¿Qué es pensar?
QUINTA LECCIÓN. [...] el aprender no se puede lograr a
fuerza de regaños. Y sin embargo, en ocasiones uno tiene que alzar la voz
mientras está enseñando. Hasta tiene que gritar y gritar, aun donde se trata de
hacer aprender un asunto tan silencioso como es el pensar. Nietzsche que era
uno de los hombres más silencioso y retraídos, sabía de esta necesidad. Sufrió
el tormento de tener que gritar. En un década en que la opinión pública no sabía
todavía nada de guerras mundiales, en que la fe en el "progreso" casi
se estaba haciendo la religión de los pueblos y estado civilizados, Nietzsche
lanzó el grito: "El desierto está creciendo..." [...] Este grito
escrito de su pensamiento es el libro que intituló: Así habló Zaratustra [...]
Esta obra de Nietzsche piensa el único pensamiento de este pensador: el
pensamiento del eterno retorno de lo Mismo. Cada pensador piensa solamente un
único pensamiento. [...] "Así hablo Zaratustra. Un libro para todos y
ninguno". ¡Que inquietante es la forma en que este subtítulo de la obra se
ha verificado en los setenta años que han pasado desde su aparición -pero en el
sentido exactamente inverso! Llegó a ser un libro para cualquiera, y no asoma
ningún pensante que esté a la altura del pensamiento fundamental de este libro
y de su oscuridad. En la cuarta y última parte de este libro, escribió
Nietzsche la palabra: "El desierto está creciendo...", escribiendo en
esta palabra todo cuanto sabía. Porque esta palabra es el título de un canto
que escribió Nietzsche cuando estaba más alejado que nunca de la vieja Europa
nubosa, húmeda y melancólica. La palabra completa dice así: "El desierto
está creciendo: ¡desventurado el que alberga desiertos!" ¿A quién va dirigido
este "¡Ay!"? ¿Pensó Nietzsche aquí es sí mismo? ¿Y qué si hubiera
sabido que precisamente su pensar había de acarrear primero una devastación en
medio de la cual alguna vez, y procedente de otra parte, nacerían aquí y allá
oasis y brotarían manantiales? ¿Y qué si hubiera sabido que él había de ser una
transición provisional que señala tanto hacia el porvenir como hacia el pasado,
siendo por esto ambigua en todas sus partes, hasta en la forma y el sentido de
la misma transición? Todo lo indica así, como el mismo Nietzsche lo sabía y lo
cual por esta razón, expreso a menudo en palabras enigmáticas. Ésta es también
la razón por la que un diálogo pensante con él se va trasponiendo de continuo a
otras dimensiones. Por eso, frente a su pensar fracasan en un sentido especial
todas las fórmulas y títulos. Esto no quiere decir en manera alguna que el
pensar de Nietzsche no sea más que un juego con imágenes y signos del que pueda
uno desdecirse y retirar lo dicho en cualquier momento. Lo pensado de su
pensamiento es unívoco si lo hubo; pero lo unívoco es pluridimensional, en
dimensiones que ensamblan unas con otras. Una de las razones que para ello hay
está en que en los pensamientos de Nietzsche están reunidos convenientemente,
aunque transformados sin excepción, todos los motivos
del pensamiento occidental. [...] En su pensamiento se
traduce al lenguaje lo que es, o más precisamente, lo que todavía ha de venir
al ser. Porque la "época moderna" no ha tocado a su fin en manera
alguna. Por el contrario, está entrando recién en los comienzos de su
consumación que presumiblemente ha de ser de larga duración. ¿Y el pensamiento
de Nietzsche? Es parte de lo que da que pensar que aún no ha sido hallado. Es
parte de lo que por antonomasia incita a pensar el que no estemos preparados en
lo más mínimo para perder en verdad lo hallado, en lugar de sólo pasarlo por
alto y esquivarlo. Este esquivarlo se realiza a menudo en forma inocua, a
saber, presentando una exposición completa de la filosofía de Nietzsche. Como
si pudiese haber una exposición que no deba ser necesariamente, y hasta en los
últimos resquicios, una interpretación. Como si pudiese haber interpretación
alguna que se salva de ser una toma de posición, cuando no, por su punto de
partida, ya un tácito rechazo y refutación. Pero nunca será posible superar a
un pensador refutándolo y amontonando en torno a él una literatura refutatoria.
