la angustia plena.

 

En estados unidos  este cuentos es el de Pretty Woman donde el arquetipo de la cenicienta es directo y el príncipe un millonario de Wall Street interpretado  por Richard Gere.

 

En Rusia está Ana karenina donde  el dolor es profundo hasta la locura y el suicidio.

 

Yo me preguntaba y como haría este película un Aleman, a la francesa no le puede creer ni en su angustia ni en su felicidad, estoy muy convencido de que los franceses detrás de tanto artificio de lenguaje, psicología y sexualidad no tienen nada y es que han logrado vaciar toda creencia  y lo que hacen es vendernos su sofisticación vacía, los italianos me divierten por un pequeño rato luego comprendo que son solo esteriotipos exteriores que son incapaces de tomarse en serio su tragedia porque les falta valor, al ruso lo admiro y el americano me parece detestable pero como me divierte   el hecho de que logren entretenernos, es realmente un cine de evasión, no conozco el cine Alemán pero se de su filosofía y aunque hay de todo la radicalidad del Espíritu alemán que despierta una admiración increíble pero claro yo hablo de la Alemania que tiene su culmine con Hitler, lo que viene después eso de ser un satélite de Estados unidos me parece detestable, no me imagino una Alemania liberal ni pos moderna ¿Por qué se creen el centro del mundo? Porque lo fueron, la herencia grecolatina solo podía ser germánica, el comunismo materialista no podía heredar este espíritu jamás lo podría comprender, el capitalismo anglosajón muchos menos  empirista pragmático jamás hubiera accedido a la contemplación, los Españoles son burdos Quijotes y Sanchos si ellos comprendieran al Quijote acaso no serían los llamados a heredar lo Greco latino pero son pocos los españoles que se atreven a vivir su propia locura y mucho menos los que lo hacen con lucidez riéndose de sí mismos, España no ha podido superar  a Franco, así se vuelva toda de izquierda rosa Franco puede lucir lencería y dictar su destino, así que los llamados fueron los alemanes, pero el reto era grande como unes a los idealistas con los materialistas y aun mayor como unes a los esencialistas con los existencialistas, los alemanes optaron por el odio no por la conciencia y el odio les dio poder momentáneo, crecieron como espuma y como tal se desvanecieron pero acaso Alemania no cumplió  el ciclo del anillo:

 

Cuadro I[editar]

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/b/b4/Ring3.jpg/220px-Ring3.jpgAlberich intenta tomar el oro que custodian las ondinas, hijas del Rin.

Las ondinas, hijas del Rin, están a orillas del río y cantan el tema musical que las caracteriza. El enano Alberich llega e intenta seducir a una ondina pero esta lo rechaza y las demás se burlan de él por su apariencia y poca astucia. El enano les pregunta qué es lo que custodian y ellas le responden que un oro muy preciado, el enano les pregunta para qué sirve y ellas le responden que el oro puede convertirse en un anillo que da poder infinito a quien lo porte, mas solo lo puede llevar quien renuncie al amor para siempre. El enano está dispuesto a renunciar al amor ya que no lo conoce por lo que jura mantenerse en castidad hasta el fin de sus días. El enano roba el oro y lo convierte en un anillo. Antes de que se vaya, las ondinas le advierten, cantando el mismo tema musical de su aparición, que el anillo sólo le atraerá la muerte ya que provoca la angustia de conservarlo a quien lo posee y la codicia de obtenerlo a quien lo rodea. El enano hace caso omiso a las advertencias de las ondinas y se lleva el anillo.

 


https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/6/69/Giants_and_Freia.jpg/165px-Giants_and_Freia.jpg

Los gigantes se llevan a Freia como pago provisorio por el castillo que construyeron para los dioses.

Wotan, rey de los dioses, duerme en la cima de una montaña junto a Fricka, su esposa. Fricka se despierta y alcanza a ver un magnífico castillo a sus espaldas, por lo que despierta a Wotan, quien le hace saber que su nuevo hogar ha sido construido. Los gigantes completaron la obra y a cambio Wotan les ofreció a Freia, la diosa de la juventud. Fricka se encuentra consternada por su hermana, pero Wotan confía en que no tendrá que cumplir su palabra.

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/7/72/Ring11.jpg/220px-Ring11.jpgAlberich esclaviza a los demás enanos (nibelungos).

Freia aparece y se muestra horrorizada mientras la siguen los gigantes Fassolt y Fafner. Fassolt demanda que se le pague por el trabajo que realizó y declara que el poder de Wotan se deriva de los tratados que ha inscrito sobre su lanza, y entre estos se encuentra el pacto que hizo con los gigantes. Donner, dios del trueno, y Froh, dios de la primavera, aparecen para poder defender a su hermana pero Wotan los detiene, ya que no puede detener a los gigantes a través de la fuerza, puesto que esto le impediría cumplir su palabra.

Loge, semidiós del fuego, aparece justo a tiempo, y Wotan confía en que la astucia del dios le ayudará a encontrar una manera de no cumplir el acuerdo con los gigantes. Sin embargo, Loge reconoce que no hay nada en el mundo que quiera apartarse del amor y de la mujer. Salvo un único ser: el enano Alberich, que renunciando al amor ha robado el oro del Rin y con él ha forjado un poderoso anillo. Wotan, Fricka y los gigantes inmediatamente comienzan a idear una manera de apoderarse del anillo; Loge sugiere una manera de robarle el artefacto al enano. Fafner demanda que el anillo sea la forma de pago por el castillo de Wotan, en lugar de Freia. Los gigantes se marchan pero se llevan a Freia como rehén.

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/b/b0/Motief_van_Freya_en_de_gouden_appels%2C_Richard_Wagner.jpg/220px-Motief_van_Freya_en_de_gouden_appels%2C_Richard_Wagner.jpgMotivo de Freia y las manzanas.

Las manzanas doradas de Freia habían permitido que los dioses se mantuviesen jóvenes permanentemente, pero con su ausencia comienzan a envejecer y a deteriorarse. La única forma de revertir esto es conseguir el anillo para poder rescatar a Freia, razón por la cual Wotan y Loge descienden al mundo terrestre en busca del anillo.

En este espacio hay un intermedio orquestal que narra el descenso de Loge y Wotan hacia el Nibelheim. Uno de los detalles más importantes de este intermedio es cuando la orquesta empieza a disminuir el volumen de la música para que se puedan escuchar 18 yunques (recreados por la orquesta con distintas alturas), lo cual representa la labor de los enanos que se encuentran esclavizados por el cruel Alberich.

Alberich se encuentra en el mundo terrenal y dirige a los enanos en su labor de extracción del oro de las cuevas. También está su hermano Mime con quien trabaja en esta empresa y se encuentran discutiendo. Llegan Wotan y Loge y le piden mucho oro y el anillo a cambio de beneficios divinos. Alberich no les cree y usando un yelmo mágico se convierte en bestias gigantes, incluido un dragón. Wotan y Loge aparentan estar impresionados pero le aseguran que es incapaz de convertirse en un animal pequeño a lo que Alberich se convierte en una pequeña rana. Los dioses no dudan en atraparlo en seguida y le quitan el yelmo mágico y, luego, el anillo.

 

Los gigantes reclaman el anillo para liberar a Freia. Wotan se ve forzado a entregárselo tras la intercesión de Erda, la Diosa de la Tierra. El gigante Fafner mata a su hermano Fassolt y huye con el oro y el anillo. Loge se da cuenta de que no puede entrar al flamante castillo porque no es un dios completo por lo que vaticina el fin de la era de los dioses. La música final es uno de los momentos más importantes de la obra ya que muestra el objetivo cumplido de los dioses. Se escucha a las ondinas que lamentan que el tesoro del Rin les haya sido robado. Finalmente, Wotan, Fricka, Froh y Freia hacen su entrada triunfal al Valhalla con la música del castillo, ya desarrollada, engalonada por los bronces de la orquesta.

 

Es importante entender que durante este acto, Wagner juega con los nombres e identidades de los personajes. La programación revela los nombres de algunos de los personajes, pero Wotan, Sigmundo (Siegmund, nombre que significa 'protector de la victoria o escudo') y Siglinda (Sieglinde, cuyo nombre significa 'victoria apacible') no revelan los suyos hasta la parte más tensa de este acto.

Durante una tormenta muy violenta en el bosque, Sigmundo busca refugio. Llega hasta una cabaña, donde encuentra a una mujer antes de caer desfallecido. Ésta reconforta a Sigmundo y le da de beber hidromiel, lo que le hace despertar de nuevo. Cuenta a Siglinda que huye de sus enemigos y que debe proseguir su camino. Siglinda le ruega que se quede, indicando que la casa en la que se encuentra es la de su esposo, Hunding.

Cuando Hunding regresa a su hogar piensa dos veces antes de ofrecerle posada a Sigmundo, aunque por tradición se ve obligado a dársela. Siglinda se siente cada vez más fascinada por el huésped y le pide que le cuente la historia de su vida. Sigmundo empieza a narrar que en un viaje a casa junto a su padre encontró a su madre muerta y que su hermana melliza había sido secuestrada. Luego viajó con su padre hasta que ambos tomaron distintos caminos. Un día Sigmundo se topó con una niña que estaba siendo obligada a casarse y luchó contra los parientes de la niña. Las armas de Sigmundo fueron dañadas y la niña murió, por lo cual tuvo que huir y buscar refugio en la casa de Hunding. En un inicio, Sigmundo no revela su nombre y se hace llamar Wehwalt (Weh significa dolor).

Una vez Sigmundo termina su relato, Hunding revela que él es una de las personas que estaba persiguiendo al guerrero. Hunding permite que Sigmundo se quede una noche más, pero al amanecer deberán luchar uno contra otro. Hunding se retira con Siglinda, ignorando las preocupaciones de su esposa. Sigmundo lamenta su mala fortuna y recuerda la promesa que su padre le había hecho: que encontraría una espada cuando más la necesitara.

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/a/a9/B%C3%BChnenbildentwurf_Walk%C3%BCre.JPG/225px-B%C3%BChnenbildentwurf_Walk%C3%BCre.JPGFinal del acto I en la producción de 1876.

Siglinda regresa y revela que puso un tipo de droga en la bebida de Hunding para que se durmiera profundamente y luego revela que ella se había visto obligada a casarse con Hunding. Durante el banquete de bodas, un hombre de edad avanzada había aparecido y había ensartado una espada en el tronco de un fresno; ni Hunding ni sus compañeros habían podido sacar la espada del árbol. Siglinda revela su atracción por aquel héroe que pudiera sacar la espada y liberarla. Sigmundo expresa su amor por Siglinda y ella lo corresponde, y ella se esfuerza por comprender su reconocimiento de él, ella se da cuenta de que está en el eco de su propia voz, y el reflejo de su imagen, que ella ya conoce. Sigmundo revela que el nombre de su padre era Wälse, y ella le declara que él es Siegmundo, y que el Caminante le había dejado la espada a él.

Sigmundo ahora libera fácilmente la espada y ella le dice que es Siglinda, su hermana melliza. Este nombra la espada Nothung (o 'Necesaria', pues es el arma que él necesita para su próxima lucha con Hunding). Mientras termina el acto, él la llama «esposa y hermana», y se la lleva con él en un apasionado fervor, huyendo de la casa de Hunding.

Acto II[editar]

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/e/e6/Maternagrane.jpg/225px-Maternagrane.jpgAmalie Materna, primera Brünnhilde en el Festival de Bayreuth, 1876.

Wotan se encuentra en una montaña rocosa con Brunilda, su hija valquiria. Wotan ordena que Brunilda proteja a Sigmundo cuando se enfrente a Hunding. Fricka, esposa de Wotan y diosa del matrimonio, aparece y demanda que Sigmundo y Siglinda sean castigados por cometer adulterio e incesto. Fricka sabe que Wotan, disfrazado como un mortal llamado Wälse, es el padre de Sigmundo y Siglinda. Wotan argumenta que necesita a un héroe libre (esto es, uno no gobernado por él) para llevar a cabo sus planes, pero Fricka lo contradice al decir que Sigmundo no es más que una criatura e inconsciente peón de Wotan. Este, acorralado, promete a Fricka que Sigmundo morirá.

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/c/c1/Hunding_Siegmund_fight.jpg/225px-Hunding_Siegmund_fight.jpgHunding mata a Siegmund.

Fricka se retira y Brunilda se queda con su padre, ahora notablemente desesperado. Wotan narra sus problemas: Erda le había dado una advertencia a Wotan al final de El oro del Rin y este había seducido a la diosa de la tierra (Erda) para poder averiguar más sobre dicha profecía. Brunilda nació de esta unión.

Wotan crio a Brunilda y otras ocho hijas como valquirias, guerreras encargadas de recolectar las almas de los héroes caídos para poder formar un ejército para luchar contra Alberich. El ejército del Valhalla fallaría si Alberich llegase a apoderarse nuevamente del anillo, el cual se encuentra en las manos de Fafner. El gigante se convierte en un dragón utilizando el Tarnhelm y se queda en un bosque con el tesoro de los nibelungos. Wotan no puede quitarle el anillo a Fafner, ya que Wotan lo otorgó bajo una promesa y por lo tanto necesita a un héroe que derrote a Fafner en su nombre. Sin embargo, justo como dijo Fricka, Wotan solo podría crear esclavos para sí mismo. De mala gana, Wotan ordena a Brunilda que asesine a su amado hijo Sigmundo.

Habiendo huido de la casa de Hunding, Sigmundo y Siglinda se encuentran en un puerto de montaña, cuando Siglinda se desmaya por cansancio y remordimiento. Brunilda se acerca a Sigmundo y le habla de su próxima muerte. Sigmundo rehúsa seguir a la valquiria al Valhalla cuando descubre que Siglinda no podrá ir con él. Saca su espada y amenaza con matar tanto a Sieglinda como a sí mismo. Brunilda queda impresionada por la pasión de Sigmundo y decide proteger al guerrero en vez de matarlo, de manera que asegure su victoria sobre Hunding.

Hunding aparece y ataca a Sigmundo. La bendición de Brunilda da un poder extraordinario a Sigmundo que le permite dominar a Hunding, pero Wotan se presenta y destruye la espada Nothung con su lanza. Sigmundo se encuentra desarmado y Hunding acaba con la vida del guerrero. Brunilda huye, pero no sin antes llevarse a Siglinda y los restos de Nothung. Wotan ve con gran tristeza el cuerpo de su hijo, y Brunilda reúne los fragmentos de Nothung y huye a caballo con Siglinda. Wotan mata a Hunding con un gesto desdeñoso, y con ira persigue a su desobediente hija Brunilda.

Acto III[editar]

Las otras valquirias se reúnen al pie de la montaña, cada una con un héroe en su alforja. Las valquirias se sorprenden cuando Brunilda aparece con Sieglinda, una mujer que todavía está viva. Brunilda pide ayuda, pero sus hermanas no osan desafiar las órdenes de Wotan. Brunilda decide distraer a Wotan mientras Siglinda huye. También revela que Siglinda quedó embarazada de Sigmundo y nombra a su hijo Sigfrido (Siegfried, que significa 'Alegría (o paz) en la victoria').

Wotan aparece furioso y castiga a Brunilda: su hija deja de ser una valquiria y se ve despojada de su inmortalidad; además, la condena a que duerma un sueño mágico cerca de la montaña y sea presa fácil para cualquier hombre que pase por ahí. Las demás valquirias temen por sus propios destinos y huyen. Brunilda pide misericordia a Wotan para ella misma, su hija favorita. Ella relata el valor de Sigmundo y su decisión de protegerlo, sabiendo que ese era el verdadero deseo de Wotan. Con las palabras „Der diese Liebe mir ins Herz gehaucht“ («Él que instiló este amor en mí»), introduciendo la tonalidad de Mi mayor, ella identifica sus acciones con el verdadero deseo de Wotan. Este le concede su última petición: rodear la cumbre de la montaña con una llama mágica, que la protegerá de todos menos del guerrero más valiente (que, según se le revela a través del leitmotif, ambos saben que será Sigfrido aún no nacido).