Lo pensado por un pensador solamente puede superarse reduciendo lo impensado de
su pensamiento a una verdad esencial.
SEXTA LECCIÓN [...] un momento histórico que Nietzsche fue
el primero en comprender claramente, siendo también el único hasta el momento
que meditase metafísicamente sobre todos su alcances. Es el momento en que el
hombre se apresta a asumir el poder sobre la tierra en su totalidad. Nietzsche
es el primero que se plantea la pregunta: ¿el hombre en cuanto hombre con su
esencia tal como ésta ha sido hasta el presente, está preparado para la
asunción del poder? Y de no ser así, ¿qué deberá producirse en el hombre tal
como ha sido hasta el presente, para que pueda "someter" a la tierra,
dando cumplimiento de esta manera a una palabra del Antiguo Testamento? Dentro
del horizonte de su pensamiento, Nietzsche llama a este hombre tal como ha sido
hasta el momento, "el ultimo hombre". [...] el último hombre es aquel
que ya no es capaz de ver más allá de sí mismo y de ascender antes que nada por
encima de sí mismo hasta el ámbito de su misión, para hacerse cargo de la
misma, conforme a su esencia. [...] Nietzsche aclara: esta esencia del hombre todavía
no ha sido definida, es decir, no ha sido hallada ni determinada. Por esto dice
Nietzsche : "El hombre es el animal aún no definido". Esta afirmación
suena extraña. Sin embargo, no hace sino pronunciar lo que el pensamiento
occidental pensó en todo momento acerca del hombre. El hombre es el
"animal rationale", el animal racional. Por la razón el hombre se
eleva sobre el animal, pero de tal manera que en todo momento tiene que mirar
hacia abajo a la altura del animal, para someterlo, para dominarlo. Si tomamos
lo animal como lo sensible, y la razón como lo no sensible y suprasensible,
entonces aparece el hombre, el animal rationale como el ser
sensible-suprasensible. Si, de acuerdo a la tradición denominamos lo sensible
como lo físico, entonces la razón, lo suprasensible se muestra como algo que
trasciende lo sensible lo físico. Más allá se dice en griego metà; metà ta
fnsicá: más allá de lo físico, sensible, lo suprasensible, en su más allá de lo
físico es lo metafísico. El hombre en cuanto se lo representa como animal
rationale, es lo físico en la superación de lo físico; dicho en una palabra: en
la esencia del hombre como animal rationale se congrega el más-allá de lo
físico hacia lo no-físico: de esta manera el hombre es lo metafísico mismo.
[...] El hombre tal como es hasta el presente, es el último hombre en el
sentido de que no es capaz, y esto vale decir que no quiere someterse a sí
mismo y despreciar lo despreciable de su manera de ser hasta ahora. Por esto
hay que buscar para el hombre la transición hacia el más allá de sí mismo; por
esto hay que encontrar el puente que conduce a la esencia en virtud de la cual
el hombre tal como fue hasta ahora puede ser el vencedor de la esencia que ha
sido hasta el presente, y que es la ultima. [...] Nietzsche llama al hombre que
va más allá del que existió hasta ahora, el "super-hombre". Lo que
Nietzsche precisamente no quiere decir con este nombre es un hombre tal como ha
sido hasta ahora ysolamente superdimensionado. Tampoco designa una especie de
hombre que desecha lo "humano", entronizando el arbitrio como ley y
haciendo una regla del delirio titánico. El superhombre es aquel que traspone
la esencia del hombre que ha sido hasta ahora, a su verdad, incorporándose esta
última. El hombre que ha sido hasta ahora determinado así en su esencia, ha de
ponerse en condiciones, por este medio, de ser en el futuro el amo de la
tierra, es decir, de administrar las posibilidades que ad-vienen al hombre
futuro a partir de la esencia de la trasformación técnica de la tierra y de la
acción humana. [...] Pero jamás debemos buscar la figura de la esencia del
superhombre en aquellos personajes que son promovidos como altos funcionarios