Wotan pone a Brunilda sobre una roca y, en un largo abrazo, besa sus ojos cerrados sometiéndola a un estado profundo de sueño. Llama a Loge (el semidiós nórdico del fuego), para que cree la llama que protegerá a Brunilda. Despojado de dos de sus hijos, Wotan se retira lentamente con una gran tristeza, después de decir: «Cualquiera que tenga miedo de la punta de mi lanza no pasará a través del fuego». Cae el telón al tiempo que la música del fuego mágico de nuevo se expresa en Mi mayor.

Mime, hermano de Alberich, se encuentra forjando una espada dentro de su cueva en el bosque. El enano nibelungo planea recuperar el anillo Andvarinaut para sí mismo, habiendo criado a Sigfrido para que pueda acabar con el dragón Fafner, que guarda el anillo y otros tesoros, y cumplir su deseo. Mime necesita forjar una espada para Sigfrido, pero el joven ha destruido todas las armas que se le han otorgado. Sigfrido regresa de su caminata por el bosque con un oso salvaje que ha cazado y exige su nueva espada, que rompe inmediatamente. Después del enfado de Sigfrido y un discurso cuidadosamente estudiado de Mime sobre la ingratitud de Sigfrido hacia él, Sigfrido empieza a entender por qué sigue volviendo donde Mime aunque lo desprecia: quiere saber lo que pasó a sus padres. Mime se ve obligado a explicarle que él tuvo que cuidar de Siglinda (Sieglinde) mientras daba a luz pero al final ella murió. Mime muestra los restos de la espada Nothung, que él había recibido de ella. Sigfrido le ordena que la repare, lo que no puede hacer porque el metal no se someterá a sus mejores técnicas.

Sigfrido sale de la cueva y Mime entra en un estado de desesperación, ya que las habilidades del enano no son lo suficientemente buenas como para reparar la legendaria espada. Un anciano viajero (que realmente es Wotan disfrazado) aparece repentinamente y se presenta como el Caminante. A cambio de la hospitalidad debida a un invitado, le ofrece un concurso de acertijos en el cual cada uno presentará tres y aquel que pierda dicha prueba perderá su vida. Mime acepta el reto, con el propósito de deshacerse del invitado no deseado. El enano pregunta el nombre de las razas que viven bajo la tierra, sobre ella y en el firmamento. Wotan responde, correctamente, que son los nibelungos, los gigantes y los dioses. Mime le dice al viajero que siga su camino, pero se ve obligado a jugarse su propia cabeza en tres acertijos más por haber incumplido las leyes de la hospitalidad. El anciano le hace tres preguntas: ¿Cuál es la raza más amada por Wotan pero la peor tratada? ¿Cómo se llama la espada que puede derrotar a Fafner? ¿Quién puede forjar tal espada? Mime contesta a las dos primeras cuestiones: que la raza es la de los welsungos (Wälsungen) y la espada es Nothung. Sin embargo, Mime no sabe responder a la última pregunta, pero Wotan le perdona la vida y le revela que «sólo aquel que no conoce el miedo» podrá reparar la espada, y agrega que dicha persona tomará la vida de Mime.

Sigfrido regresa y se molesta porque Mime no ha hecho progresos. Mime deduce que lo único que nunca enseñó a Sigfrido fue el miedo y que a menos que pueda instilarle temor, Sigfrido lo matará de acuerdo con la predicción del viajero. Le dice a Sigfrido que el miedo es una habilidad esencial; Sigfrido se muestra ansioso por conocer dicha emoción y por ello el enano le promete llevarlo ante Fafner, el dragón. Como Mime no puede volver a forjar Nothung, Sigfrido decide intentarlo por cuenta propia y tiene éxito al trocear el metal, fundirlo y forjarlo de nuevo. Mientras tanto, Mime prepara un veneno que usará para matar a Sigfrido en cuanto el joven haya derrotado al dragón. Después de que él acaba de forjar la espada, Sigfrido demuestra su fortaleza rompiendo con ella el yunque por la mitad.

Acto II[editar]

El Caminante (Wotan) aparece ante la entrada a la cueva de Fafner, donde Alberich también se ha sentado a esperar al dragón. Los viejos enemigos se reconocen mutuamente y Alberich declara sus planes de dominar el mundo una vez que el anillo le sea devuelto. Wotan afirma que su intención no es recuperar el anillo, sólo observar. Incluso se ofrece a despertar a Fafner de manera que Alberich pueda tratar con él. Sorpresivamente Wotan despierta a Fafner. Alberich advierte al dragón que un héroe se aproxima y este luchará contra él, y se ofrece a impedir la pelea a cambio del anillo. Fafner no le da mucha importancia, se rehúsa a entregar el anillo a Alberich y termina durmiéndose nuevamente. Wotan y Alberich se retiran.

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/2/22/Ring45.jpg/250px-Ring45.jpgSigfrido prueba la sangre del dragón (Arthur Rackham, 1911).

Sigfrido y Mime llegan a la cueva al amanecer. Mime decide mantenerse a distancia mientras Sigfrido se acerca a la entrada de la cueva. Mientras el guerrero espera que el dragón aparezca, ve un ave reposando sobre un árbol. Sigfrido juguetea con el animal e intenta reproducir su canto utilizando una flauta, pero no lo consigue. Luego el héroe toca una balada con su trompa, lo cual acaba de despertar a Fafner. Después de una breve conversación, Sigfrido y Fafner luchan entre sí y Sigfrido ensarta a Fafner justo en el corazón con la legendaria Nothung.

En el último momento de su vida, Fafner descubre el nombre de Sigfrido y le advierte de una traición. Cuando Sigfrido se prepara a retirar su espada del cuerpo del dragón, se quema con la sangre y por instinto se tapa la boca con la mano. Al probar la sangre de su contrincante, descubre que puede entender lo que el ave está cantando. Sigfrido sigue las instrucciones del pájaro del bosque y así adquiere el anillo y el Tarnhelm de entre el tesoro de Fafner. Fuera de la cueva, Alberich y Mime se pelean en voz alta por el tesoro. Alberich se esconde cuando Sigfrido sale de la cueva. Mime saluda a Sigfrido; éste se queja que aún no sabe qué es el miedo. Mime no deja de aprovechar la oportunidad y ofrece al héroe una bebida envenenada. Sin embargo, la sangre del dragón permite que Sigfrido lea los pensamientos del nibelungo y, por lo tanto, el guerrero acaba con la vida de Mime.

Alberich, observando desde fuera la escena, se ríe en voz alta de manera sádica. Sigfrido entonces arroja el cuerpo de Mime a la caverna del tesoro y coloca el cuerpo de Fafner a la entrada de la caverna para bloquearla también.

El ave canta sobre una mujer que yace sobre una roca, rodeada por una llama mágica. Sigfrido decide buscar a la mujer para ver si ella le puede enseñar algo sobre el miedo.

Acto III[editar]

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/9/9b/Siegfried_awakens_Brunhild.jpg/250px-Siegfried_awakens_Brunhild.jpgSigfrido despierta a Brunilda (Ebenezer Cobham Brewer, 1892).

El Caminante se encuentra en el sendero que va hacia la roca sobre la cual yace Brunilda. Wotan llama a Erda, diosa de la tierra. Erda aparece, un tanto confundida, y es incapaz de dar un consejo. Wotan le informa que ya no teme el fin de los dioses; de hecho, es su deseo. El legado de Wotan quedará en Sigfrido el welsungo, y su hija (de Erda y Wotan), Brunilda, «juntos para mejorar el mundo». Erda se retira a la tierra.

Sigfrido llega a donde se halla Wotan (quien aún está disfrazado como un viajero) y el dios interroga al joven. Sigfrido no reconoce a su abuelo (Wotan es el padre de los padres de Sigfrido, Sigmundo y Siglinda), sus respuestas son un tanto insolentes y empieza a caminar hacia la roca de Brunilda. El viajero le bloquea el paso, pero Sigfrido destruye la lanza de Wotan con un golpe de Nothung. Wotan recoge tranquilamente los trozos de su lanza y desaparece.

Sigfrido atraviesa el aro de fuego y se postra ante Brunilda. Inicialmente cree que la figura corresponde a un hombre, pero una vez le quita la armadura, descubre que es una mujer. A la vista de la primera mujer que contempla, Sigfrido experimenta por fin el temor. Desesperado, acaba besando a Brunilda, lo cual la despierta de su sueño mágico. Dudando al principio, el amor por Sigfrido acaba de apoderarse de la valquiria, quien renuncia a todo lo relacionado al mundo de los dioses. Juntos, Sigfrido y Brunilda proclaman que portarán el amor y se reirán de la muerte.

 

La decoración es la misma del acto final de La valquiria. Es de noche y hay tres mujeres de lúgubre y misterioso aspecto. Son las tres Nornas —UrdVerdandi y Skuld— congregadas junto a la roca de Brunilda, tejiendo la cuerda del destino. Ellas son las hijas de la naturaleza, Erda, sombrías hilanderas que trenzan el hilo de la vida que enlaza pasado, presente y futuro. Se dedican a explicar lo que pasa y predicen el futuro. La primera norna, Urd, el pasado, es una contralto. La segunda norna, Verdandi, el presente, es una mezzosoprano. La tercera norna, Skuld, el futuro, es una soprano. Oráculos profundos de la noche, susurros del inconsciente colectivo, ellas son criaturas elementales. Son tres altas mujeres envueltas en sendas túnicas oscuras.

La más vieja está al pie de un corpulento pino, la segunda se sienta sobre una peña delante de la gruta que se ve a la izquierda. La más joven aparece sobre una elevada roca, al fondo. La primera de ellas, norna del pasado, nos cuenta el origen del poder divino, cuando Wotan se hizo una lanza con una rama del Fresno del mundo (símbolo de la existencia), nos dice que ya no puede atar el extremo del hilo al Fresno del mundo, porque se ha secado y ya no existe.

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/a/a2/Siegfried_and_the_Twilight_of_the_Gods_p_110.jpg/250px-Siegfried_and_the_Twilight_of_the_Gods_p_110.jpgBrunilda despide a Sigfrido, por Arthur Rackham.

Se escucha en palpitantes acordes el leitmotiv del poder de los dioses. La segunda cuenta cómo fue rota la lanza sagrada por un héroe joven y audaz. La tercera canta que Wotan ha hecho amontonar los pedazos del tronco alrededor del Valhalla, si acaso arden, llegó el fin para siempre y vaticina el cercano fin de los dioses, en un incendio colosal que consumirá su reino. Mientras está hilando, cada vez es más difícil tejer el hilo, pues se enreda y se retuerce. La norna del pasado no acierta a ver en lo que fue, la del presente advierte que las asperezas de la piedra muerden su labor, el tejido se enreda. En un descuido, la cuerda se rompe mientras se escucha el leitmotiv de la maldición, porque un anatema implacable pesa sobre el mundo. Por más que no volvamos a ver ya ni a Wotan ni a los dioses, sentimos, no obstante, que sobre todo cuanto ocurra pesa la fatalidad de la maldición. Lamentándose de la pérdida de su sabiduría, las Nornas huyen.

Al amanecer, Sigfrido y Brunilda salen de su cueva. El hecho de que amanezca es importante porque Sigfrido es la personificación del sol, cuando despierta lleva la vida y la alegría al mundo, mientras que reinan la calma y la oscuridad cuando sus ojos se cierran.

Brunilda envía a Sigfrido en busca de nuevas aventuras, pidiéndole que siempre tenga presente su amor. El joven, devenido hombre, va a partir para realizar nuevas proezas, y deja a Brunilda, como prenda de amor y de su fidelidad, el anillo de oro que él robó procedente del tesoro que custodiaba el dragón, Fafner. El héroe va a partir en busca de empresas heroicas para depositar sus victorias a los pies de su amada como ofrenda de amor. Ella, en cambio, le ha dado sus armas de valkiria y su corcel Grane. Vestido con la coraza de Brunilda y montando el caballo, Sigfrido se aleja. Porta Nueva Nothung, la espada, y Tarnhelm, el yelmo mágico. Cuando parte, a lo lejos se oye el eco de su cuerno de caza.

El prólogo presenta, a la manera de un amplio preludio sinfónico-vocal, un marcado contraste entre estas dos escenas: la profunda y misteriosa imponencia de las Nornas y la luminosa y radiante exaltación épico-amorosa de la despedida de Brunilda y Sigfrido.

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Uno de los motivos de Sigfrido como héroe.

Se pasa sin ninguna interrupción al acto primero. Esta transición musical es la parte más famosa de la última jornada. Popularmente conocida como «El viaje de Sigfrido por el Rin», es una asociación de ideas musicales sugiriendo la marcha del héroe en busca de aventuras recordando los leitmotiven del héroe y de su amor, las notas del fuego, el leitmotiv de la Naturaleza, el leitmotiv primitivo del Rin, aumentando hasta destacarse muy fuerte y sonoro el leitmotiv del ocaso de los dioses.

Al final se escucha el leitmotiv de las doncellas del Rin, que lloran por el oro apagándose y aparece el leitmotiv del anillo maldito. Esta transición musical resume la historia de los acontecimientos que originaron las catástrofes y el ocaso de los dioses.

Acto I[editar]

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/e/e7/Siegfried_and_the_Twilight_of_the_Gods_p_120.jpg/220px-Siegfried_and_the_Twilight_of_the_Gods_p_120.jpgGutrune le da la bebida del amor a Sigfrido, por Arthur Rackham.

En el cuadro primero, el acto comienza en el palacio de los guibichungos, una estirpe que habita a orillas del Rin. Alrededor de una mesa están Gunther, el rey de los guibichungos, y su hermana Gutrune conversando con su hermano Hagen. Gunther, Gutrune y Hagen son hijos de la misma madre pero de diferente padre. Mientras que los dos primeros son hijos del rey Gibich, Hagen es hijo de Alberich el nibelungo. Por eso Gunther posee fuerza, valor, juventud, belleza, una tropa, sirvientes y vasallos, prestigio, buen nombre y una rica herencia, mientras que Hagen es un personaje siniestro, un guerrero fiero, espantoso, inteligente y astuto que continúa con la obra de odio de su padre y anhela la posesión del anillo maldito.

Gunther heredó la primogenitura, y es aconsejado por su medio hermano Hagen para tomar esposa y encontrar un marido para su hermana Gutrune, con el objetivo de aumentar el brillo de su dinastía con ventajosas uniones. Hagen sugiere como esposa para Gunther a Brunilda, la mujer más hermosa del mundo, que reside en una montaña rodeada de fuego; y a Sigfrido, el más famoso de los héroes, como marido para Gutrune.

Gunther no es capaz de franquear la barrera de llamas que protege a Brunilda, solo Sigfrido puede lograrlo, por lo que necesitan que Sigfrido les traiga a Brunilda. Si Gutrune hiciera que Sigfrido la ame, entonces podría convencerlo de que traiga a Brunilda para Gunther.

Hagen da a Gutrune una poción, la bebida de amor, el filtro del olvido, para hacer que Sigfrido olvide a Brunilda y se enamore de Gutrune. Bajo su influencia Sigfrido podrá conquistar a Brunilda para Gunther. Los hermanos guibichungos ignoran que Sigfrido despertó a Brunilda y que se aman. Ambos desconocen que Sigfrido y Brunilda son pareja y que el único fin que persigue Hagen es recuperar el anillo para su padre.

La orquesta toca el leitmotiv de los guibichungos y las caracterizaciones instrumentales de Hagen, Gunther y Gutrune. Cuando aparece ella, se opone un breve paréntesis luminoso en las oscuras tonalidades de la orquesta.

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/0/07/Siegfried%27s_Horn_Call_from_Gotterdamerung.png/300px-Siegfried%27s_Horn_Call_from_Gotterdamerung.png

El cuerno de Sigfrido.