de una voluntad de poder superficial y mal interpretada a los puestos cumbres
de las diversas formas de organización de aquélla. "¡El desierto está
creciendo, desventurado el que alberga desiertos!" ¿A quién se dirige este
"desventurado"? Es el superhombre: porque el transeúnte has de ser un
decadente; el camino del superhombre se inicia en su ocaso. [...] El
superhombre va más allá del hombre cual ha sido hasta ahora y que por esto, es
el último hombre. De no quedarse estancado en la especie del hombre cual ha
sido hasta ahora, el hombre es una transición: es un puente: es "una
cuerda tendida entre el animal y el superhombre". [...] Zaratustra no es
todavía el mismo superhombre, sino el primero absolutamente que transita hacia
aquél, o sea, que es el que se está haciendo superhombre. [...] Nietzsche
caracteriza al último hombre como el que ha sido hasta ahora, el que, por así
decirlo, consolida en sí mismo la esencia del hombre tal cual existe hasta el
presente. Por esto es precisamente el último hombre quien se mantiene más
alejado de la posibilidad de pasar más allá de sí mismo. Debido a la manera de
ser del último hombre, la razón, el representar tienen en consecuencia que
perecer de un modo peculiar, y por así decirlo, obstruirse en sí mismo. El
representar acaba entonces por atenerse solamente a lo que le sea yuxta-puesto
o pro-puesto, y esto en calidad de tal, cuya proposición queda regulada por el
manejo y el arbitrio del representar humano y que por mutuo convenio se ajusta
a la comprensibilidad y conveniencia generales. Todo lo que es, llega a
manifestarse solamente en la medida que merced a este representar tácitamente
convenido se propone como objeto o un estado de cosas, obteniendo de esta
manera su licencia de admisión. El último hombre, la especie definitiva del
hombre tal cual ha sido hasta ahora se confiere en general así mismo y todo lo
que es, la estabilidad, por medio de una manera especial de representar.
TRANSITO DE LA SEXTA LECCIÓN A LA SÉPTIMA [...] El hombre actual no está
preparado para la formación y asunción de un gobierno de la tierra; porque el
hombre actual no solamente aquí y allá, sino en toda su manera de ser, está
cojeando rezagado de un modo extraño detrás de lo que hace mucho que es. Pero
lo que propiamente es el ser que predetermina todo ente, no se deja nunca
circunscribir registrando hechos, ni invocando circunstancias especiales. La
sana razón, tantas veces y tan solícitamente "citada" con ocasión de
semejantes tentativas, no es tan sana ni tan natural como suele aparentar.
Sobre todo, no es tan absoluta como se presenta, sino que es el producto
superficial de aquella manera de representar que caracterizaba finalmente la
época de las luces en el siglo XVIII. La sana razón queda amoldada a una
determinada concepción de lo que es, debe ser y se permite que sea. [...] A
éste [al superhombre] empero, no le encontraremos jamás mientras vayamos a
buscarle en los lugares de la opinión publica teleguiada y en las ferias del
comercio cultural, donde es siempre y sólo el último hombre quien maneja el
mecanismo. El superhombre no aparece nunca en los ruidosos desfiles de
supuestos poderosos, ni en los encuentros convenientemente arreglados de los estadistas.
La aparición del superhombre queda también inaccesible para los
telerregistradores y los cables de los corresponsales que suministran, es
decir, presentan los acontecimientos a la opinión pública, aun antes de haber
acontecido. Estas formas del re-presentar con arreglos y mise-en-scène,
falsifican lo que propiamente es. Tal falsificación no ocurre al margen, sino
obedeciendo el principio de una manera de ver las cosas uniformemente
imperante.
Esta clase de representación falsificadora tiene siempre de
su lado la sana razón. Es el ya famoso "hombre de la calle" quien se
hace presente hoy día en todos los sectores, también el del comercio literario.