Sigfrido navega por el Rin en una barca y ha oído muchas historias enalteciendo el poder y la nobleza de los gibichungos. Su llegada se anuncia en la lejanía por los ecos de su cuerno de plata y se escucha la plena sonoridad de su leitmotiv, derivado del leitmotiv original de la espada pero en un modo más majestuoso.

Sigfrido se acerca y mientras se escucha el leitmotiv de la maldición de Alberich, Hagen lo saluda y le ofrece hospitalidad. La música tiene aires marciales. Sigfrido llega al palacio de los guibichungos con el propósito de verse con Gunther. Mientras se retira Gutrune, entra Sigfrido, y dirigiéndose a los dos hombres, les pregunta cuál de ellos es Gunther, cuya fama ha oído ensalzar. Dice que viene a combatir o a ofrecer su amistad, que no puede corresponder a los ofrecimientos de Gunther con bienes ni vasallos porque solo posee su acero y su persona pero que los pone a disposición de Gunther si este lo acepta. Entonces Gunther le da una cordial bienvenida.

Hagen le pregunta a Sigfrido por el tesoro forjado por los nibelungos y si Sigfrido se llevó el anillo. Sigfrido le contesta que al matar a Fafner, el dragón, desdeñó las riquezas guardadas por el monstruo. Solo tomó como recuerdo un yelmo que lleva colgado en su cinturón y un anillo que entregó a una mujer sublime y divina. Hagen comprende que alude a Brunilda, pero Gunther no entiende y Gutrune no está presente en la escena.

Aparece Gutrune en escena para saludar a Sigfrido y ofrecerle una bebida de hospitalidad. Gutrune le hace beber el filtro de amor. Se escucha varias veces el leitmotiv de la traición. Ignorando la conspiración, Sigfrido bebe la poción, dedicando un recuerdo a su amada Brunilda, la cual se borra instantáneamente de su memoria. Sigfrido queda inmediatamente prendado de la bella Gutrune y le pide a Gunther que se la conceda por esposa.

Bajo la influencia del encantamiento, Sigfrido se ofrece a conseguir una esposa para Gunther, y este le habla de Brunilda y del fuego mágico que le rodea. El Tarnhelm, yelmo cuya virtud mágica ha revelado Hagen, servirá para que Sigfrido tome la figura de Gunther engañando a Brunilda. Los dos amigos celebran un pacto de alianza, pronunciando su juramento de fidelidad, a la usanza de los antiguos germanos. Ambos se juramentan como hermanos de sangre. Hagen llena de vino un cuerno y los dos guerreros se hacen con sus espadas cortes en los brazos dejando caer la sangre en el vino que toman. Al mismo tiempo se escucha el leitmotiv de la maldición del nibelungo y el leitmotiv del pacto mientras Sigfrido dice que su espada es la garantía de su juramento: es el esperpento de los convenios que garantiza la lanza rota de Wotan.

Ambos juran que si alguno de ellos rompe el juramento, si un amigo traicionara al otro, las gotas de sangre que hoy tan solemnemente han bebido fluirán como ríos para matar al amigo y que lo que en gotas bebieron, salga a torrentes del pecho del traidor. El juramento de Gunther y Sigfrido, ahora hermanos de armas, ofrece adecuado carácter acentuado por la fatídica enunciación del leitmotiv de la maldición, ante la cual también ellos habrán de sucumbir. Sigfrido sale hacia la roca de Brunilda.

Se escucha un intermedio sinfónico que es la inversión de «El viaje de Sigfrido por el Rin». En vez de los alegres sones de la libertad y la confianza aparecen ahora los leitmotiven del héroe combinados con el leitmotiv sinuoso del anillo, el del pacto, el del odio de Hagen y la maldición del nibelungo unida al amor de Brunilda. Se escucha el leitmotiv de la renuncia al amor. La música sintetiza la acción del drama y hace presentir que la ausencia de amor todavía existe en el mundo para causar males y víctimas.

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/5/52/Siegfried_and_the_Twilight_of_the_Gods_p_124.jpg/220px-Siegfried_and_the_Twilight_of_the_Gods_p_124.jpgBrunilda besando el anillo que le dio Sigfrido, por Arthur Rackham.

En el cuadro segundo estamos nuevamente en la roca de las valkirias. Vemos a Brunilda absorta en la admiración del anillo, prueba ferviente del amor de Sigfrido. Besa el anillo. Espera impaciente el regreso de Sigfrido.

Un relámpago rasga las nubes. Se oye la «Cabalgata de las valquirias». De pronto el rumor de un trueno y el leitmotiv de las valquirias anunciando la llegada de su hermana Waltraute, quien le cuenta cómo Wotan volvió un día de sus vagabundeos con su lanza rota. Brunilda la recibe con mucha alegría. Pero ¿cómo se atrevió su hermana, al ir a verla, a desobedecer el severo mandato de Wotan? La imagen de Wotan es evocada por las palabras de Waltraute y por la música. Waltraute le refiere que precisamente viene para intentar salvar a los dioses de la catástrofe que los amenaza. Desde que Wotan castigó a su hija, recorrió el mundo sin cesar como el Caminante, viajero solitario.

En el relato de Waltraute queda expuesta la renuncia de Wotan y su deseo de que el anillo sea devuelto, para liberación de hombres y dioses, a la vez que expone la decadencia divina y la desolación que envuelve al mundo del Walhalla. Wotan se encuentra consternado con la pérdida de la lanza, dado que todos los pactos y acuerdos a que había llegado, todo lo que le daba poder, estaban inscritos en su mango. Wotan encargó que le llevaran ramas del fresno del mundo, Yggdrasil, y fueron apiladas alrededor de Walhalla. Envió a sus cuervos a espiar todo el mundo y a traerle noticias, y ahora se encuentra en Walhalla esperando el final. Mudo y sombrío, reina el soberano de los dioses. Las valquirias permanecen suplicantes a sus pies, pero el dios, indiferente, ni las mira.

Wotan ha renunciado ya a su ambición. El rey de los dioses, tras errante peregrinar, vencido por la irresistible espada de Sigfrido, solo desea que la joya maldita, el anillo del nibelungo que causa tantas desventuras, sea restituida a las profundidades del Rin, para que cesen los efectos del anatema que pesa sobre el mundo.

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/0/08/Siegfried_and_the_Twilight_of_the_Gods_p_130.jpg/220px-Siegfried_and_the_Twilight_of_the_Gods_p_130.jpgWaltraute tratando de convencer a Brunilda de devolver el anillo que le dio Sigfrido, por Arthur Rackham.

Waltraute suplica a Brunilda que devuelva el anillo a las doncellas del Rin, dado que ahora la maldición está perjudicando a su padre, Wotan. Su relato constituye una evocación musical de todas las escenas de Wotan, el Walhalla, el sombrío desaliento del dios, el ocaso que amenaza el anillo, la maldición de Alberich, y se escucha melancólico el tema de la juventud de Freia, justo en el momento en que Waltraute dice que su padre ya no prueba las manzanas de oro del jardín de la diosa.

Pero Brunilda se niega a deshacerse de la prenda de amor de Sigfrido. Para ella el anillo es el testimonio del amor de su amante y responde que, aunque perezcan los dioses, ella no piensa entregar su anillo. Renunciar al anillo es renunciar a Sigfrido, pues desde que su amante la ha despertado, no tiene más sabiduría que el amor cuyo símbolo es el anillo. ¡Perezca el Walhalla y el mundo entero antes que renunciar al amor! Waltraute huye desesperada maldiciéndola y se la ve correr sobre una nube de tempestad, acompañada por los relámpagos y el huracán. Se escucha el leitmotiv de la cabalgata de las valquirias de música de fondo.

Llega Sigfrido, que ha tomado la apariencia de Gunther usando el Tarnhelm, y reclama a Brunilda como esposa. Ella no lo reconoce y retrocede horrorizada ante la presencia de un desconocido. Aunque Brunilda se resiste con violencia, Sigfrido logra dominarla, arrebatándole el anillo y poniéndoselo él mismo en la mano. La voz de Sigfrido se escucha ronca, desconocida, diciéndole que se convertirá en la esposa de Gunther y Brunilda se desespera. Sigfrido invoca el acero de su espada como testigo de que respetará a la mujer, manteniéndose fiel a su hermano de armas. En ese momento se escucha el leitmotiv del honor, derivado del leitmotiv original de la espada.

Acto II[editar]

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/8/88/Siegfried_and_the_Twilight_of_the_Gods_p_138.jpg/220px-Siegfried_and_the_Twilight_of_the_Gods_p_138.jpgAlberico se le aparece a Hagen, por Arthur Rackham.

Un preludio estridente y áspero en sus acordes, da comienzo al segundo acto, las notas sobresaltadas, síncopas, de la ira del Nibelungo indican claramente que la tenebrosa labor del mal no descansa. Estamos nuevamente en el palacio de los guibichungos.

A la izquierda corre el Rin entre grandes rocas, sobre tres de ellas hay altares consagrados, uno a Freia, otro a Fricka y el más elevado a Wotan. El cuadro respira la grandeza ruda y primitiva de los antiguos germanos. Es de noche. En el pórtico del palacio, con su lanza y su escudo, Hagen descansa como si estuviese dormido, pero con los ojos abiertos como un sonámbulo. Como si fuera la personificación de la conciencia de Hagen aparece la figura de Alberich inspirando en sueños a su hijo. Ante la insistencia de Alberich, Hagen jura hacerse con el anillo.

Sigfrido llega con el amanecer, habiendo recuperado en secreto su verdadera fisonomía e intercambiado su lugar con Gunther. Gutrune, quien sale para saludar al héroe, se regocija al saber que pronto llegará su hermano con la hermosa novia, casándose ella al mismo tiempo con Sigfrido.

Dejan solo a Hagen, quien convoca a los guibichungos para dar la bienvenida a Gunther y su prometida. Hagen llama a los guerreros y vasallos para que se apresten a recibir al rey. Se abren las puertas y acuden tumultuosamente, creyendo que son llamados a la explanada del palacio para combatir, pero en seguida prorrumpen en exclamaciones de alegría al saber que van a festejarse las bodas del soberano y las de Gutrune. Trompas internas con reiterados llamados y la grandiosa presencia de los guerreros conforman un episodio de imponente solemnidad.

Gunther llega con una desolada Brunilda. Los vasallos los aclaman mientras el rey avanza llevando de la mano a la novia, con aspecto triste y sin levantar la vista del suelo. Sigfrido y Gutrune salen a su encuentro. En ese instante Brunilda alza los ojos y se queda estupefacta al divisar a Sigfrido entre los presentes. Queda horrorizada y llena de estupor al ver a su Sigfrido. A punto de desfallecer de angustia, Sigfrido la sostiene y entonces Brunilda ve que el héroe lleva el anillo en su dedo. Al ver el anillo en la mano de Sigfrido, concluye que ha sido traicionada.

Brunilda, despechada, declara ante todos que Sigfrido ha sido su amante. La conmoción es tremenda. Sigfrido, que la había respetado durante el tiempo transcurrido desde el despojo del anillo hasta la sustitución de él por el verdadero Gunther, jura su inocencia.

Entonces Hagen presenta su lanza para que el héroe jure sobre el arma que fue leal, Sigfrido jura que si no es verdad lo que dice, si lo que dice Brunilda es cierto y él ha deshonrado a su hermano la espada por la que está jurando debe atravesarlo. Sigfrido no lo sabe, porque no recuerda nada gracias al berbaje mágico que le dio Gutrune, pero en ese momento está firmando su sentencia de muerte. Este juramento, y esta lanza, serán fatales para él. En este momento se escucha el leitmotiv del juramento, que es una transformación del leitmotiv de la espada, pero esta vez aparece como un conflicto entre el intervalo de quinta ascendente y el intervalo de quinta descendente.

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/e/ed/Siegfried_and_the_Twilight_of_the_Gods_p_154.jpg/220px-Siegfried_and_the_Twilight_of_the_Gods_p_154.jpgHagen convence a Brunilda de traicionar a Sigfrido, por Arthur Rackham.

Sigfrido, abrazando a Gutrune, penetra en el palacio seguido de las mujeres y de los guerreros, entre los brillantes sones de las bodas. Brunilda, Gunther y Hagen se quedan solos.

Hagen les sugiere a los otros dos traicionar a Sigfrido. Abochornado y avergonzado, Gunther aún vacila: Sigfrido es su hermano de armas, han hecho un juramento juntos, no puede creerlo. Brunilda, ahora mujer engañada, exige una venganza expiatoria para el deshonor que ha sufrido. Profundamente avergonzado por la acusación de Brunilda, Gunther decide, por sugerencia de Hagen, que Sigfrido tiene que morir para que él recupere el honor.

Los tres deciden confabularse para asesinar a Sigfrido. Brunilda, viendo la oportunidad de vengarse de la traición de Sigfrido confiesa a Hagen cuál es el único punto débil de Sigfrido. Ella usó sus poderes mágicos para hacerlo inmune a las armas. Solamente podría ser herido por la espalda, pero como no es un cobarde y jamás huye del enemigo, nunca le vuelve la espalda a este. Ella, convencida de que un héroe tan grande nunca daría la espalda al enemigo, dejó los hombros libres del sortilegio.

Al conocer este dato, Hagen forma un plan, y propone a Gunther, abismado en su dolor y vergüenza, que Sigfrido sucumba en una cacería. El rey duda todavía en ser desleal a su hermano de armas. Al final él también se decide, y los tres personajes se conjuran para que perezca Sigfrido. Hagen jura en nombre de Alberich, padre de los genios de la noche, y queda así unido a las profundidades de la tierra. En cambio Gunther y Brunilda juran en nombre de Wotan, el soberano de los dioses, dios de la guerra.

Hagen y Gunther deciden llevar a Sigfrido de caza y asesinarlo. En la imponente escena final se escucha el leitmotiv del Walhalla, como sombría advertencia y el leitmotiv dominante de Hagen, vengativo y aterrador.

Acto III[editar]

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/a/a1/Siegfried_and_the_Twilight_of_the_Gods_p_162.jpg/220px-Siegfried_and_the_Twilight_of_the_Gods_p_162.jpgLas doncellas del Rin le piden el anillo a Sigfrido, por Arthur Rackham.

En el cuadro primero, en los bosques de la ribera del Rin, las doncellas del Rin se lamentan por la pérdida del oro. Las hijas del Rin recuerdan el oro que custodiaban en otro tiempo, ahora están tristes y oscuras, serían felices si alguien pudiera devolverles el oro, que les fue robado un día. El sonido lejano de un cuerno les anuncia que se aproxima un cazador. Ellas se alejan y en la orilla boscosa aparece Sigfrido, separado de su partida de caza, que se perdió persiguiendo a un oso.

Las doncellas del Rin le piden con vehemencia que devuelva el anillo en el río y así podrá evitar su maldición, pero él ignora sus vaticinios de desdicha. Sigfrido rehúsa desprenderse de la joya que conquistó al dragón Fafner y su negativa provoca burlas y censuras en las ninfas, que se hunden otra vez en la corriente. Para atraerlas nuevamente Sigfrido dice estar dispuesto a darles el anillo, pero ellas lo rechazan diciendo que el anillo está maldito y que le procurará una terrible desgracia. Solo las aguas del Rin podrán purificar el oro y librar al mundo de la maldición. Sigfrido desprecia el peligro, no tiene nada que temer.

Ya Fafner le anunció el anatema y si por las delicias del amor cedería el anillo, jamás lo entregaría por miedo. Si tuviera que vivir esclavizado por el temor, arrojaría su vida como un puñado de tierra al viento. Además, si las Nornas, según le anuncian las doncellas del Rin, tejieron su muerte en el hilo de la vida, su espada Nuevo Nothung, que partió una lanza sagrada, cortará también el hilo de la fatalidad. Con gusto cedería este anillo que le da el dominio del mundo, a las delicias del amor, pero nunca ante amenazas de la muerte. Las doncellas del Rin se alejan nadando y predicen que Sigfrido morirá y que su sucesora, una dama, les dará un trato más justo.