[...] ¿Cuál es el espíritu de este representar? ¿De que índole es el pensar del
hombre tal como ha sido hasta el presente? La respuesta que Nietzsche da a
nuestra pregunta sobre ese representar que predomina de antemano en todo el
parpadeo del ultimo hombre, está escrito en el párrafo antepenúltimo de la
segunda parte de Así habló Zaratustra (1883). Tiene por titulo las palabras
"De la redención", y dice así: "El espíritu de la venganza:
amigos míos, esto ha sido hasta ahora lo mejor a donde llegó el pensar de los
hombres, y donde había sufrimiento, allí debía estar siempre el castigo"
Venganza, vengar, wreken, urgere, significan: empujar, aguijonear, perseguir,
acechar. El pensar, el re-presentar de hombre tal como ha sido hasta ahora,
está determinado por la venganza, el acechar. [...] ¿En qué piensa Nietzsche al
buscar este puente, para llegar del último hombre al super-hombre? [...]
"Pues que el hombre sea redimido de la venganza: esto es para mí el puente
hacia la suprema esperanza y un arco iris al cabo de muchas tormentas"
NOVENA LECCIÓN El pensamiento de Nietzsche está dedicado a
la redención del espíritu de la venganza. [...] En la dimensión de la libertad
de la venganza Nietzsche ve la esencia del superhombre. Hacia esta dimensión se
va encaminando el transeúnte -el superhombre- "Cesar con el alma de
Cristo". [...] Desde un principio debemos situar el pensamiento de
Nietzsche sobre la venganza y la redención de la venganza en el más amplio
ámbito de la metafísica, más aún , en el mismo centro de este ámbito. [...]
Para percatarnos de que, y en qué medida, Nietzsche piensa desde un principio
metafísico la venganza y la redención de la venganza, es decir, a partir del
ser que define todo ente, es menester que consideremos con qué carácter
esencial se manifiesta el ser del ente en la época moderna. El aludido carácter
esencial del ser sale a la luz en forma clásica con una pocas frases que
Schelling dejó estampadas en el año de 1809 en sus Investigaciones filosóficas
sobre la esencia de la libertad humana y los objetos con ella relacionados. Las
siguientes frases están apartadas expresamente en el texto original por un
guión respecto de lo que antecede, destacándose así de propósito su
significación fundamental. Dicen así: "En última y suprema instancia no
hay otro ser alguno sino el querer. Querer es el ser primigenio y solamente a
éste [a saber el querer], le cuadran todos los predicados del mismo [a saber
del ser primigenio]: ser-sin-fondo, eternidad, independencia del tiempo,
autoafirmación. Toda la filosofía no tiende sino a encontrar esta expresión
suprema" [...] Para la metafísica moderna el ser del ente aparece como
voluntad. Ahora bien: en la medida que el hombre, según su esencia como el
animal pensante, se refiere por vía de representación al ente en su ser y,
consecuentemente, a este ultimo, siendo por esto determinado a partir del ser
en esta medida y de acuerdo con esta relación del ser (que ahora es la
voluntad) con la esencia del hombre, debe aparecer el ser-hombre de manera
expresa como querer. ¿Cómo piensa, pues, Nietzsche la esencia de la venganza al
pensarla metafísicamente? Aclaremos esta pregunta por la siguiente: ¿Cuál es la
esencia de la venganza si determina a toda representación como acechanza? El
re-presentar propone lo que es. Determina y establece lo que puede tener
vigencia como ente. Así pues, la definición de lo que es se halla en cierto
modo bajo el yugo de un representar que acecha a todas las cosas para
establecerlas a su manera y mantenerlas en este estado. [...] El representar y
su querer choca contra el "fué". Frente a lo que fué, el querer ya no
puede hacer nada. Ante todo lo que "fué" el querer ya no tiene nada que
hacer. Este "fué" se subleva contra el querer de la mencionada
voluntad. El "fué" llega a ser la piedra de escándalo para todo
querer. Es aquella piedra que la voluntad yo no logra remover. De esta manera,
el "fué" se va haciendo una pesadumbre y un rechinar de dientes de