Los cazadores, que buscaban a Sigfrido por el bosque, le llaman a gritos y Hagen hace resonar su cuerno, al que Sigfrido responde con su toque de caza. Sigfrido se reúne de nuevo con los cazadores, incluyendo a Gunther y Hagen. Los cazadores se disponen a descansar en aquel fresco paraje, mientras Sigfrido, riendo, les cuenta que las doncellas del Rin, hijas del Rin, ondinas, ninfas del río, acaban de predecirle su inmediata muerte, pero él, para distraer a sus compañeros, les propone referirles sus proezas juveniles.

Mientras descansan, narra las aventuras de su juventud. Cuenta cómo fue criado por el nibelungo Mime, y cómo él mismo se forjó su fuerte espada, Nueva Nothung, con la cual mató al monstruo, y cómo unas gotas que absorbió de la sangre del dragón obraron la maravilla de hacerle comprender el lenguaje de las aves del bosque. Hagen le da a beber una poción que hace desaparecer los efectos del brebaje que le dio Gutrune y le hace volver la memoria. En ese momento suena el leitmotiv del amor de Brunilda, mientras la bebida devuelve a Sigfrido el recuerdo de Brunilda, borrado por el anterior filtro mágico. Cuenta cómo el pájaro del bosque le reveló la existencia de una hermosa mujer que se hallaba en una montaña rodeada de fuego, cómo corrió hasta ella, despertó a Brunilda y la hizo suya. Este fue el premio a su valor.

De pronto, dos cuervos salen de un arbusto, describen un círculo sobre Sigfrido y vuelan después hacia el Rin. Son los cuervos de Wotan. Hagen pregunta a Sigfrido si comprende también el graznido de aquellas aves y, al volverse Sigfrido a contemplarlos, Hagen aprovecha para clavar su lanza en la espalda de Sigfrido, diciéndole que le están pidiendo venganza.

Sigfrido levanta su escudo para defenderse, pero no lo logra y cae pesadamente al suelo, mientras que se escucha, muy fuerte y estridente, su vigoroso leitmotiv, seguido de unos acordes terribles y violentos como la fuerza del héroe que se desploma. Los otros cazadores quedan horrorizados mientras Hagen, con calma se aleja dentro del bosque. Gunther, acercándose, se agacha, profundamente dolorido, al lado de Sigfrido. Los hombres rodean compasivamente al moribundo.

Desfalleciendo, en sus últimas palabras recuerda a su amada Brunilda. Se escucha el leitmotiv del despertar de Brunilda mientras Sigfrido canta a la novia divina. Sigfrido muere recreándose en sus recuerdos de Brunilda. La música es siniestra y lúgubre. Le pide a Brunilda que despierte y abra sus ojos.

Gunther escucha con asombro y angustia crecientes y empieza a comprender la pérfida maquinación del malvado Hagen. Sigfrido fallece mientras cae la noche, pues cada vez que desaparece Sigfrido desaparece la luz del sol. A una indicación de Gunther sus guerreros levantan el cuerpo de Sigfrido y lo llevan afuera, lentamente, en solemne cortejo por las rocosas alturas. El cadáver es transportado en un solemne cortejo fúnebre. En ese momento se escucha la música popularmente conocida como la «Marcha fúnebre de Sigfrido».

Desde el Rin se levanta una niebla que llena poco a poco todo el escenario, por lo que la comitiva fúnebre se va volviendo gradualmente invisible hasta desaparecer. Se escuchan al mismo tiempo todos los leitmotiven que durante cuatro jornadas se relacionaron con la vida de Sigfrido. Cuando expira, reina un imponente silencio y aumenta un leve redoble de timbales, pianísimo, y los lúgubres sones de las trompas y tubas elevan en la orquesta el triste leitmotiv de los amores contrariados de los padres de Sigfrido, los mellizos welsungos. Sigfrido perece como víctima del odio y con su sacrificio precipita el final del mundo mítico.

Este es el segundo interludio sinfónico que une al primer cuadro con el segundo cuadro del tercer acto, mientras los vasallos de Gunther conducen el cadáver del héroe hacia el palacio de los guibichungos.

En el cuadro segundo estamos de nuevo en el palacio de los guibichungos, Gutrune espera el regreso de Sigfrido. Entra Hagen encabezando la procesión fúnebre. Gutrune reacciona con una profunda desesperación al ver a su prometido muerto. Hagen anuncia que el héroe ha sido víctima de un jabalí. Gutrune, desesperada, se precipita sobre los restos mortales de su esposo. Gunther intenta consolarla, pero ella le acusa de haber dado muerte a Sigfrido. Gunther condena el asesinato de Sigfrido a manos de Hagen, y este replica que Sigfrido había faltado a su palabra, y reclama el anillo que Sigfrido lleva en la mano como derecho de conquista. Cuando Gunther lo rechaza, Hagen lo ataca y asesina. Gutrune grita con horror al caer Gunther. Todos permanecen paralizados por el terror. Hagen va a tomar el anillo del cadáver de Sigfrido, pero la mano de Sigfrido se levanta amenazadora. Todos retroceden despavoridos, al tiempo que de la orquesta surge el leitmotiv de la espada victoriosa de Sigfrido.

En ese momento aparece Brunilda, lenta y majestuosamente, aludiendo a su pasado de valquiria. La muerte de Sigfrido le ha devuelto la videncia que había perdido con el amor. Ahora comprende claramente lo sucedido. La traición fue efecto de la pérfida magia. Gutrune, fuera de sí, le echa en cara a Brunilda haber exaltado a los guerreros para que mataran a su esposo. Le dice que la envidia la corroe, que ella les trajo esta tragedia, le acusa de haber vuelto a los hombres contra él y lamenta que haya venido a su palacio. Brunilda le dice severamente que se calle, que ella no fue más que su amante, su concubina, que solo la valquiria fue su legítima esposa. Gutrune, sollozando, maldice a Hagen. Llena de pesadumbre se deja caer sobre el cuerpo de Gunther. Permanecerá inmóvil hasta el final.

Hagen está de pie en el lateral opuesto, apoyado desafiante en su lanza y escudo, sumido en sombríos pensamientos. Brunilda, sola en el centro, después de haber estado largo rato contemplando a Sigfrido, se da vuelta con solemnidad hacia los súbditos de Gunther. Brunilda da órdenes para que se eleve una pira funeraria junto al río, adornada por las mujeres con lienzos, ramajes y flores. En ese momento se escucha en palpitantes acordes el leitmotiv del poder de los dioses, que es una transformación del leitmotiv de la lanza de Wotan, pero esta vez la escala menor ascendente se separa de su inversión, la escala menor descendente.

Brunilda se despide tiernamente de los restos mortales de Sigfrido, expresando cuán grande ha sido su amor y su sufrimiento. Al mismo tiempo reconoce en su padre, Wotan, al único culpable de la catástrofe. Todo es responsabilidad de la maldición que Alberich echó sobre Wotan cuando el rey de los dioses le robó su anillo de oro. Brunilda proclama que la estirpe divina va a perecer, y dirige a Wotan su último saludo, responsabilizando a su padre de todo lo sucedido.

Brunilda cumple la voluntad de Wotan, no aquella voluntad primera de la conquista heroica del universo, sino su voluntad de aniquilar toda voluntad. Al traicionarla Sigfrido, ella recuperó el poder de sabiduría que había perdido al convertirse en una mujer enamorada. Brunilda toma el anillo y se dirige a las hijas del Rin, diciéndoles que lo tomen de entre las cenizas, que el fuego purificará al anillo de su maldición mientras que las doncellas del Rin en el agua lo disolverán y, con cuidado, protegerán ese oro brillante que tan vilmente les fuera robado.

Ella desea extinguirse en el fuego con el anillo puesto como alianza de bodas. La valquiria envía a los cuervos de Wotan con su dueño, en vuelo de mortal retorno al Walhalla para que le lleven las «noticias tanto tiempo esperadas». Les ordena que pasen junto a su roca. En la orquesta crepita y surge con inusitada brillantez el leitmotiv del fuego, que se presenta con sonoridades cada vez más intensas. Les dice a los cuervos que anuncien a Wotan todo lo que han visto y que le digan a Loge que abandone la montaña de Brunilda y vaya al castillo de los dioses a quemarlo todo. Invoca a Loge, el dios del fuego, para que las llamas, que han de consumir el cuerpo de Sigfrido y el de ella misma, asciendan al Walhalla.