todo querer que como tal, siempre quiere avanzar; y es esto justamente lo que
no puede hacer frente a lo que está ya determinado y dejado atrás en calidad de
pasado. Así, pues el "fué" es la contrariedad para todo querer. De
ahí que, en presencia de esta contrariedad, surja en la misma voluntad la
repugnancia contra el "fué". Pero debido a esta repugnancia, la
contrariedad se va anidando en el mismo querer. [...] la voluntad sufre por si
misma. El querer aparece ante sí mismo como este sufrimiento por el
"fué", como sufrimiento por el pasado. Mas el pasado tiene su origen
en el pasar. En cuanto la voluntad sufre por el pasar, siendo ella misma lo que
es precisamente como tal sufrimiento, a saber la voluntad, en tanto la voluntad
queda entregada en su querer al pasar. Es así como la misma voluntad quiere el
pasar, queriendo en esto el pasar de su sufrimiento y consecuentemente, el
pasar de sí misma. La repugnancia contra todo "fué" aparece como voluntad
de pasar, la cual quiere que todo lo que es, valga que perezca. De esta manera
la repugnancia que surge en la voluntad es la voluntad en contra de todo lo que
va pasando. [...] Así pues, la voluntad es un representar que, en el fondo
acecha a todo cuanto pasa, subsiste y adviene, para degradarlo en su
subsistencia y finalmente desintegrarlo. Esta repugnancia dentro de la misma
voluntad, es, según Nietzsche, la esencia de la venganza. "Esto, si, esto
solo es la venganza misma: la repugnancia de la voluntad contra el tiempo y su
"fué". (Así habló Zaratustra, parte 2ª, De la redención) Pero la
venganza jamás se llama a sí misma por su propio nombre, y menos allí donde
está vengándose. La venganza se llama "castigo". Así le da una aureola
de justicia a su esencia hostil; encubre su esencia impugnadora por la
apariencia de dar a cada uno su merecido. "Pues la venganza se llama a sí
misma "castigo": con una palabra mentirosa está fingiendo una
conciencia tranquila" (l. c.) [...]
DÉCIMA LECCIÓN [...] ¿Qué hay de entitativo en el tiempo?
Tan pronto como el pensar metafísico plantea esta pregunta, ya queda decidido
para este pensar lo que entiende por "entitativo" (seiend) y en qué
sentido piensa la palabra "ser". "Entitativo" significa:
presente. Lo que es siendo, es tanto más entitativo cuanto más presente esté.
Se hace cada vez más presente cuanto más permanentemente permanezca, cuanto más
duradero sea el permanecer. ¿Qué hay de presente y, consecuentemente de actual
en el tiempo? Actual en el tiempo es solamente el "ahora". Lo futuro
es el "todavía no"; lo pasado es el "ya no". Lo futuro es
lo todavía ausente, lo pasado es lo ya ausente. Siendo: es decir, presente en
el tiempo es en cada caso solamente el estrecho filo del fugaz
"ahora" respectivo que, acercándose desde el "todavía no"
se aleja hacia el "ya no". [...] Aquí la esencia del tiempo es
representada a partir del ser y, atiéndase bien, de una interpretación
enteramente especial del "ser", a saber, como presencia. Esta interpretación
del ser hace mucho se nos ha hecho la más común y sobreentendida. Por
significar el ser, desde los comienzos del pensar occidental, para toda
metafísica: presencia, el ser, si quiere pensárselo en última instancia, tiene
que pensarse como el puro estar presente, es decir, como la presencia presente,
como la actualidad permanente, como el constante y estático "ahora".
[...] La venganza es para Nietzsche la repugnancia de la voluntad contra el
pasar y su pasado, contra el tiempo y su "fué". La renuencia no se
dirige contra el mero pasar, sino contra el pasar en cuanto hace ser nada más
que pasado lo que pasó, dejándolo congelarse en esta rigidez de algo
definitivo. La repugnancia de la venganza se dirige contra el tiempo en cuanto
deja disolverse todo en el "fué" [...] La repugnancia de la venganza
queda encadenada a este "fue"; así como también el odio se oculta en
la más abismal dependencia de aquello de lo cual el odio quisiera, en el fondo
independizarse, sin lograrlo jamás y tanto menos cuanto mayor sea su odio.