El mundo va a redimirse por el amor, única fuente de felicidad. Por la grandeza de ese amor ella se sacrificará junto al héroe querido. No se halla la felicidad en las riquezas ni en el oro, ni en la magnificencia ni en el poderío, ni en los lazos con que nos atan a traidores pactos. La dicha está en la alegría y en el llanto solo nos proporciona el amor.

Se prepara el imponente final, popularmente conocido como «Inmolación de Brunilda». Ella misma prende fuego a la pira. Ahora la pira arde en llamas. Se escucha el leitmotiv de Loge. El poder ha sido disuelto para mayor gloria del amor. Brunilda monta su caballo Grane y cabalga en el fuego.

Lo que sigue es quizás una de las escenas más difíciles de realizar para un director de escena en toda la historia de la ópera: el fuego se eleva mientras el Rin se desborda de su cauce, llevando las doncellas del Rin sobre las ondas. Hagen desaparece entre las aguas. Las doncellas del Rin huyen nadando, llevando el anillo en triunfo. El palacio de los guibichungos colapsa. A medida que las llamas crecen en intensidad, el Walhalla empieza a verse en el cielo. El oro mágico libera al mundo del anatema, poniendo fin al reino de los dioses y de la fantasía. Tanto el señor del mundo como las demás deidades refugiados en las desoladas alturas del palacio, esperan ahora el implacable final. Todo el Walhalla es una gigantesca antorcha.

En escena vemos a Wotan, en lo alto, mudo. A lo lejos parece incendiarse el cielo. Brillantes llamas parecen alcanzar el palacio de los dioses, en el que pueden verse estos, que desaparecen poco a poco de la vista. Arde el Walhalla y perecen los dioses.

Se cumple la profecía de Erda, la sabia madre de la tierra, quien predijera a Wotan las fatídicas consecuencias de la posesión del anillo maldito. Si Alberich renegó del amor en aras del poder, al inicio del ciclo, Brunilda completa el círculo en su final anunciando que el poder ha sido disuelto para mayor gloria del amor. Cuando Sigfrido, Brunilda, Hagen y todos los demás han desaparecido, el héroe supremo de la tragedia, Wotan, aparece de nuevo, inmóvil, sentado en el elevado sitial, sonriendo eternamente, una vez más, por última vez, mientras el incendio se extiende y los dioses, el Walhalla y el mismo Wotan, con todos sus sueños y sus pensamientos, son consumidos por las llamas del fresno del mundo.

Se escucha el leitmotiv de la redención por el amor, que cantó por primera vez Siglinde al conocer que llevaba en su seno la semilla de Siegmund. Luego, el río Rin, sosegado, torna a su cauce. Dioses y héroes perecen ante el inexorable poder del anatema que culminará con el aniquilamiento total. Los dioses han corrompido el mundo desde el principio y perecen por su propia voluntad de poder.

El remate sinfónico es una vasta recapitulación en la cual se reúnen todos los leimotiven relevantes, las cadencias, las tonalidades y los fragmentos de formas y hasta detalles de orquestación que regresan para resumir esta gran parábola de la existencia humana que es El anillo del nibelungo. Cae el telón.

 

Y así  es como los alemanes vivieron esta historia,  la de la mujer que cae y se levanta purificada por el fuego destruyendo a los dioses y devolviendo el anillo, eligiendo por fin el amor al poder, pero tú  dirás mentira ellos eligieron el poder al amor, por supuesto, el alemán es el medidor del poder, eso no deberían olvidarlo los norteamericanos. Pero la historia de Parsifal es otra historia a la que ellos esperan su cumplimiento.

 

                           

 La realidad es más sencilla, caes en puro idealismo

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8:51 am

Enviaste

Más bien me elevo

 

32000 muertos en palestina, 1millon de muertos en la guerra con ucrania

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Enviaste

El anillo del rin

 

 

Que más hay que urgar, que no se entiende

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Enviaste

la ansiedad de poder que nos corroe

 

 

A mi? a ti?

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Herbert

No creo

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Herbert

 

Yo no quiero eso

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Enviaste

a nosotros

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Enviaste

hasta que tienes el anillo

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Herbert

 

No, yo no

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Enviaste

cuando tengas el anillo te creeré

Bueno

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Herbert

 

Nos veremos en la otra vida

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Enviaste

espero que un poco mas pronto en esta, en la otra ya será tarde

Acaba de morir el líder irani

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sabia de su helicoptero perdido

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Herbert

 

Se cayó el helicoptero que lo transportaba

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Enviaste

encontraron el cuerpo?

No lo se, interrumpieron el Internet aqui

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mmm

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Herbert

Más tarde lo sabré

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Herbert

 

Oye, eso que te dije al comienzo, el subjetivismo de centralidad está bien impregnado en el aleman

 

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Enviaste

https://elpais.com/internacional/2024-05-20/iran-confirma-la-muerte-del-presidente-ebrahim-raisi-en-un-accidente-de-helicoptero.

 

 

Por supuesto ellos crean al sujeto  

 

Desde el más pordiosero hasta el académico

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Herbert

Por eso son racistas

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Herbert

 

No se puede tolerar a un racista

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Enviaste

ser sujeto y ser racista no son lo mismo, la subjetividad no nos hace racistas

Pero si te forman asi

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Herbert

 

Desde la escuela

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Enviaste

No el hecho de que hayas logrado la conciencia de ti mismo te puede dar una falsa superioridad pero eso demuestra que el sujeto no se ha absuelto

Pobre pueblo

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Herbert

Da pena

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Herbert

 

Pobre su conciencia, su razon

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Enviaste

hay una gran luz en Alemania

Su diosa razón

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Herbert

 

Ha caído en lo más bajo

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Enviaste

su espíritu

No le da derecho a quitar vidas humanas por su racismo

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Enviaste

otra vez volvemos al anillo este no actúa por derecho

Cuanta razón tiene Reinaga

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Herbert

 

Un gran pensador

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Enviaste

No, no la tiene esta viendo solo una cara y cree en ella como todo un español es decir como todo un fanático

Los serranos también son fanáticos, racistas

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Herbert

A las víctimas del racismo, se les dice racistas)

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Herbert

 

?

Y no no es un gran pensador ,s i pudiera dar el salto al otro la do del espejo, como lo Hizo Platón, como lo hizo Witgenstein, como lo hizo Heidegger lo seria pero me parece muy dificilq ue lo haga

 

 

Bueno, no trato con racistas

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Herbert

 

Lo siento

No los serranos tienen una apertura a pesar de su silencio

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Herbert

 

Yo no trato con racistas

Yo trato con todo el mundo

 

Yo no

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Herbert

Yo he pasado experiencias duras, hasta bmi vida pude perderla

A mi amigo lo asesinaron

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Herbert

 

Y tu vienes a decirme que no, que el espíritu, puras ideas man

bueno quezas no superaste aun el racismo que late en tu interior, brunilda entendio el hechizo mágico ene lq ue estuvo atrapado Sigfrido

 

Bueno, hasta la vista

 

Un fuerte abrazo, siento mucho lo de tu amigo pero por favor reflexiona sobre el anillo del rin, hay que devolverlo a lo profundo de ese rio, aferrate al amor a tu esposa

No se pudo enviar

 


3 comentarios:

Christian Franco dijo...

https://www.youtube.com/watch?v=fMZlGD8WOzs

Christian Franco dijo...

https://www.youtube.com/watch?v=fMZlGD8WOzs

Christian Franco dijo...

https://www.youtube.com/watch?v=ciO8PjhBMEU
https://www.youtube.com/watch?v=5XrbknhMdqQ
https://www.youtube.com/watch?v=_Q64pPZ9-bw
https://www.youtube.com/watch?v=OnPWTHrWO2o