¿Más que es entonces la redención de la venganza, siendo así
que la venganza encadena al hombre al pasado consolidado? La redención es el
desprenderse de lo que contraría a la repugnancia de la venganza. La redención
de la venganza no es liberarse de la voluntad simplemente. En este caso la
redención como disolución del querer conduce a la nada fútil, como quiera que
la voluntad es el ser. La redención de la venganza es la liberación de lo que
contraria a la voluntad, a fin de que pueda ser voluntad más que nunca. [...]
desaparece lo que contraría a la voluntad cuando lo pasado deja de petrificarse
en un mero "fue", fijando como tal su mirada helada e inmóvil en el
querer. Lo que contraría desaparece en cuanto el pasar ya no sea un mero pasar
que hace hundirse lo pasado en un mero "fué". La voluntad queda
libertada de lo que la contraria, al quedar libre como voluntad, es decir,
libre para el transcurrir en el pasar, pero par un transcurrir tal que no se
sustrae a la voluntad sino que retorna trayendo de vuelta lo transcurrido. La
voluntad queda libre de la repugnancia contra el tiempo, contra su mero pasado,
cuando quiere constantemente el ir y venir, el transcurrir y retornar de todas
las cosas. La voluntad queda libre de lo que la contraria en el "fué"
cuando quiere el constante retorno de todo "fué". La voluntad queda
redimida de la repugnancia cuando quiere el constante retorno de lo mismo. De
esta manera la voluntad quiere la eternidad de lo querido. La voluntad quiere
la eternidad de sí misma. La voluntad es el ser primigenio. El sublime producto
del ser primigenio es la eternidad. El ser primigenio del ente es la voluntad
en cuanto querer eternamente retornante del retorno eterno de lo mismo. El
eterno retorno de lo mismo, es el supremo triunfo de la metafísica de la
voluntad que quiere eternamente su propio querer. La redención de la venganza
es la transición de la repugnancia de la voluntad contra el tiempo y su
"fué" a la voluntad que quiere eternamente el retorno de lo mismo,
queriendo en este querer a sí misma como razón de sí misma. La redención de la
venganza es la transición al ser primigenio de todo ente. [...] Hay una
anotación que, según el manuscrito del año 1885, se remonta a lo sumo a
principios de 1886, y que lleva el titulo subrayado de "Recapitulación".
Este resumen se encuentra el La voluntad de poder como nº 617, donde se dice:
"El que todo retorna es la extrema aproximación de un mundo del devenir al
mundo del ser: cumbre de la meditación" Pero esta cumbre no se yergue con
claros y firmes contornos en la claridad del éter trasparente. Esta cumbre
queda envuelta en pesadas nubes -no sólo para nosotros, sino también para el
propio pensar de Nietzsche. [...] El asunto mismo, mencionado bajo el titulo
"El eterno retorno de lo mismo", está envuelto en una oscuridad ante
la cual hasta un Nietzsche tuvo que retroceder espantado. [...] El pensamiento
del eterno retorno de lo mismo permanece velado -no solamente por un velo. Pero
lo oscuro de este último pensamiento de la metafísica no debe inducirnos a eludirlo
mediante subterfugios. [...] [...] por lo que se refiere al primer subterfugio,
según el cual el pensamiento de Nietzsche del eterno retorno de lo mismo es una
mística fantástica, es de creer que el tiempo venidero, cuando salga a la luz
la esencia de la técnica moderna, es decir: el retorno de lo mismo en constante
rotación, habrá de enseñar al hombre que los pensamientos esenciales de los
pensadores nada pierden de su verdad por el hecho de que se omita pensarlos.
Martin Heidegger
https://imago.yolasite.com/resources/Heidegger,%20M.-Que%20significa%20pensar.pdf
https://www.youtube.com/watch?v=1US8cb0j3hM&t=662s
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